TURON: Te mereces un aplauso GRANDE, GRANDE. Por mi parte...

Cuando Eneka termino de hablar hubo un silencio largo, un silencio espeso que arroyaba por las paredes, que se metia en los vasos del Oporto, un silencio que era un pensamiento muy antiguo que ocupaba las mentes de todos nosotros, y senti entonces un dolor agradable, como si alguien me hubiera clavado una aguja en un dedo que no queria que fuera mio, y mire a mi hermana Lucia y tenia los ojos encharcados y la cara mojada de lagrimas, y Elvira y Julia se abrazaban llorando y suspirando por la emocion que las palabras de Eneka habian provocado, y Aida y Alipio se apretaban, y el ruso Basilio dijo, cagoenlamar Eneka, que grande eres, y lo abrazo fuerte, como si estuviera despidiendose de el para siempre, porque tambien Vasili Kolesnikov habia tenido su musa, la francesa Blandine, y tambien con ella se habia sentido el hombre mas feliz de la tierra, en el particular Olimpo de la caseta del ferrocarril, y desde hacia tiempo andaba al encuentro de otra musa que supliera la falta de aquella, adolescente tambien y de nombre Angelica, hija del practicante señor Patricio. El ruso nos canto cantares de su tierra, y fue aquella noche una circunstancia singular en mi vida, fue aquel un momento que con el paso del tiempo tuvo el poder de multiplicarse en infinitos momentos. El ruso le dijo a Eneka, tienes mucha razon con eso que dices de las mujeres, y busco la botella de vodka, que en ruso queria decir agua, pero que no era agua sino una bebida que se obtenia del centeno y de las patatas y del maiz y que Basilio conseguia en los barcos que llegaban a puerto, y bebio un trago largo de aquella babida fuerte y tambien bebio Eneka y yo bebi despues y primero senti resquemor, pero luego senti placer, y pense que habia una variedad infinita de maneras de pensar, que incluso habia pensamientos que se sostenian solos, que vivian independientes y no tenian relacion con nadie que los pensara, pensamientos que anidaban en una cabeza como si esta fuera un alero cualquiera, y vino uno de esos pensamientos hasta mi y dije, hablais como si hubiera unos mundos por llegar y tuvieramos que esperar o buscar esos mundos, y todos se quedaron mirandome sorprendidos y sin decir nada, y volvi a beber otro trago de aquella bebida que ardia y les dije, puede que no haya nada mas que esto, y el ruso dijo, tu de que hablas, a mi me queda por llegar un mundo con Angelica, y Alipio dijo, tu de que estas hablando, el orden existente esta en los limites y es la utopia quien rompe los lazos que atan esos limites dandonos la libertad de buscar el desarrollo de un nuevo orden sin hombres oprimidos, y la señorita Julia, que bebia el Oporto como si estuviera sorbiendo ostras, dijo, que estas diciendo, Nalo, claro que vendra otro mundo en el que un hombre hecho y derecho y bien atribuido me hara su mujer, un mundo en el que se multipliquen por mil las razones que ahora tengo para vivir, que tengo alguna, no vayais a pensar, pero ni comparacion con las que tendre cuando ocurra lo que tiene que ocurrir, y Aida intervino para decir, tiene que venir, Nalo, tiene que venir porque hay demasiada gente esperandolo, y Felix y Elvira asintieron y partieron un huevo cocido para los dos, y Eneka dijo, puede que Nalo tenga razon y tanta borrachera de esperanza no nos deje ver lo bueno del mundo que ya tenemos, y Lucia grito, que tenemos, mierda es lo que tenemos, vivimos inventando excusas para no ver lo que tenemos, siempre pintando la mierda de colores. Las voces de todos se desdibujaron hasta fundirse con un silencio que a mi me estaba creciendo por dentro, y aquel pensamiento, que no era mio, que habia llegado a los aleros de mi cabeza como una golondrina, me mostro que el silencio era el espacio donde todo cabia, el lugar donde el alma de cada uno se mezclaba con el alma de todos, hasta de aquellos que habian pertenecido a generaciones desaparecidas. Mi hermana se agarro a la excusa de la poesia y bebio vino y bebio vodka, agua del Volga, decia ella, y cantaba, labios que chupais de la muerte, ojos que abominais los parpados trasparentes, vientres locos en el espiral de la prisa, y obligo a todos a exponer sus excusas, Alipio la revolucion pendiente, Julia ese hombre rudo y pasional que la habria de sacar del tedio, Aida el amor en una casa grande, Felix sus ahorros para terminar su vida en paz en el lugar donde habia nacido, Elvira el aroma de sus guisos, Basilio la hija del practicante, Eneka la sabiduria de las enciclopedias y yo el mundo de la jardineria, y despues hubo nuevas vueltas y fueron surgiendo nuevas excusas o explicaciones diferentes a las excusas primeras. Lucia quiso bailar con Basilio, y el ruso ponia mucha pasion y tambien ponia mucho sentimiento en todo lo que hacia, entono canciones populares eslavas, que el llamaba jorovodis, canto algo parecido a un romance, el lo llamaba bilini, bailo todos los bailes de su tierra, se arrastraba, saltaba, doblaba las rodillas hasta casi sentarse en el suelo, pero sin sentarse, y ponia los brazos uno sobre el otro, extendidos como si estuvieran apoyados en la barandilla de un balcon, pero no habia barandilla, ni habia balcon, y en esta posicion sus pies se iban levantando de forma alterna del suelo y lo hacian como si tuvieran resortes, y parecia completamente excitado porque su cara estaba roja, como si a un metro de ella estuvieran los hornos de la fabrica, y sus ojos diminutos giraban como engranajes mecanicos, y todos reian, y por fin Basilio se dejo caer, se apoyo contra la pared y dijo, me falta la jaleika, pero voy a cantaros un piesni sobre deliquios de amor, y fue tan tierna la musica de aquella cancion cuya letra no entendimos que parecia una cancion de cuna, y aquella musica tambien se quedo en el espacio infinito de mi silencio. Cuando el ruso termino su cancion, los ojos de mi hermana estaban tan enrojecidos que no tenian iris y parpadeaban remisos en medio de un charco, y ella le pidio a Eneka que la acompañara hasta su casa. y el jardinero asi lo hizo.

Aquella noche, mi hermana Lucia y mi amigo Eneka la pasaron juntos y decidieron unir sus vidas. El compro una maleta galvanizada, metio en ella su ropa y se fue a vivir a casa de mi hermana. Unicamente me dijo, con una voz clara y lenta, estoy seguro de que saldra bien, para algo habra de servir la Republica. Yo no dije nada porque no entendi bien aquella referencia pilitica de Eneka. Esa tarde, el fue a la casa nueva con Basilio y Alipio a rematar unos aleros, y yo fui a visitar a mi hermana. Estaba en la cocina, sentada en la mecedora y sin hacer nada, solo balanceandose. Le dije, entonces tu tambien piensas que saldra bien. Ella no me miraba. Me dijo, no, no lo se, pero voy a bajarme de la nube en la que vivo desde la muerte de Julian, bueno, desde antes de la muerte de Julian, voy a bajarme aqui, a la tierra, y voy a entregarme a ese hombre, toda, entera, voy a poner a funcionar otra vez el reloj, ese reloj que estaba parado en una mentira. A mi me gustaba mucho aquella manera de hablar que tenia Lucia, adornando los pensamientos con metaforas y musicas que hacian que su voz reluciera como la bombilla de una fiesta. Me arrodille junto a ella y la abrace, y sin dejar de balancearse me dijo, cuando tu naciste habia varias matas de hortensias azules y rojas contra la pared del patio, eran inmensas, yo las estaba mirando cuando padre vino a decirme que habias nacido. Me recline en sus pechos, y me besaba y seguia hablandome de los olores que habia en el patio aquel dia en que yo habia llegado al mundo, y no sabia por que me contaba aquello mi hermana Lucia, pero me provocaba mucha paz y mucho placer y alimentaba aquel silencio que me crecia dentro, por eso le pedi que continuara hablandome, y me dijo, aquel invierno fue tan duro que hubo que arrancar todas las plantas del patio, tambien las hortensias, pero el olor siguio alli, perdurando por encima de otros olores que fueron llegando despues, con los olores ocurre lo mismo que con las personas, que perduran aun despues de haber muerto y a veces se te aparecen para traerte recuerdos que habias perdido. Eso me dijo Lucia, y guardamos silencio, solo se oia el golpeteo de los balancines en el suelo, y entonces vino hasta mi el olor a alquitran de las camisetas sucias de nuestro padre y tambien el olor a cafe negro que siempre habia en la cocina cuando el vivia, porque el bebia grandes tazones de cafe negro a todas horas, y se lo dije a Lucia, y a ella tambien le habian llegado aquellos olores, y me dijo, padre anda por aqui repartiendonos sus olores, y senti un extraño estremecimiento. Ella me dijo, ves como hay siempre mundos que estan llegando, y no supe si aquello me lo decia por la aparicion repentina de los olores perdidos o por la nueva vida que ella estaba iniciando. Le dije, me voy a casa, y me beso, estaba muy hermosa, me abrace a ella y en aquel abrazo habia una explicacion secreta, y pense que por las mujeres corria la vida como un gran rio, que a traves de ellas tenia continuacion el mundo, que la naturaleza y sus misterios estaban en ellas, que fluia por ellas la historia de los pueblos. Me dijo, fijate en el abuelo, aquel mundo que ya creia perdido le volvio a llegar de pronto.
Cuando llegue a casa, el abuelo Cosme estaba frente al fogon esperando que hirviera el cafe. Habia sustituido el anis por el cafe y los periodos de silencio por una actividad frenetica, impropia de un hombre con las rodillas desgastadas y serias dificultades respiratorias. Me fije en los huesos de sus monos, forradas de un pellejo oscuro, y tambien repare en su espalde arqueada y en su barba canosa y revuelta, y le dije, dormira usted mal con tanto cafe, y el retiro el puchero y puso la manga de colar en el tazon y vertio un chorro negro y humeante, y me respondio, ya estuve dormido demasiado tiempo. Pense que al fin el espiritu de mi abuelo habia encontrado el sosiego, graciasv a la actividad desmedida a la que se habia entregado en los ultimos meses, y el unico y opresivo momento que durante años habia ocupado su memoria se habia transformado de prontro en numerosos y variados momentos, y de su mundo en silencio brotaron infinitos mundos. Me dijo, mañana conviene que subas a la obra, quiero que vayas pensando en la idea del rodal botanico.
Se levantaba al amanecer, subia al caballo y lo conducia hasta los prados de Zalampernio. Alli andaba desde hacia meses en la ejecucion de un desatinado proyecto que consistia en la utilizacion del agua del arroyo Xamial para la produccion de energia. Comenzo empleando a unos mozos portugueses que decian conocer las construcciones de piedra, y con ellos se iniciaron las presas, los tragantes, las palizadas, las torgas y los azudes, mientras el elaboraba calculos sobre planos trazados en el terreno, planificaba el nuevo cauce de la corriente con lechos acemados e inventaba tropiezos y saltos que provocaban cataratas. Compro en las fabricas materiales de deshecho y con la ayuda entusiasta de algunos voluntarios y, sobremanera, del ruso Basilio, para quien el abuelo se habia convertido en el Leonardo da Vinci de las cuencas mineras fue realizando con absoluta perseverancia cada una de las ideas que se agolpaban haciendo cola en su cabeza. Aquel personaje sombrio y esoterico que para todo el valle habia sido el abuelo, se fue convirtiendo en un ser animoso y arrogante, baladron incluso, protagonista diario de los encuentros nocturnos de la cantina de Colino, donde explicaba sus ideas a todos los presentes con el mismo entusiasmo y la misma capacidad con la que un dia habia encandilado al ingeniero Hendrik, y asi lo mismo les hablaba de la presion del aire comprimido o de las leyes de la plasticidad como del modo de obrar del organo principal en las quebrantadoras conicas, y todos lo escuchaban sorprendidos y con la mirada atonita, sin reconocer a aque hombre que se habia condenado a si mismo a tantos años de silencio y que ahora prometia explotar para ellos las fuerzas naturales, aprovechar para ellos el poder de la Naturaleza, porque del poder de los politicos mas valia no hablar, y con los vasos de aguardiente en las manos observaron como se estiraba su piel cuarteada, como blanqueaban sus dientes carcomidos, como sus cabellos recuperaban su color natural y como desaparecian por arte de magia los arañazos de su espiritu. Cada dia eran mas los curiosos que se acercanan a Zalampernio a contemplar la marcha de las obras y cada vez eran mas los voluntarios que se desprendian de sus chaquetas para acercarse a echar una mano en el movimiento de tierras o en las tareas de excavar canales, arrancar escollos o partir las piedras, y aquellos que andaban desocupados se acercaban al aserradero para ayudar a preparar las armaduras, los virones de castaño, las blindas para el embalse y las grandes vigas de haya o de roble. Hubo dias en los que el abuelo conto con cuadrillas de mas de treinta voluntarios, entre los que trambien habia niños, y el los dirigia a todos con una voz potente que parecia nueva y con una energia de comandante en medio de una batalla, y maldecia y exigia atencion para evitar los errores y les decia que aquella era una obra de todos y por primera vez en su vida se encontro ejerciendo el oficio de un verdadero capataz. Las obras de Zalampernio cobraron tanta notoriedad que hubo donativos importantes, algunos anonimos y llegados de lejos, y se acercaron emisarios del Ayuntamiento para interesarse por las obras, pero fue rechazada por el abuelo cualquier tipo de intervencion o de ayuda oficial, y llego la noticia a los ingenieros belgas y el señor Hedrik le explico al abuelo que ellos se harian cargo de todos los gastos de las obras si estas pasaban a formar parte de su compañia, eso si, siempre aceptando las condiciones que impusiera el abuelo, pero el le contesto al ingeniero delante de todos que la Naturaleza no tiene dueño y que tampoco deberian tener dueño las voluntades humanas. La señora Geertghe recibio con tal entusiasmo la noticia de que aquel que habia merecido su amor habia resucitado, que tambien ella misma dio muestras evidentes de resurreccion, y se mostro mas joven, desprendida de sus gestos de locura, se dedico a restaurar algunas zonas del palacio que habian sido abandonadas. ordeno pintar con colores calidos algunos de los cuartos, se intereso por los arrietes nuevos y consiguio de los ingenieros la autorizacion para construir un nuevo cenador poligonal de madera labrada. Un dia se acerco a mi y me dijo, toma, Nalo, llevale esto a tu abuelo, y me entrego un sobre cerrado, y le dije, se lo dare esta noche, y ella dijo, no, llevalo ahora, y en sus palabras habi suplica y en sus ojos habia deseo, por eso solte la pala y deje lo que estaba haciendo y corri sin detenerme hacia los prados de Zalampernio. El abuelo estaba sentado sobre un gran bloque de granito del cual deberian salir las muelas corredoras y tambien las muelas soleras. Abrio el sobre, tomo el fdajo de billetes y leyo la nota que habia entre ellos, luego sonrio y me dijo, parece como si el tiempo anduviera dando vueltas, y yo le dije, ella se muestra muy entisiasmada, y el me paso una mano sobre el hombro y me dijo, algun dia te contare la verdad sobre esa mujer, y yo quede extrañado porque pense que el ya me habia contado toda la verdad sobre la señora Geertghe. Con aquel dinero el abuelo contrato a unos canteros gallegos, compro un par de mulas y tambien adquirio ebonita, que era el caucho endurecido, y otros materiales extrabagantes que nasdie conocia, para la construccion de electroforos, multiplicadores, condensadores, electrometros, y maquinas electrostaticas, y el ruso pudo comenzar la confeccion de yunques y martinetes, y tambien de tornos, mandriles y rodeznos.

