Al año siguiente 1721, y por si no había demasiados males, se desencadena un formidable huracán, que asola gran parte de la geografía insular, llegando a morir sus habitantes de pura necesidad. Por si fuera poco el siguiente año 1722 fuertes vientos destrozaron lo poco que quedaba en pie. En 1723 varias
familias procedentes de
Tenerife y
Lanzarote se fueron a Veracruz.
Sobre 1726 muchos habitantes del interior buscaban cobijo en el
Puerto de
Arrecife viviendo en miseras casuchas construidas sin orden ni concierto.