Hubo duelo de artillería con el
castillo de
San Gabriel, que domina el
Arrecife principal y cuyos fuegos apagáronse dos veces. Un piquete de cien marinos desembarcó por la cala de Los Mármoles y los isleños, empleando a los camellos con tanques, destrozaron aquellas fuerzas inglesas. Pero desembarcados nuevos refuerzos, la suerte de los dromedarios resultó un descalabro, pues las bestias heridas y asustadas por la artillería se revolvieron contra sus conductores, a quienes atacaron a mordiscos, estando a punto de ocurrir una verdadera catástrofe.