El ruso Vasili Kolesnikov estaba entusiasmado con su nueva ocupacion. Era feliz escuchando el ruido de las mazas, los retumbos de las maderas, la algarabia de los niños y el ladrido de los perros alrededor de las hogueras, y mientras golpeaba los hierros cantando las viejas canciones eslavas, se dejaba atrapar en la trampa de la nostalgia y revivia aquellas tardes en Iaroslav, cuando su padre lo llevaba de la mano a visitar las obras de la nueva fabrica de herrajes o las del puente sobre el rio Kotorosl, construir es perdurar mas alla de la muerte, le decia su padre, y aquellas palabras las habria de recordar para siempre al contemplar obras grandiosas como el templo de Juan Crisantemo de su ciudad, los puentes sobre el Volga, la fortaleza de Cazan o los palacios de Moscu. Construir para perdurar, pero tendra que haber algo mas, una forma de mantener vivos los pensamientos pasados, de inventarle lados nuevos a la belleza o una manera de hacer realidad lo increible, esto pensaba el ruso al contemplar la obra de Zalampernio, y le preguntaba al abuelo, por que haces todo esto, Cosme, y este respondia, es como levantarse en armas, y Basilio preguntaba, en armas contra quien, y el abuelo le explicaba, contra el mundo, Basilio, contra ese mundo que lo mire por donde lo mire no termina de gustarme, y el ruso reia y seguia tarareando aquellas canciones que el llamaba jorobodis, por las riberas del Volga los cosacos se enamoran y las hilanderas se van vistiendo de novias. La niña Angelica, la hija del practicante señór Patricio, tambien acudio a visitar las obras, y vio al ruso cantando, contemplo el sudor que arroyaba por sus brazos brillantes y deseo estar alli cada dia trabajando a su lado, y Basilio la vio a ella como la unica mujer del mundo, con sus pecas marrones como nubes en medio de dos relampagos verdes, con sus pechos balanceandose como campanas de gloria, y detras de ella veia Basilio el chorro de uno de los saltos de agua recibiendo el sol y le parecio a Basilio que Angelica estaba flotando sobre una telaraña de luz, penso que el cuerpo de Angelica era la obra mas grandiosa de cuantas habia conocido, y deseo entrar en aquel cuerpo para perdurar en el, y la miro como si ella estuviera desnuda, y se le velo la mirada, era el sudor, era el desmayo que hacia desaparecer los obstaculos, y el ruso solto el martillo y tambien solto la barra de hierro y fue hacia ella y no miro atras porque nada existia a sus espaldas y no miro a los lados porque solo habia un camino que iba hacia la niña que se habia convertido en la unica mujer, y llego hasta ella y le dijo, vente conmigo, y la tomo de una mano y ella dijo, van a vernos, y el dijo, no hay nadie que pueda vernos, y la llevo detras de los embalses y la recosto sobre una de las llabanas de la presa que aun no llevaba agua y le dijo, Angelica, tengo que hacer lo que voy a hacer, y lo hizo, y ella dejo que lo hiciera, y cuando terminaron de hacerlo se volvieron a oir los golpes de las mazas en las piedras y el ruido del arroyo saltando por encima de las escolleras y la algarabia de los niños y algun que otro ladrido de perro, y Basilio dijo, yo te quiero para siempre, y la niña Angelica lloraba con los ojos cerrados y le daba saltos el corazon como si fuera una rana que se habia tragado y le decia, yo tambien te quiero, pero mi padre nos va a matar a los dos, y el ruso la abrazaba y le decia, esta obra no la puedo dejar porque es una obra grande, la mas grande de todas, en realidad mas que una obra es una revolucion, pero cuando termine esta obra que es mas que una obra nos iremos juntos, y Angelica preguntaba, y adonde nos iremos, y el le hablaba de los mares, del mar Cantabrico, y tambien del mar Caspio que era dos cosas a la vez porque era un mar blanco y tambien era el lago mas grande del mundo, y le describia los barcos gigantes que navegaban durante meses por el oceano, que era el superlativo del mar, y le hablaba de los ferrocarriles que cruzaban varios paises sin detenerse y tambien le hablaba del Volga, que era uno de los rios mayores de la tierra y dejaba sus aguas en el Caspio, y la besaba y le decia, yo te llevare a conocer los embarcaderos imperiales del Volga, y ella escuchaba embelesada todo cuanto el ruso decia, y se acurrucaba en el y repetia, mas te vale, Basi, mas te vale.

