Su actividad marítima impulsó aún más la economía de la ciudad y catalizó su desarrollo. En 1852,
Arrecife se convirtió oficialmente en la capital de
Lanzarote, y desde entonces ha continuado floreciendo. A lo largo del siglo XX y hasta el siglo XXI, Arrecife ha abrazado la modernidad mientras preserva sus raíces históricas.