Cocineras y parte de los invitados. En aquellos tiempos las
bodas se celebraban en
casa; no había que programarlas con un año de antelación por falta de
restaurante como pasa ahora. Estoy segura de que lo pasaban en grande. Alguna
boda presencié siendo niña, sentada en la tenobia del
horreo frente a la casa de los novios sin perder detalle. Aunque los niños no estábamos invitados, lo celebrábamos igual pues para nosotros era una
fiesta tanta gente nueva, tan elegante, ver a los novios, escuchar cómo cantaban los invitados... En fin, algo muy diferente. Por cierto, esta boda no sé de quién era, pero una de las cocineras sí: mi tía y madrina, Luz.