En el mes de noviembre del año treinta y dos las obras estaban muy avanzadas, pero la nieve obligo a detener los trabajos. En la zona mas estrecha y rocosa del arroyo se habia construido una represa de troncos que empantanaba el agua y la distribuia en dos azudes de piedra, con rejillas y compuertas y camaras de decantacion, hasta elevarla y dejarla en dos embalses, al sur, por encima de todas las construcciones, el abuelo quiso que yo plantase cada una de las especies de arboles y arbustos conocidos para que sirviera de distraccion y aprendizaje a la generacion de escolares de entonces y a cuantas hubieran de venir, y tambien para que absorbieran la humedad existente cuando el azote de los calores excesivos castigara aquellos parajes, y asi comence la busqueda y la seleccion de los diferentes tipos de sauces, fresnos, pinos y robles, ademas de tejos, bojes, humeros, abedules, avellanos, nogales, castaños, higueras, serbales y laureles, hasta un total de veintisiete especies, algunas dificiles de localizar, y tambien seleccione, con la ayuda de Eneka, aligustres, retamas, espineras, cornejos, acebos, buganvillas y otros arbustos hasta el numero de treinta y dos, todo, segun el abuelo, para que el tiempo se detuviera alli a contemplar las diferentes caras de la belleza, para que el silencio se escuchara alli de otra manera, para que se entretuvieran las brisas llegadas de lejos y encontraran cobijo los pajaros nativos y tambien los pajaros extranjeros. El mayor y mas elevado de los embalses dejaria caer el agua para que su fuerza viva moviera las ruedas y las correas y los arboles motores y activara las turbinas y las dinamos y los alternadores y trajera hasta aquel lugar, de una manera humilde, casi natural y gratuita, de la misma manera que en el cielo todos los dias amanece, la luz electrica, y de esa forma las noches serian menos oscuras y no esconderian tantos secretos y los enamorados serian capaces de verse los ojos para calcular con mayor precision las vueltas que habrian de darle a la vida y las madres podrian determinar el origen del llanto de sus hijos y la vida seria mas facil para aquellos que nada tenian, ni siquiera una misera bombilla que les ahuyentara la soledad, porque tambien la electricidad era propiedad de los ricos y los ricos eran ricos porque exigian derramas y gabelas por prestar cuanto poseian, incluida la luz electrica. El segundo de los embalse serviria el agua en receptores hidraulicos para un complejo de rabiles que separarian el grano de la glumilla, de molinos para molturar el maiz, la escanda y el trigo, de batanes para suavizar la lana y el lino, de ferrerias donde se calcinaran las mesas y se hicieran los forjados primeros, de martinetes, de afiladeras y de fraguas donde los vicinos fabricarian las herreamientas necesareas para sus hogares y para sus labores en el campo y la ganaderia.
El abuelo aprovecho la suspension de las obras para poner en orden sus notas, repasar algunos libros y pensar en la manera de recabar los fondos. Mi hermana Lucia hablo con Juan Jacobo Varela y el violinista le consiguio una entrevista con el presidente de la Diputaciom, el socialista Ramon Gonzalez Peña, con quien Caparina habia trabajado en la mina Poca Cosa, epoca desde la cual a pesar de sostener ambos ideas muy diferentes, fueron grandes amigos. Procura que parezca que don Ramon es quien llama al abuelo, le dijo Lucia al anarquista, y este asi lo hizo, y le dijo a su amigo Ramon, vas a conocer a un personaje muy singular, y Ramon le explico, escuche hablar de el cuando estuve en la Escuela ede Capataces. El abuelo le dijo a la abuela, anda, Angustias, saca del baul el traje de pana para que no me expulse de alli el ordenanza, y la abuela murmuro, vuelta la burra al trigo, y limpio y plancho el traje con el que el abuelo habia asistido a cuatro bodas, la de su hijo Urbano, la de mi madre, la de mi tia Margarita y la de mi hermana Lucia, y se enfundo el traje y fue a que el señor Patricio le cortara el pelo y le arreglara la barba y se presento en el Palacio de la Diputacion un dia de diciembre en el que el sol habia comenzado a derretir la nieve. Supongo que vengo aqui para explicarle el proyecto de Zalampernio, dijo el abuelo al entrar, y don Ramon sonrio, le sirvio una copa de jerez y le dijo, asi es, y el abuelo saco sus papeles, se sento y dijo, este mundo acabara jodiendose por completo el dia en que dos hombres dejen de imaginar las formas de mantener viva y libre su voluntad, y durante dos horas le hablo de las caracteristicas geologicas y orograficas de Zalampernio, de la intensidad de las aguas y de la direccion de los vientos, de la socializacion de los recursos naturales, del poder de las ruedas dentadas y su disposicion a partir de la imagen mecanica del cuerpo humano, de los secretos del agua embalsada y de las atribuciones electricas de los pelos del gato, le explico sus ideas sobre el socialismo cientifico y las trasformaciones operadas en los modos de produccion y de cambio, le dibujo detalladamente cada una de las singularidades de su proyecto y reflexiono sobre el silencio de los hombres y sobre los ruidos de la tierra para terminar exponiendole, con la respiracion alterada y los pulmones dilatados, los efectos educativos de la botanica aplicados al arte de crecer y de vivir en paz. Aquel hombre sosegado y experto en el trato humano, que habia sido ministro, maestro, facultativo, gobernador y alcalde, hasta llegar a presidente de la Diputacion, habia escuchado al abuelo sin ocultar su entusiasmo y cuando este termino de hablar se pregunto si no estaria soñando, y le dijo, carajo, Cosme, debi conocerle a usted mucho antes, con hombres asi la revolucion socialista seria asunto de coser y cantar, y el abuelo le dijo, mire, don Ramon, creo que vamos por buen camino porque es usted el primero que se da cuenta de que ando en la tarea de hacer la revolucion, estaba cansado de mirarme a los ojos y vermelos muertos, de mirar a los ojos de la gente y ver en ellos la resignacion y la muerte, sin esperar nada, ni siquiera el paso del tiempo, harto de oler y respirar esa resaca que dejan la soledad y la impotencia, y esa resaca huele como la magaya de las prensas, no se ve facilmente porque no anda por fuera, cada uno la lleva dentro y quienes la sufren parece que caminan desandando, que hablan confundiendo y que miran sin mirar, y yo no creo en Dios, don Ramon, no tengo ese privilegio o lo que sea, asi que tengo que agarrarme a algo para que no se me resabie la sangre. Gonzalez Peña invito al abuelo a una comida en la que tambien estaban sus secretarios. Determinaron poner en marcha todos los tramites para que la obra del abuelo contara con cuantas licencias y autorizaciones exigieran las leyes vigentes, tramitaron disposiciones de urgencia, cursaron instrucciones al Ayuntamiento y al Gobierno Civil para eximir al abuelo del pago de tasas, gravamenes, contribuciones e impuestos, declararon publicamente la obra de Zalampernio de imteres general y el propio Gonzalez Peña escribio una carta personal a las organizaciones de la Casa del Pueblo, a los comites del Sindicato Minero y a las agrupaciones socialistas solicitando la maxima colaboracion con aquel proyecto que, escribia el, representa la manifestacion completa de una vida popular de la cual surgen la libertad, la igualdad, el orden nuevo y la fuerza misma del acto revolucionario que sobrepasa al individuo en la medida en que lo saca de su soledad y le proporciona una razon de obrar y la busqueda de la ayuda mutua, factor de evolucion este ultimo que facilita el desarrollo de las coctumbres y caracteres que aseguran el sostenimiento maximo de la especie, junto con el bienestar y goce de la vida, al mismo tiempo que evita el desgaste inutil de energias y procura una conciencia de la participacion en el destino colectivo.

Cuando llego la primavera las obras se reanudaron y eran tantos los voluntarios que se acercaron a Zalampernio, que el abuelo hubo de pedirle a Alipio que dejara durante un tiempo el trabajo en la tejera para que se encargara del control de las ayudas. Esto sera el inicio de una nueva organizacion social donde se articule la autogestion, le dijo Alipio al abuelo, y este le respondio, no me jodas con tanta teoria y organiza a esta gente porque van a terminar reventando las obras. Alipio formo cuadrillas, segun las especialidades de cada uno, organizo turnos de trabajo y nombro un encargado en cada uno de los turnos al que llamo guia de ocasion, designo responsables en cada una de las obras a los que llamo animadores de la produccion y eligio al artesano mas experto en cada uno de los oficios al que asigno el nombre de formador. La capacidad organizadora de Alipio y la dedicacion y la cordialidad de Basilio con todos los voluntarios, hicieron posible que las obras avanzaran al ritmo previsto y en la manera en que el abuelo las habia planificado. Cuando terminaba mi trabajo en el palacio, los dias de libranza y en alguna ocasion en los tiempos de las comidas, yo me aplicaba en las tareas botanicas que me habian sido encomendadas, para las cuales, en numerosas ocasiones, contaba con la ayuda inestimable de mi amigo Enekas, que era el hombre mas sabio en aquellas y en otras muchas circunstancias y materias. Lucia, ayudada por Aida los dias en que esta disfrutaba de licencia en el tejar de Villa Alegre, se ocupaba de la distrubucion de las herramientas y tenia a su cargo un grupo de mujeres y niñas que hacian de enfermeras y lavanderas y de amasadoras y de aguaderas y que tambien en ocasiones cantaban canciones que animaban a los obreros, porque en silencio te quiero desprecias los mis amores, piensa, niña, que en silencio dan su perfume las flores, y traian flores de todos los colores y ramos de laurel y hojas de helecho y retamas floridas, y en los prados de Zalampernio habia vida, una vida de agua y de arboles, una vida de pajaros y de hombres y de mujeres que se cansaban y que sonreian y olvidaban palabras dificiles, y tambien habia sabiduria en aquellos prados en los que un dia el abuelo Cosme nos habia construido una cabaña de madera. Nalo, donde esta la cabaña, me preguntaba Alipio, y yo le señalaba hacia el embalse pequeño y le decia, alli debajo de las aguas, por donde asoma el cogote del nogal, y Alipio me decia, puede que fuera al construir aquella cabaña cuando el abuelo pensara en todo esto. y yo le decia, puede que si, y los dos nos sentiamos conmovidos por las cosas que la vida nos estaba ofreciendo, el miraba siempre mas lejos, me hablaba de una civilizacion donde el hombre, capaz por su ciencia y su voluntad de dominar y de utilizar todas las energias naturales, lograra establecer la armonia en el mundo y en el mismo, despues de haber eliminado la opresion y la injusticia, yo le hablaba de lo poco que hacia falta para sentirse bien, la armonia de una tierra humilde y generosa que se dejaba abrazar y que tambien se dejaba horadar y nos entregaba su alma al desnudo, la sabiduria de que todo lo real no era nada cuando se era capaz de pensar en lo posible, la posibilidad de ser cada dia otro diferente sin dejar de ser el anterior, unas mentes que tenian alas e iban mas lejos que nuestros ojos, las aguas luchando sin tregua en un combate renovado y nosotros mirandolas, la indulgencia de los remansos, las canciones de nuestras mujeres encontrandose y perdiendose en el eco del valle y las canciones eslovenas del ruso Basilio, saber que son la misma cancion. Coño, Nalo, te estas volviendo un sentimental y un filosofo, pero te falta dar a todos esos pensamientos que tu tienes una orientacion revolucinaria, esto me dijo mi primo Alipio y yo le pregunte, por que siempre hablas de lucha y de rebelion, eso implica sufrimiento y muerte, y el me explico, no siempre, Nalo, mira lo que tenemos aqui, se esta produciendo un cambio revoluvionario y solo hay justicia y coraje y alegria y belleza, y segui insistiendo, pero esta lucha la inicio el abuelo desde su sabiduria y desde su necesidad, tu hablas siempre de otras luchas, hablas de la destruccion con bombas y de empuñar fusiles, y entonces Alipio me miro con mucha ternura, como miran los maestros a los alumnos esforzados pero incapaces, y me dijo, te hablo de un mundo donde todos los hombres sean libres, donde nadie sea explotado por nadie, la Iglesia y el Estado dominan el interior del hombre, lo hacen aceptar sus leyes con una seguridad tal, que estas terminan por identificarse con el inconsciente humano y este ultimo se reidentifica luego con las instancias establecidas hasta el punto de que si el hombre trasguede esas leyes, que no son suyas, se siente culpable, y esto no puede ser, es preciso destruir para crear, morir para nacer, acabar con una sociedad controlada en todos sus planos por la tecnocracia capitalista, y para esto no hay otra alternativa que la violencia, la voluntad de asegurar una sociedad libre, exige riesgos extremos, no acepto la idea de que el sevilismo es mejor que el recurso a las armas, ellos ya utilizan la violencia como instrumento de dominacion y nosotros debemos emplearla como instrumento de liberacion y toma de conciencia, en la intensificacion de la lucha la conciencia de clase se hace carne y sangre. Mi primo Alipio seguia hablando y yo no decia nada, me parecian sus palabras como el rezo imposible a un dios desconocido, y cuando termino de hablar, le dije, me gustaria entenderte, pero sigo pensando que existen otras muchas formas de rebelion, algunas tan implacables y silenciosas como el crecimiento de aquellos castaños, y le señale hacia la mata Cotares, que se extendia desde el arroyo Xamial hasta el cordal Talambrero, y entonces me anuncio, muy pronto lo entenderas.

