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VILLAVICIOSA: TEATRO RIERA...

TEATRO RIERA

Realización significativa de la década de los cuarenta es el Teatro Riera, obra del arquitecto villaviciosino Fernando Cavanilles Batalla, fechada en 1945, de rasgos arquitectónicos montañeses e historicistas (M. S. Álvarez). Reemplazó al monumental Teatro Alonso (1928), de estilo ecléctico, cuya autoría corresponde a Manuel del Busto.

Es una construcción de planta rectangular con tres fachadas, cada una compuesta por una zona central más elevada (cuatro alturas) y ancha (tres calles) que las laterales (tres pisos y una calle). Resulta destacable la riqueza plástica obtenida con la cubrición a diferentes alturas.

Ubicación: Plaza de Obdulio Fernández, s/n - Villaviciosa.
Superficie construida: 1.045,85 metros cuadrados.
Reconocimiento: accésit en la XX edición del Premio Asturias de Arquitectura (año 2010), del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, «por la sensibilidad con la que se aborda la reutilización de una preexistencia arquitectónica, así como la voluntad de dotar al edificio de una importante dimensión pública a partir del diseño del espacio previo al edificio», según el acta del jurado.

El Teatro Riera es el último equipamiento escénico que conserva Villaviciosa. El concurso de ideas convocado para la recuperación del edificio protegido obligaba a proyectar una ampliación con una sala de exposiciones en relación con el azabache. ¿Cómo respetar el edificio histórico y a la vez añadir una generosa superficie expositiva? ¿Cómo compatibilizar la respetuosa restauración del inmueble y resolver el programa planteado?

El edificio del teatro se restaura eliminando todos los elementos distorsionantes añadidos en diversas reformas desafortunadas. Se convierte en un equipamiento actualizado que se muestra como fue proyectado originalmente, en la década de los 40 del pasado siglo XX. La plaza previa al teatro, antes disminuida --con parterres descuidados y vehículos estacionados desordenadamente--, se libera, conformando un proscenio de acceso, un vacío urbano que desahoga el entorno, que relaciona la iglesia de la Oliva, el teatro y el Ancho, y dota al edificio restaurado del necesario espacio urbano que lo dignifica, acogiendo con naturalidad la posible acumulación de gente a la entrada y salida de las representaciones. Bajo esta nueva plaza, limpia y desahogada, se esconden los 700 metros cuadrados requeridos para la exposición del azabache, siguiendo la pauta de respeto a lo existente y la revalorización del entorno que gobierna la propuesta... Un espacio que, como el lignito jurásico, se esconde en las entrañas de la comarca.