Las
aguas del Charco no solo daban abrigo. También eran
fuente de recursos para pescadores y agricultores, como indica De la Hoz al señalar la existencia de un taro y un goro que evidencian la convivencia entre ambos oficios. La ubicación de
Arrecife, rodeada de islotes y
rocas, la convirtió en punto clave de defensa frente a los ataques piratas. El ingeniero Torriani, enviado por la Corona, destacó la seguridad de la
bahía y recomendó la construcción de fortalezas.