Gonzalez Peña, acompañado de Juan Jacobo Varela Caparina, visito las obras justo el dia que las aguas soltaron su fuerza sobre las turbinas para que los generadores produjeran la corriente que ilumuno las primeras bombillas. Se subio al muro del embalse mas alto, se desabrocho los botones de la camisa y durante unos minutos comtemplo embobado cada uno de los rincones de aquel paisaje extraordinario. Tenia el pelo lacio y partido en dos por una raya casposa y blanca, el rostro sin brillo y con arrugas pronunciadas a los costados de los ojos, alguien dijo que habia cumplido cuarenta y cinco años, en aquel instante aparentaba cincuenta por su aire reconcentrado y por la tirantez de su cara. Al fin dijo, cojones, Cosme, estas cosas son mas dificiles de creer cuando uno las ve que cuando se las imagina, y mi abuelo dijo, las cosas estan donde estan y a veces solo basta con destaparlas. El abuelo, durante la merienda que las mujeres prepararon a base de tortillas y tocino frito, le explico al visitante un nuevo proyecto consistente en la construccion de un acueducto que recogiera las aguas del manantial Furniguero y las llevara hasta un deposito, que podria situarse en la mata Cotares y que suministraria el agua a todas las viviendas de las siete aldeas que habia por debajo de Zalampernio. Esas son cosas mayores, Cosme, estamos hablando de mucho dinero y de propiedades ajenas, la mayoria de esas casas son del marques dw Comillas, de los belgas o del marques de San Feliz, y ya sabes como anda de revuelto el asunto de la propiedad, pero yo te aseguro que si ganamos las elecciones de noviembre expropiaremos hasta las casas si fuera preciso para que lleves a cabo el proyecto, y mi abuelo le dijo, no se preocupe usted, don Ramon, ya me ire apañando de alguna manera, ya sabe, las cosas estan ahi, solo hay que ir escarbando hasta desenterrarlas. Los obreros descansaban y comian, algunos niños lanzaban piedras a los embalses y reian contando los saltos que aquellas daban sobre el agua, un grupo de mujeres escuchaba una historia que Basilio les contaba sobre los zares rusos, Alipio y Caparina conversaban sobre la revolucion pendiente, alguien cantaba una cancion en lo alto del tejado de uno de los molinos, en el campo entre las flores, te busque y no te encontraba, cantaban los ruiseñores y crei que me llamabas. Por la cuesta de los aserraderos bajaba un hombre con un madero al hombro, avanzaba despacio, sudando y arrastrando los pies por el empedrado en construccion, a cada tres pasos se detenia un instante para tomar aliento y limpiarse el sudor. Delante de don Ramon se detuvo y le dijo, señor politico, remanguese la camisa y pongase manos a la obra, y Gonzalez Peña le respondio, todo se andara, buen hombre, todo se andara, y el hizo un gesto despectivo y siguio avanzando, encorvado y rigido bajo el madero, en direccion a las fraguas. Mi hermana me tomo del brazo y me llevo hasta los azudes. El agua cantaba bajo las piedras. Aquella era sin duda la primera de todas las canciones, la que hablaba de todas las cosas, del comienzo de cuanto se conocia. Lucia me dijo, la mayor parte de todo la vemos pasar de largo y va dejando un rastro, una rodera que se convierte en sendero de leyendas y despedidas, y le dije a mi hermana, esto es agua que corre, agua que luego se estanca para despues saltar y mover los engranajes, y ella me dijo, Nalo, la vida esta pasando delante de ti, ya cumpliste veinte años, que sabes de tu mariposa, y le conteste, tendre que sentirla algun dia, y nos fuimos hasta donde estaba el ruso contando historias de los zares.

El ingeniero belga Jacob von Balen, fallecio en Gante, su ciudad natal, unos dias despues de que aqui se celebraran las elecciones de noviembre. Visitaba con su mujer la fabrica de curtidos cuando se le paro el corazon. Su hermano Hendrik, en un viaje escabroso que duro tres dias, condujo a toda su familia, sxcepto a la resucitada Geertghe, quien para su marido habia perdido por completo el sentido de la realidad, hasta la casa familiar, un caseron junto a la Lonja de los Paños, donde aguardaba embalsamado el cadaver de Jacob para los funerales en la catedral de San Bavon, junto a una Sakia envejecida por el dolor y con el rostro enrojecido y desfigurado por tantos dias de lagrimas. Sakia y todas sus hijas, excepto Elena, decidieron continuar sus vidas en Gante. El ingeniero Hendrik, a raiz de la muerte de su hermano, determino dedicar su tiempo a las fabricas belgas de curtidos y paño y a las fabricas alemanas de relojes y porcelana, y puso a la venta todas las participaciones que la familia poseia en las minas y en las fabircas de hierro y de acero. Un grupo financiero integrado por industriales vascos, banqueros de la region, ingenieros franceses y gentes con importantes titulos nobiliarios, que andaban en el empeño de crear una Sociedad Hullera, Metalurgica y Ferroviaria, compro a la familia belga todas sus acciones y propiedades, exceptuando la finca del palacio azul, que se extendia desde el rio, hacia el sur, siguiendo el arroyo de los avellanos, hasta los castañeros y la llanura de los sauces. En el mes de marzo del año treinta y cuatro, el señor Hendrik nos convoco a todos los sirvientes del palacio en la biblioteca para darnos cuenta de la nueva situacion. El ingeniero belga tenia la piel cuarteada, la barbilla partida por un surco oscuro, el cabello completamente blanco, el bigote disminuido y disperso y una mirada atonita y brillante. A su derecha estaban su esposa y su sobrina Elena, a su izquierda el mayordomo Felix con su expresion metalica y el gesto ceremonial de quien esta asistiendo a un acto religioso. El belga nos dio cuenta de las operacines de venta y de la intencion de la señora de residir en el palacio por tiempo indefinido, nos anuncio que la señorita Elena permaneceria junto a su tia hasta completar sus estudios de musica y canto, a todos nos agradecio los servicios prestados, explico en terminos financieros la inevitable necesidad de reducir el numero de los sirvientes y termino su discurso diciendo, la señora ya ha elegido a aquellos que pueden continuar en la casa si asi lo decidieran, son los siguientes, la señora Elvira, con dos ayudantes que ella misma elegira entre las actuales, y Nalo, quien se ocupara del jardin, de las cuadras y de cuantos arreglos necesitara la casa, esto ha sido asi dispuesto de forma definitiva, he de decir que a los demas les deseo mucha suerte, trabajo no les ha de faltar, yo mismo entregare una carta a cada uno reflejano su buen hacer y recomendando sus servicios, por otro lado, en cumplido agradecimiento, hemos decidido compensar a cada uno con una cantidad, segun los años de servicio, asi como gratificar especialmente al mayordomo Feliz con una casa que podra vender, arrendar o utilizar y al jardinero Eneka con dos yeguas y un equipo completo de herramientas de jardineria, y de la misma manera, en cuanto a la señorita Julia, quien con tanta dedicacion cuido de todas mis sobrinas, es deseo de la señora Sakia, que se le haga entrega de un ajuar completo de ropas, muebles y enseres de la casa. Cuando el ingeniero termino de hablar, mire a Elena, quien en todo momento habia fingido distraccioon, y me sonrio y me hizo un guiño que yo interprete, como en otras anteriores ocasiones, como una invitacion al acercamiento. Eneka me abrazo y me felicito, Nalo, me dijo, ya eres jardinero mayor del palacio, pero yo le adverti, todavia no se si quiero serlo, y el me dijo, lo seras porque quieres serlo y ellas quieren que lo seas, asi que puedes poner tus condiciones, seras el unico hombre de la casa, y se rio y adverti que el estaba contento porque se habia cumplido una etapa de su vida y ahora comenzaba otra fuera de aquel palacio azul de los ingenieros belgas y al lado de la musa Caliope, y la sensacion que averigüe en el era de victoria, porque el nunca se apocaba ya que decia que cuando un hombre se amilanaba o dejaba que otros hombres o las circunstancias de la vida lo amilanaran, entonces, eso lo amenguaba y lo asustaba para el resto de sus dias. Felix abrazaba a Elvira. Julia lloraba emocionada, y le pregunte, estas bien, y ella me abrazo y me dijo, te echare de menos, jardinerito de mis entrañas, y me besaba en la cara y en la boca, y quede todo mojado de su saliva y de sus lagrimas y desee que volviera a llevarme a su cuarto para vivir con ella de nuevo aquella circunstancia singular que habia sido niebla y sol a la vez y que tambien habia sido balsamo y aguijon, para escuchar sus gritos de placer, para observar su vientre blanco y tenso subiendo y bajando junto a mi rostro, para cubrir su cuerpo mantecoso y grande con puñados de mimosas, y por eso le dije, si tu quieres podemos despedirnos en tu cuarto cerrando las contraventanas y encendiendo la lampara de la mesilla, y ella lloro y rio a la vez, agradecida y emocionada, y me llamo amorcito y me confeso al oido un secreto que nadie conocia, ni siquiera la señora Elvira, tengo un novio que es pescador, tiene su propia barca, el me satisface mucho y ahora cogere lo que me dieron los belgas y me ire para entregarme a el, y le dije que me alegraba, y fui feliz porque ella lo era y la abrace fuerte para que siempre me recordara con cariño. Cuando se hicieron los repartos, Eneka cogio sus yeguas, les puso una albarda a cada una, cargo las herramientas y se despidio de todos y tambien se despidio de los arboles y de las flores y me dijo, esto habra que celebrarlo.

