Partiendo de la ecléctica sensibilidad artística de Manrique, el
Mirador del
Río depara unas formas fluidas y orgánicas que interactúan y se funden con el territorio insular. Esta suerte de
arquitectura sensitiva y evocadora también lleva a la reflexión serena sobre la relación entre el ser humano y la
naturaleza. La obra pública del artista no sólo desvela la riqueza de sus concepciones e influencias estéticas sino que también conlleva una carga ideológica de conservación medioambiental que será fundamental en la postura vital de César Manrique.