Estos pequeños crustáceos son muy sensibles a la contaminación y al ruido, por lo que se pide a los visitantes que respeten su hábitat y no los toquen ni los alimenten. Dentro de la
cueva se encuentra un auditorio construido por el artista
lanzaroteño César Manrique. Este espacio ofrece una acústica excepcional y es escenario de eventos culturales como conciertos y actuaciones.