Cuando fui a ver a la señora Geertghe para darle mi respùesta, ella mostraba una gran alegria y recorria la sala de lado a lado y me dio su mano para que se la besara, y asi lo hice, y luego me dijo, ven conmigo, y fui tras ella, subimos unos escalones, anduvimos por el pasillo del ala este, hasta el ultimo de los cuartos, abrio la puerta y me dijo, entra, esta sera tu esteancia, he pensado que sera mejor que vivas aqui, y mire aquel recinto pintado de azul que tenia un ventanal desde el que se veian las fabricas y tenia una cama grande con cabecero dorado y un armario con espejo y jarrones para poner flores y un sillon con asiento de cuero trenzado para los descansos y una lampara con lagrimas de cristal, y tambien habia junto al ventanal un escritorio con muchas gavetas, y estaba yo tan sorprendido que le dije a la señora Geertghe que no podia alojarme en una habitacion tan importante porque yo era un sirviente de la casa, pero ella se rio tanto que casi lloraba y dio varias vueltas por la sala como si estuviera andando en un teatro y, a la manera de una solemne declamacion, me dijo, desde ahora tu seras el hombre de la casa, que era lo mismo que me habia dicho mi amigo Eneka, y despues la señora se sento en el sillon y me pidio que me sentara en la silla del escritorio y que sacara de una de las gavetas un papel en blanco y un lapiz de carbon y que escribiera lo que ella me fuera dictando, y me fue enumerando cuantas tareas habrian de ser a partir de aquel dia de mi entera responsabilidad, y entraba el sol en aquella habitacion importante que iba a ser mi nuevo aposento y brillaban las maderas con mucha nobleza y los resplandores de la luz parecian olas moviendose en el mar azul de las paredes y los destellos tocaban la lampara y esta parecia estar goteando una especie de jarabe, y pense que aquello debia de ser como estar nadando en un estanque lleno de luces, y entonces recorde la promesa que me habia hecho el ruso Basilio de que me iba a enseñar a nadar, y dije, todavia no se nadar, y la señora Geertghe me pregunto, que dices, y respondi que nada, que se me habia escapado un pensamiento, y comenzo a recitarme cada una de las ocupaciones, atender el jardin y aumentar el numero de las flores, tener dispuesta la leña para los fuegos, encender las calderas de carbon los dias humedos, revisar la bodega y abrir las botellas requeridas y servir las bebidas en las ocasiones especiales, ocuparse del mantenimiento general de la hacienda y contratar a los oficiales para las reparaciones que fueran necesareas, cerrar y abrir las puertas principales y custodiar todas las llaves del palacio, vigilar la intendencia de las cocinas, ajustar la cuadra de yuguas y caballos a las nuevas necesidades y encargarse de su cuidado, mantener limpio el camino de los avellanos y habitable la casa de los sauces, acompañar a la señora en los viajes fuera del palacio que se harian por norma general en un automovil Packard que estaba a punto de llegar y que yo aprenderia a conducir, mantener suspendida cualquier actividad ruidosa durante las clases de musica de la sobrina, recibir a los peluqueros, a los libreros, a los medicos, a las modistas, a los joyeros, a los funcionarios municipales y a los carteros, y prohbir la entrada a los vendedores de inventos, a los confesores, a los pobres de oficio, a los sirvientes de otras haciendas y a los periodistas, y como ayuda en todas las tareas descritas y en otras que a la señora se le irian ocurriendo se autorizaba la contratacion de un aprendiz, el cual yo mismo elegiria entre los muchachos del pueblo. Cuando la señora Geertghe termino de dictarme el inventario de las ocupaciones y los asuntos, se me volvio a aparecer el resplandor oscilante de las olas de luz sobre el mar azul de las paredes y volvi a observar el destello de los rayos en el lagrimal de la lampara y tuve una certidumbre, la de que me estaba siendo concedido un espacio de poder, y tambien a la vez tuve una incertidumbre, la de si aquel espacio de poder no habria de ser una circunstancia amarga con espacios nuevos que irian brotando como resalvos segun los cambios de color de la luz principal, porque yo sabia lo que me ofrecian, pero no sabia por que ni con que intencion me lo ofrecian, y por eso dije, señora le estoy muy agradecido por su confiamza, pero soy un sirviente ignorante, un joven aprendiz que ni siquiera tuvo tiempo de leer la enciclopedia universal, y ella dijo, eres igual que tu abuelo, tan listo y tan loco como el, y le pregunte por que decia aquello, y ella respondio, utilizais la inteligencia desde una humildad que resulta mucho mas poderosa que la soberbia, incluso mas determinante que la misma violencia, pero poseeis una naturaleza digna y una sabiduria innata que atrae misteriosamente, y le replique, yo no soy sabio, señora, apenas poseo unos pcos conocimientos de jardineria y algunas formas de entender los asuntos de la vida que me fueron enseñando los buenos maestros que tuve en este palacio, y volvio a estallar una de sus carcajadas en aquel aire lleno de reverberaciones, y me pregunto, que es para ti un hombre sabio, y le respondi, aquel que lo sabe todo, y ella insistio, pero como se puede alcanzar la sabiduria, y le dije, leyendo atentamente lo que esta escrito en las enciclopedias y casandose con una musa, y la señora Geertghe se sorprendio con mi respuesta pero parecio muy interesada y se acerco a mi y me siguio preguntando con mucho intertes sobre la vida y sobre el amor y sobre la soledad, y yo no sabia si ella preguntaba porque queria conocer o por saber si yo conocia, y le iba respondiendo lo que yo pensaba, y entonces me pregunto como se distinguia una musa y le respondi con las palabras del maestro Eneka, por la claridad que responde su cuerpo, un resplandor que deslumbra como la luna, por el lenguaje de sus gestos, que expresan los sentimientos mejor que las palabras, porque sus manos vuelan, porque caminan descubriendo secretos y por la manera como reciben las flores, y la señora Geertghe parecia entusiasmada, se levantaba y volvia a caminar como en un teatro y se reia y se arrodillaba ante mi y se quedo muy seria y me pregunto, tu crees que yo soy una musa, y le respondi, señora, sin duda existira algun hombre para el que usted es una autewntica musa, y ella quedo pensativa un instante, como si la memoria se le hubiera inundado de recuerdos tristes, y me dijo, te regalare una enciclopedia universal, pero te dire algo, las contradicciones que siempre nos atormentan no se resuelven mirando libros, y se acerco mucho a mi y me señalo con el dedo y me pregunto, con el tono de voz de quien hace una pregunta definitiva, que quieres ganar, y respondi siguiendo las enseñanzas del mayordomo Felix, su estimacion, señora, eso quiero ganar, y ella dijo, no seas mezquino, esa ya la tienes, de lo contrario como crees que ibamos a estar tratando de todo esto, y su mano hizo señales extrañas, bendiciones para espantar los malos espiritus, llamadas para que acudieran los tiempos buenos y brillara el sol, y fue a descansar esa mano suya en mi nuca, y sus labios coloreados y sus ojos tiernos y sus arrugas empolvadas quedaron frente a mi cara, casi tocandola, y me volvio a preguntar, cuanto quieres ganar, y recorde aquella otra pregunta del ingeniero Hendrik, que quieres ser de mayor, y tambien pense en las palabras de Eneka, puedes poner tus condiciones, y asi pense en una cantidad que era como el doble del sueldo de algunos mineros, y dije, novecientos setenta y cinco reales, que es el sueldo del capitan de un velero importante, eso es lo que quiero ganar, ademas de poder disponer libremente de los libros de la biblioteca, y ella volvio a reir y se coloco de espaldas al ventanal y estiro los brazos para tapar el sol, para detener la luz, y me dijo, si cumples con tu trabajo y mantienes a flote este barco te dare mil reales cada mes y podras disponber no solo de la biblioteca sino de cualquiera de las cosas que hay en el palacio, y aquella cantidad era para mi una fortuna considerable, por eso pense si no se estaria burlando, pero me acaricio las orejas y me dijo con mucha tristeza, vosotros si que teneis el futuro en las manos, y no supe a quien se referia con aquel vosotros, y dejo su mirada en un charco de luz que habia en el suelo y rio otra vez, pero ahora su risa era un velo que cubria las palabras que habia pronunciado.

Cene con Lucia y con Eneka y celebramos aquellas circunstancias imprevista que nos habian sucedido y en las que una vez mas lo increible se habia hecho realidad, y lo hicimos con una botella de jerez que yo habia sacado de la bodega, porque ya era el dueño de las botellas y tambien era el dueño de nuevos y singulares momentos, y le dije a mi hermana Lucia, ahora tendras todos los libros que quieras, tendras mas de los que puedas leer.

Me traslade a mi nueva dependencia y puse em marcha un plan de trabajo elaborado con riguroso orden para que nada de lo que me habia sido encomendado quedara en el olvido. A los pocos dias llegaron al palacio muchos embalajes que traslade al salon, y le pedi a Clarita, una de las ayudantas de la señora Elvira, que avisara a la señora Geertghe para advertirla sobre aquellos envios y ella llego y me dijo, todo es para ti, Nalo, y comence a abrir aquellas cajas y en las mas pesadas habia unos libros grandes de tapas negras, y en el tejuelo de todos ellos decia, Enciclopedia Universal Ilustrada, y estaban numerados desde el uno, a/acd, hasta el setenta, weg/zz, y segui abriendo cajas, y en las menos pesadas habia ropa, dos ternos de franela gris, camisas, pañuelos, un gaban, corbatas de tela muy fina, un sombrero, medias, zapatos de charol y botas de la marca Bata y otras prendas elegantes que yo habia visto lucir a los señores importantes que llegaban al palacio, y la señora Geertghe me dijo, para que seas un hombre sabio y tambien un joven elegante, y yo estaba a punto de llorar por la emocion y me sentia turbado por la vergüenza, porque nunca, ni en sueños, habia imaginado que alguien me pudiera hacer regalos tan valiosos, y le dije, señora, intentare con todas mis fuerzas corresponder dignamente a tanta generosidad, y me temblaban las manos y los labios, como si un aire gelido hubiera salido de aquellas cajas, y ella hizo gestos de asentimiento y satisfaccion y salio en direccion a los jardines.

El automovil llego una mañana en que yo le explicaba al nuevo aprendiz, un muchacho de trece años, nieto del cantinero Colino, la manera de proteger algunas plantas para que soportaran las heladas del invierno, que no tardarian en llegar porque ya andabamos por el mes de diciembre y las nieves estaban cerca. Lo conducia un hombre demacrado y flaco que parecia tener los vaivenes de aquel carruaje mecanico metidos en el cuerpo. Hablaba, se movia y se reia como si alguien lo estuviera golpeando con un martillo y el tuviera que esforzarse por mantener unidos sus huesos. Llame a la señora Geertghe, y el hombre, que se llamaba Eulogio, intento describirle a ella las propiedades del automovil, pero la belga le dijo, expliqueselo a Nalo porque va a ser el quien lo gobierne, y ella se fue, y el empleado de la General Motors, que era una compañia extranjera muy importante, con su voz electrica comenzo las explicaciones, primero me describio las caracteristicas, un Buick modelo 409, con cierre de capota, potentes frenos en las cuatro ruedas y motor de triple blindaje con valvulas en la culata, despues me hablo el señor Eulogio de los amortiguadores para la suspension de los neumaticos y me hizo sibirme en el asiento del conductor para que conociera cada uno de los dispositivos y salimos al camino de la fabrica para iniciar la primera de las quince lecciones de conduccion que la señora habia contratado con la compañia. No me resulto dificil aquella nueva tarea y no me hicieron falta todas las lecciones para que un ingeniero inspector de vehiculos me extendiera el certificado de aptitud para la conduccion despues de superar unos concursos sencillos en la Jefatura de Obras Publicas. El primer viaje, por expreso deseo de la señora Geertghe, lo hice con la señoria Elena, recien llegada de un viaje a la ciudad, donde tambien ella habia superado satisfactoriamente unas pruebas, pero las suyas mas dificiles y decisivas, pues se referian a sus estudios sobre el solfeo y el canto. Con la capota recogida, rodamos por la carretera que unia la fabrica con Vega del Caño y nos detuvimos frente a la barrera de un paso a nivel y vimos pasar una maquina de vapor tirando de muchos vagones cargados de carbon, y Elena me pregunto si estaba contento, y yo, para completar aun mas la descripcion de mi estado de animo, le dije que estaba contento y que era feliz por conducir un automovil nuevo en su compañia, y cuando se levanto la barrera, me pidio que aumentara la velocidad, que activara los resortes necesareos para que el coche volara, que queria sentir como el aire nos levantaba, y le adverti que la velocidad maxima permitida era de cincuenta kilometros a la hora, pero ella me ordeno, corre, corre todo lo que puedas, y asi lo hice porque no fui capaz de contradecirla y porque tambien yo queria volar a su lado, vuela, gritaba ella, y el coche rugia por las rectas de Galoyero hasta alcanzar los setenta kilometros a la hora y en las curvas de las canteras las ruedas cantaban una cancion de alaridos prohibidos y Elena levantaba las manos para colgarse de las rafagas de aire y yo era un capitan agarrado al timon navegando sobre el pavimento ondulante de los mares eternos, corre mas, Nalo, quiero volar, decia ella, y gritaba cuanto podia, como si alguien le estuviera arrancando el corazon, y yo deseaba que aquel viaje venturoso no terminara jamas, que todas las puertas se fueran abriendo, las puertas de los paises y las puertas de la gente y tambien las puertas del conocimiento y del amor. Nos detuvimos junto a unos salgueros que habia al lado del rio. Nalo, fue estupendo, me dijo y luego me explico cuanto le habia ocurrido los dias que habia estado en la ciudad, en casa de su amiga Aurora, aquella en compañia de la cual habia asistido a nuestra cita en la casa de los sauces, paseos al atardecer por las calles empedradas que rodeaban la vieja catedral, limonadas en las terrazas de los cafes de la Plaza Porticada, conciertos de musica barroca en el Teatro Paraiso, una fiesta en el Casino y las pruebas en el Conservatorio. Le dije, habras conocido a muchos jovenes distinguidos, y apoyo su mano en mi hombro y me dijo, Nalo, se que no actue contigo de forma correcta, pero he cambiado y quiero que hablemos, y le pregunte, de que quieres que hablemos, y contesto, de nosotros, eso dijo, de nosotros, y al pronunciar ella aquel pronombre plural, que a mi se me antojo completamente singular, abrio mucho los ojos, y me parecio que con la mirada ella se expresaba tam bien o mejor que hablando. Salimos del vehiculo para pasear junto a los salgueros, ella llavaba guantes y bufanda y se puso un gorro de lana, porque aunque lucia el sol, hacia frio y ya se veian las nieves coronando las Ubiñas, y estaba muy hermosa con aquel gorro azul con borlas encarnadas, y le dije, puedes acercarte a mi si lo prefieres, y junto su cuerpo al mio y la abrace y, como no habia nadie alli que pudiera vernos, caminamos como si ella no fuera la señorita y yo su chofer, caminamos como si fueramos novios y el tiempo se hubiera cerrado sobre nosotros, y entonces le dije, Elena, todos cambiamos, pero algunas cosas nunca consiguen cambiar, y pense que de pronto todas las barreras que nos separaban se habian derrumbado, y comenzo a besarme intensamente, y asi estuvimos hasta que se escondio el sol y volvimos al coche sin decirnos nada con el lenguaje de las palabras. Regresamos al palacio azul sintiendo la brisa toda en el rostro y sabiendo que habia silencios que callaban para que nada se estropeara. Al despedirse me dijo ahora tienes aqui tu propio cuarto y hay cosas que seran de otra manera, y ciertamente yo sabia que habia muchas cosas que ya estaban ocurriendo de otrea manera, muchas circunstancias inverosimiles que se estaban haciendo realidad.

Aquella misma noche Elena vis........................... ..........

Aquella noche, Elena visito mi cuarto. Hablamos mucho. Nunca habiamos hablado tanto. Ella me confeso que no le gustaba la ciudad de Gante para vivir y que solo volveria a ella ocasionalmente para visitar a su madre y a sus hermanas, pero que tampoco se sentia feliz en aquel lugar donbde los dos habiamos nacido, en el que la humedad andaba siempre torciendo los animos, y me hablo de ciudades luminosas donde la tierra era fertil y el sol lucia con descaro, ciudades en las que los rios no se desbordaban y las ventanas de los balcones permanecian abiertas, y me hablo de su aficion a la musica y al canto, trato de explicarme la vocalizacion y la regulacion de los tiempos respiratorios y la compensacion del timbre de los tonos y tambien trato de ilustrarme sobre los trinos, que eran adornos musicales y no solo gorjeos de pajaros como yo pensaba, y me manifesto que soñaba con cantar algun dia en teatros como el Bayreuth, construido por Wagner, que no era un arquitecto sino un musico celebre, o como el Strozzi de Florencia, la Scala de Milan, el moderno Drury Lane de Londres, el Olimpico de Vicenza, que segun su tia Geertghe era el mas hermoso del mundo, el Madison de Nueva York, en el que cabian dieciocho mil espectadores, o como el teatro Versalles, y cuando Elena pronuncio aquel nombre le pregunte, donde esta ese teatro Versalles, y ella respondio, esta en la ciudad francesa de Versalles, y volvi a preguntar, pero en el mismo Versalles donde estan los jardines, y ella contesto, claro, em ese mismo lugar, y le dije, escucha, y le conte a Elena como se habian construido el palacio y los jardines de Versalles, le conte la historia del jardinero Andre le Nôtre y de su familia, le describi minuciosamente parterres, bancales, laberintos, canales, estanques, pabellones, estatuas y fuentes, con sus nombres y la fecha de su construccion, y tambien le numere las calles y le detalle los trazados y le explique que los jardines de Versalles no eran jardines sino ciudades de agua y flores. Estaba tan emocionado contandole todo aquello a Elena que perdi el control de mis sentimientos y tambien perdi el control de las palabras, igual que le ocurria con frecuencia a mi hermana Lucia, y por eso le dije, hace tiempo que imagino tu cuerpo como los jardines del rey Sol, tus hombros como la arboleda de Girandula, tus piernas surgiendo del Gran Canal como las Calles de los Festines, tu cintura como el Parterre del Mediodia, tu voz como la cascada del Estanque del Dragon, y asi le fui describiendo su cuerpo tal como yo siempre lo habia pensado, comparandolo con alguna de las hermosas circunstancias de aquellos jardines, y ella quedo muda, con los ojos velados escuchandome, y cuando termine me pregunto, pero Nalo, cuando estuviste tu en Versalles, y le dije, en ese lugar estoy siempre que quiero, solo tengo que acudir a la Enciclopedia Universal, y ella dijo, la que te regalo tia Geertghe, y le explique, en esa tambien estan los jardines, incluso expuestos con mas detalle, pero fue en la de mi amigo y maestro Eneka donde los visite por primera vez, y ella se emociono y me beso tan apasionadamente como lo habia hecho junto a los salgueros de Vega del Caño, y me pidio que le describiera su cuerpo de nuevo con aquellos nombres tan poeticos, y asi lo fui haciendo, pero recorriendo con mis labios y con mis manos cada uno de los rincones que nombraba, y su cuerpo se fue humedeciendo como si los surtidores y los estanques y las fuentes que yo mencionaba cayeran sobre ella, y ella gemia y reia y lloriqueaba. Nos tumbamos en aquella cama grande e importante, y ya no quedo mas remedio que hacer aquello que estaba previsto que hicieramos, y ella pregunto, como se llama este surtidor que tu tienes, y dije, el surtidor de Neptuno, y reiamos mucho, y me suplico que la inundase con el, y unimos nuestros cuerpos. El mio flotaba. El suyo tiritaba terriblemente. Cuando jadeabamos desnudos mirando al techo, pense que habia viajes muy largos de recorrer que luego se desandaban en un instante, y que habia espacios que nos seguian sin descanso para que en ellos dejasemos una huella, y tambien pense que la huella a veces perduraba y nos mantenia felices y a veces desaparecia en algun lugar de la tierra para dejarnos desnudos y rotos y solo cubiertos por un hilo enredado. Por fin hice la pregunta. Elena, que quieres de mi. Me contesto, tu me has dejado muchos nombres, siento que algo me traspasa y me une a ti, pero no soy capaz de ponerle un nombre. Volvi a preguntar, que tienes tu que ver con mi nueva situacion en el palacio. Me dijo, tanto mi tia Geertghe como yo te queremos, aunque por motivos diferentes, asi que fue algo que ideamos juntas. Deberia haberle preguntado a Elena, por que me quieres tu, pero hay situaciones en que el miedo a la respuesta o el deseo de sobrevivir da ordenes instantaneas que obligan a modsificar las palabras, y por eso mi pregunta fue otra, por que me quiere tu tia Geertghe, y me dijo, en ti ella ve a tu abuelo Cosme, creo que aun lo quiere, que nunca dejo de quererlo y que no ha podido olvidar el romance que hubo entre ellos, y le dije, que romance, aquello no fue un romance, y me pregunto, es que tu no lo sabes, y le respondi, se lo que se, y le conte lo que yo sabia. Elena dejo que yo hablara y luego hablo ella. Lo que relato no pude creelo. Segun ella, mi abuelo y su tia habian mantenido una relaciuon intensa y secreta durante muchos años. Se veian en la casa de los sauces. Alguna vez habian viajado juntos fuera de la provincia. Nadie lo supo nunca, ni siquiera el consentido marido, señor Hendrik. Elena no sabia como y por que la relacion habia terminado. En realidad no sabia si habia terminado. La tia se confeso con la sobrina al descubrir el interes de esta por mi. Cuando termino de hablar le dije, uno de los dos miente, y ella dijo, quiza mientan los dos. Aquella noche, con Elena dormida en mis brazos, busque la mariposa. La vi o la soñe. Llevaba dibujados en las alas unos signos indescifrables, la senti como una especie de fuerza, pero no la fuerza con la que los vientos azotaban, el grisu estallaba o los hombres peleaban, sino una fuerza que me hacia regresar y me ataba al primero de todos los momentos. Cuando desperte, ella estaba vestida a mi lado susurreandome al oido una de sus canciones, no jures por la luna, por la inconstante luna, que cada mes cambia al girar su orbita. Le pregunte, volveras esta noche, y me dijo, tal vez, y se fue cantando, te lo entregue antes de tu pedirmelo y aun quisiera dartelo de nuevo.

Cuando ya parecia que las obras de Zalampernio tocaban a su fin, el abuelo Cosme comenzo la construccion del acueducto, y lo hizo sin ninguna ayuda oficial. Gonzalez Peña no habia vuelto por las obras y corrian rumores de que, junto con algun alcalde y otros dirigentes de la izquierda, andaba implicado en un asunto de trafico de armas. Un barco llamado Turquesa habia sido sorprendido en San Esteban y la policia habia descubierto unos depositos con municion y fusiles mauser. Las noticias eran confusas, aunque Alipio no tenia ninguna duda, se estaba preparando la revolucion. En los ultimos meses, las declaraciones de algunos diputados y dirigentes de la izquierda advertian de la necesidad de la conquista del poder por parte de los trabajadores, invitaban a la poblacion obrera a tomar las armas contra la bueguesia corrupta y explotadora, apoyaban la huelga activa y la toma de cortijos y fabricas y propiedades agrarias y organizaban desfiles milicianos con la bandera sovietica al frente. Por su parte, los dirigentes de la derecha hacian repetidas y exasperadas muestras publicas de su clericalismo, pregonaban con mas impetu el orden tradicional y el apoyo a la Iglesia de Dios a sus ideas y a su causa y abogaban una y otra vez por la hegemonia de una clase dirigente catolica que defendiera los privilegios de la religion, de los nobles y de los grandes propietarios.
Alipio andaba entusiasmado con la orientacion que tomaban los acontecimientos y le transmitia su entusiasmo a Aida, quien defendia cada vez con mayor intensidad la necesidad de un cambio radical en aquella sociedad injusta que nos habia tocado vivir. El ruso decia, no todo el monte es oregano, y seguia esperando el momento de huir con Angelica a alguno de aquellos lugares que el habia idealizado a base de nostalgia. Mi abuelo apenas comentaba nada que no hiciera referencia a sus proyectos, y cuando escuchaba las predicas de mi primo decia, hablar y hablar, eso es lo unico que sabeis, os vaia a atragantar con tanta palabra. Eneka y Lucia vivian su amor con descaro y asistian a cuantas manifestaciones culturales tenian lugar en la provincia, acudian a la Casa de Comedias, al Dindurra, al Pilar Duro, al Pombo o al Capitol a presenciar obras de Navarro y Torrado, de Quintero y Guillen, de Casona, de Jardiel Poncela o de los jovenes autores locales. Frecuentaban las salas de cinematografo y estaban al corriente de cuantas novedades se producian en el mundo del cinema, la exuberancia de Patricia Ellis, el gusto de Richard Arden, la elegancia de Evelyn Venable, quien nunca habia sido besada, el misterio de Greta Garbo, el oficio de Harry Lachman, la extrabagancia de Hepburn, la gracia de Estrellita Castro o la belleza de Dolores del Rio. Asistian a conciertos de orquestas nacionales y extrangeras, que traian musicas lejanas de Stravinsky o de Ravel. Visitaban los museos y cuantas exposiciones, conferencias o recitales poeticos se realizaban en Institutos, Circulos Recreativos o Ateneos Obreros. Poseian fotografias firmadas de Ida Rubinstein y de Bernard Shaw y habian adquirido dibujos de Socrates Quintana y pinturas de Piñole. Era intencion de ambos emprender el negocio de un establecimiento de venta de libros, revistas, materiales de pintura y escritura y carteles cinematograficos, para el cual ya habian elegido el nombre, <Casa de las musas>, habian adquirido un local cercano a los liceos y a la Escuela de Ingenieros, y habian contactado con algunos distribuidores y comerciantes del ramo.
Un domingo que visite a los abuelos para llevarles unos dulces que habia preparado Elvira, encontre a la abuela cosiendo unos trapos y al abuelo con los codos apoyados en la baranda del corredor y las manos juntas, como si estuviera implorando al cielo. Fue el dia en que el se decidio a continuar con el proyecto. Le dijo a la abuela, Angustias, voy a recoger las aguas del manantial Furmiguero para llevarla a todas las casas que hay desde Zalampernio hasta el rio. La abuela dejo lo que estaba haciendo, levanto la vista y con su voz parsimoniosa y cada dia mas desapacible le dijo, Cosme, por mi como si te vas al Infierno a construirle una fragua al diablo, tienes cama y te empeñas en dormir en el suelo, asi que no te tengo ningun duelo y me importa un carajo lo que construyas o dejes de construir. El abuelo miro sorprendido a su mujer y la vio extraviada, ahogada en la indolencia y envuelta en un halo de brillos rancios provocados por la rutina y el tedio, por la irremediable sensacion de fracaso y por la ausencia de cualquier atisbo de entusiasmo, y le dijo, si no empiezo esa obra puedo darme por muerto, y ella me miro a mi y me dijo, tu abuelo, ahi donde lo ves, tan suyo, tan neutral, esta muerto, hace mucho que esta muerto, yo misma toque las campanas el dia de su entierro, y ahora anda por ahi de fantasma resucitado intentando engañarnos, pero yo se quien es, yo se como tiene de atrofiada la conciencia, que de zarza en zarza va dejando el cordero la lana y con esos polvos se hicieron estos lodos que ahora nos acompañan. La cara de mi abuelo se habia tensado, su respiracion se habia acelerado y sus ojos habian perdido la serenidad y estaban turbios, como si ella padeciera vertigo y hubiera quedado suspendida sobre un precipicio. El abuelo se quedo quieto hasta que ella termino de hablar, luego se acerco y le pregunto, cuanto hace que no nos besamos, y la tomo por las manos que temblaban, y le pidio que cerrara los ojos, y ella asi lo hizo, y el dejo un beso en sus labios y luego dejo otro y despues otro, tres veces la beso, y dijo, ahora soy yo quien cierra los ojos. En aquel instante descubri en mi abuela arrugas, cicatrices, manchas, ulceras y brillos en los que nunca antes habia reparado, arañazos que habian dejado en su rostro tantos años de tediosa rutina, casi medio siglo sin salir de aquel lugar y sirviendo de lazarillo a un hombre que la habia enseñado a leer, que la habia llevado a vivir a una casa de ricos, que habia convertido para ella algunas noches en dias de sol provocandole una pasion estuosa y abismada, un hombre que habia engendrado en ella cuatro hijos pero que tambien le habia mostrado los semblantes mas amargos de la soledad y se habia situado tan lejos de ella que ella habia terminado por desprenderse de su presencia y se habia resignado a vivir en la distancia ensimismada en el recuerdo de sus muertos. El abuelo permanecio con los ojos cerrados y sin soltar las manos de su mujer. Ella levanto sus labios, se sostuvo sobre la punta de los pies y beso los parpados de su marido, primero uno, despues el otro, y el se limito a quedarse quieto. Desde el rincon del corredor donde me encontraba, pense que no solo las almas se perdonan, que tambien existia el perdon de los cuerpos a traves de una caricia tierna, de un contacto que ahogaba la congoja y borraba señales, y tambien pense que el perdon nunca era consecuencia de un veredicto, y desde aquel dia, para mi, el perdon siempre seria un beso que te dan cuando tienes los ojos cerrados. El abuelo dijo, voy para Zalampernio, y me pidio que le acompañara. La abuela quedo deslumbrada mirandolo y le pregunto, sabes los años que tienes, y el respondio, mas o menos los que van pasando, y la abuela le dijo, pues cuidate mucho la espalda.

Fue por aquellos dias cuando incendiaron la iglesia de San Cristobal y pintaron las paredes del convento de los frailes con figuras obscenas y frases contra el clero. Debieron de ser varias las causas que motivaron la manifestacion, el cierre patronal de unos telares, la muerte por desprendimiento de un picador y su ayudante minero y el sentimiento insurreccional de muchos contra una Republica, para ellos, inaceptable y burguesa, sin capacidad de reforma social y con clara tendencia a los comportamientos represivos. Diferentes grupos de manifestantes se concentraron en la estacion, frente a la cantina de Colino, en un dia desapacible de lluvia suave pero constante y viento arremolinado, y alli unieron su rabia y sus gritos iniciando una marcha que habria de terminar en tragedia. Se sostenian pancartas contra patronos reaccionarios, contra el clero fascista, contra las huestes negras de esquiroles renegados y contra la fuerza publica represora, y se exhibian banderas con los simbolos de los diferentes grupos revolucinarios. Delante de todos iba Juan Jacobo Varela Caparina arrullado por las caricias de la llovizna en la melodia del violin que rasgaba con impetu alternando la concentracion en el vibrar de las cuerdas con los gritos de animo de gallo que anuncian el amanecer, porque para el, como para quienes lo seguian, el barco de la revolucion habia llegado a puerto y flotaba en el caldo mas propicio para barrer y destruir obstaculos, y los hombres y las mujeres del pueblo oprimido poseian el coraje y la voluntad necesarios para vislumbrar una sociedad donde hubiera libertad, pan, vestido, vivienda, cultura y recreo para todos, de cada uno segun sus medios y a cada uno segun sus necesidades, una sociedad nueva mas alla de los torpes argumentos capitalistas basados en el autoritarismos y la explotacion, mas alla de las trasnochadas supersticiones religiosas, mas alla de las mentiras de la ciencia, y ya no estaban esos hombres y esas mujeres ciegos por la necesidad, sordos por la educacion o mudos por el espanto, y sentia Juan Jacobo a cada paso y en cada compas de sus melodias y por cada grito de su garganta, que la tierra giraba con otro rumbo y que los corazones se hinchaban con el aire de la esperanza, y muchos voceaban que habia que aterrorizar a los guardias civiles y a los de asalto, mandar al carajo a los curas, provocar una catrastrofe en los registros de la propiedad, sembrar el panico entre los funcionarios, entrar como ciclones en los bancos y en los palacios, soltar a los presos y amarrar a los centinelas, triturar los escudos nobles y las estatuas burguesas y reducir a astillas las imagenes de los santos, avanzar hacia la libertad con el paso firme y definitorio de una gran cuchilla giratoria que cortara de tajos limpios los cimientos de la desigualdad y convirtiera en escombros los casinos y los parlamentos y las iglesias y las salas de audiencia. Unos pedian la constitucion de soviets, como simbolo de la fortaleza proletaria, y otros reclamaban la creacion de comunas libres para que autoritarismo y burocracia fueran sustituidos por autentica democracia, y tambien habia quienes no pedian nada y solo cantaban con mucha alegria y satisfaccion, por saber donde estuvieras no se lo que yo daria porque te quiero de veras rosita de Alejandria, y muchos grupos pequeños fueron haciendo un grupo grande que era ya muchedumbre, y la musica de Caparina ya no se oia porque la ocultaba el bramido de un enjambre de voluntades hambrientas, y el anarquista levanto su violin para hacer de el una bandera y grito, viva la musica y viva el amor libre. Subierron por el puente viejo sin tropiezos, andando y gritando al unisono, salieron a la plaza de las higueras asustando a los pajaros, entraron en la calleja de la peluqueria del señor Patricio con la intecion de llegar hasta el ayuntamiento, pero al pasar junto a la iglesia se toparon de frente con un cura Belio iluminado por la gracia de Dios, custodiado por media docena de fieles mujeres, armado con roquete, estola y bonete morado y amenazando al gentio con liquido bendito de un hisopo que a el se le antojaba gigante, poderoso como la misma garra de Dios, y en el destello luminoso de su fe se creyo dueño absoluto del poder sobre todas aquellas almas descarriadas, muchas de ellas redimidas del pecado oruginal por el, muchas llevadas a la confirmacion de su condicion cristiana por el, muchas conducidas a la comunion primera con el cuerpo de Cristo por el, muchas atadas para siempre en sagrado matrimonio por el, y aquella certidumbre sobre su poderr le hizo levantar el hisopo y asperjar a la jairia furiosa trazando repetidas cruces en el aire para exorcizar los pecados revolucionarios, y el rezo de las letanias de sus acolitas se hizo mas intenso, mater amantisima, ora pro nobis, mater nobilisima, ora pro nobis, y don Belio arrimo un taburete y se subio al muro del portico para que su poder espiritual fuera mas evidente, y grito, deteneos, hijos de Lucifer, postrad vuestras rodillas en tierra y suplicad el perdon de Dios. Una de las mujeres interrumpio su rezo para tirar de la sotana de su parroco y le dijo, callese usted, por Dios, que lo esta empeorando, y vamonos para dentro, pero el anciano sacerdote miro a aquellos naufragos de la verdad y los vio como a corderos incredulos llevados por las artimañas marxistas y libertarias al matadero de la revolucion, y sus ojos se pusieron tristes y se llenaron de lagrimas, sus labios se quedaron mustios y comenzaron a hablar en latin, que era la lengua de Dios, pepulit aurex vox meas, la mano se le quedo extendida y el hisopo clavado en la lluvia, y en medio de aquellas gargantas endemoniadas, en medio de la muchedumbre enfurecida por tantos años de una infructuosa doctrina que habia transformado la vida en una cruz, contra la ira templanza, contra la lujuria abstinencia, contra la injusticia comprension, contra la miseria paciencia, contra la riqueza agujas de hondones amplios, contra la pobreza resignacion, contra el deseo mortificacion, contra el dolor y el hambre promesas de un lejano paraiso celestial, al cura Belio se le petrificaron las palabras y los alientos se le escurrieron con la lluvia por el barro y antes de que pudiera entender el destello de lucidez que le sobrevino, se vio arrastrado hacia dentro del templo y el clamor unanime de la venganza le partio el corazon en dos. Cuando fue atado a la gran cruz de madera descolgada del retablo, ya su memoria habia perdido la relacion de sus pecados y la cuenta de sus meritos, sus ojos se habian quedado sin luz, sus carnes ya estaban inertes para sentir los clavos de aquel martirio y su alma ya salia del cuerpo, volaba consagrada lejos de aquel infierno para no ver como se destruia a martillazos el sagrario bañado en oro con racimos de esmeralda, regalo del marques de San Feliz, y como se reducian a polvo las imagenes de san Cristobal, de san Roque, de santa Lucia y de la Inmaculada Madre de Dios, para no escuchar el estrepito de los vitrales de colores, regalo del rey numero doce de los llamados alfonsos cuando vino a inaugurar el paso del tren por el puerto, y tambien se habia ido volando el alma de don Belio para no presenciar las figuras obscenas que algunos improvisados artistas andaban dejando en las paredes. Alguien dijo, no lo claveis que ya murio del susto, porque estaban dispuestos a crucificarlo. La sacristia estaba en llamas, ardian las credencias y los misales, las casullas, estolas, albas y otras ropas de ceremonia. El fuego se fue extendiendo a los cortinajes de las capillas, a los bancos y al retablo. Habia quien gritaba exaltado porque soplaba el viento de la destruccion de todo aquello que en el universo nuevo ya no seria necesario, y entro ese viento por las ventanas sin vidrieras, y venia de los confines de los arrabales y de las barriadas donde habitaba la miseria y la desesperacion, y ese viento esparcio las llamas y tambien esparcio entre la muchedumbre que huia una pregunta, cuando vendria aquello que tenia que venir, cuando lo increible se acabaria haciendo realidad. Unos cuantos consiguieron sacar el cuerpo de don Belio antes de que fuera alcanzado por las llamas. Algunas mujeres lloraban. Juan Jacobo Varela Caparina se arrimo a la fachada de la peluqueria para resguardarse de la lluvia. Se agacho y se sento en una piedra y protegio el violin con los dos brazos. El señor Patricio muy nervioso asomo la cara por una de las ventanas y le dijo a Caparina, sois unos criminales. El violinista miro hacia el y unas gruesas gotas de lluvia le cayeron en la cara. Le dijo, metase para dentro si no quiere tener problemas. Luego siguio contemplando como el grupo, ya menos numeroso, avanzaba en direccion al ayuntamiento. Cuando la lluvia apago las llamas, Juan Jacobo camino hacia la casa de mi hermana. Alli, Eneka, Lucia y yo, ajenos a cuanto habia sucedido, repasabamos una lista que yo habia preparado con algunos libros de la biblioteca del palacio. Estaban decididos a abrir el negocio de la libreria antes del verano. Juan Jacobo venia empapado. Mi hermana le preparo ropas secas. Nos arrimamos con el al fuego y nos conto los detalles de lo que aquel dia habia acontecido.

Caparina queria decir mariposa. Sus alas delanteras eran armiñadas y especialmente delicadas para acariciar a las mujeres y para tocar el violin. Tambien a veces habian manipulado detonadores. Sus alas traseras eran agiles y robustas, acostumbradas a esconderse de los guardias y a huir de los somatenes. Tambien a veces habian volado hasta los balcones buscando amor. Llevaba el cabello en desorden, de tanto volar. Tenia el tronco peludo, como si acabara de revolcarse en el musgo, y habia arrugas frunciendo la comisura de sus labios. Dos veces se habia escapado de la carcel y ahora vivia en una cabaña pintada de azul en el cerro de los avellanos, con muchas pieles de zorro por los suelos y columnas de libros sosteniendo fotografias de la revolucion bolchevique. Hacia diez años que habia ingresado en las iniversidades para estudiar las leyes, y ocho que andaba por el mundo socavando los cimientos de esas leyes y demostrando el sectarismo y la inutilidad de las mismas. Creia ciegamente en la posibilidad del amor de todos con todos y, cuando estaba cansado, siempre decia, que es la vida sino esa necesidad de andar un poco mas de la raya. A mi me gustaba escuchar su voz lenta, entregada siempre entre susurros por la costumbre de hablar en secreto. Su sabiduria era mas desconcertante e incomprensible que la sabiduria del maestro Eneka.

Mi hermana dijo, si la gente amara la musica y la poesia no haria falta ninguna revolucion. Juan Jacobo queria a mi hermana y siempre pense que de no haberse adelantado Eneka el hubiera terminado viviendo con ella. Le dijo, Lucia, puede que tengas razon, pero a quien tiene hambre no podemos ofrecerle unicamente versos, y a quien sufre no es posible calmarle el dolor con la musica de un violin como unico remedio. Eneka miro a Caparina y pregunto, quieres decir que la unica oferta valida es la violencia. Mi hermana no dejo responder al violinista y sentencio, a veces para defenderse hay que matar, y lo dijo con mucha amargura en la voz y con tristeza en los ojos, y recorde aquello que ella me habia contado sobre la muerte de su marido Julian. Juan Jacobo cerro los ojos y se acerco mas al fuego. Se ilumino su cara y una sombre cruzo su cabeza. Nos dijo, los hombres guardan en la cobardia de su corazon la esencia de los valores eternos, porque hay valores que perduran como perdura el oro de ley, y sin embargo los hombres exhiben lo peor de si mismos, aquello que no perdura porque vale menos que la chapa de una lata, pero hay momentos en la historia en que los hombres no pueden aguantar mas y hacen que su corazon estalle para que salgan a la luz todos los secretos y se desmorone la mentira de sus vidas, y en esa explosion de verdad, la conciencia liberadora no puede progresar sin rupturas o conflictos, y asi, en las manifestaciones espontaneas de rechazo a las reglas de vida admitidas y a la falsa cultura transmitida aparece la violencia, pero no la violencia entendida como fracaso de la razon que no logra por sus pocos medios instaurar unas relaciones justas entre los hombres, sino como un mecanismo radical y definitivo de renovacion, sin la muerte de la crisalida no existe la mariposa. Me pregunte por que la palabra mariposa tenia para todos nosotros un significado especial. En aquella palabra habia luz y color y habia renacimiento, en su pronunciacion habia un intento de conjurar la inercia de las cosas, en su comprension habia musica y danza y jubilo, en su busqueda habia vertigo y en su encuentro invulnerabilidad. Todos de alguna manera jugabamos a ser mariposas. Eneka dijo, cierto es que la violencia es la que impone el orden y cierto que tambien es la que sueña con destruirlo, por eso yo creo que en los parlamentos y el los gobiernos deberia haber personas muy sabias que conocieran el corazon de las gentes y la esencia de las cosas, personas que inventaran leyes que evitaran la violencia. Caparina replico, sabios hemos tenido en los ultimos gobiernos, profesores y hombres de letras, catedraticos y expertos en leyes, hasta investigadores de la ciencia, y poco han contado para ellos las necesidades del pueblo. Eneka dijo, yo no hablo de esa sabiduria que tu dices, la sabiduria a la que me refiero no la dan los titulos academicos, es una sabiduria de la que ya hablaba el griego Platon, segun tengo leido, un hombre nacido cuatrocientos años antes de Cristo que ya defendia la igualdad entre hombres y mujeres y que ya explicaba que la justicia no es la tirania de la ley del mas fuerte, ni el contrato social, ni ninguna organizacion politica temporal, un hombre que decia que los gobernantes debian vivir sin dinero y sin familia, existiendo para ellos una comunidad comunista de mujeres e hijos, para asi poder gobernar la ciudad justa cuya estructura debia poseer las tres capacidades, el conocimiento, la voluntad y los instintos, y de esa sabiduria es de la que te hablo yo. Eneka habia estado casado con la musa Clio y ahora vivia con la musa Caliope, por eso su sabiduria iba en aumento. Juan Jacobo le dijo, es bueno que cites a Platon, yo tambien estudie las enseñabzas de ese hombre, el decia que nuestra naturaleza humana temporal es como la de unos prisioneros que siempre hubieran vivido en una cueva y tomasen como verdadesras realidades las sombras, los idolos del interior, cuando la realidad esta fuera de la caberna, y que es la revolucion sino la transformacion de esa naturaleza para sacar al hombre de las tenebrosidades de la no existencia y asi conducirlo al mundo de las ideas perfectas. Tambien Juan Jacobo era un hombre sabio porque vivia y volaba como una mariposa y porque sabia tocar el violin. Eneka le dijo, las necesidades del pueblo no han contado porque quienes legislan no son sabios sino mistificadores, hablan por el solo placer de oirse, todo lo siembran de mentiras porque no aceptan aquella verdad que demuestra que unicamente se representan a si mismos, ellos no buscan modificar nada sino la exaltacion de su propia imagen, y asi fueron hasta ahora y asi seran despues, haya o no haya revolucion, porque esos que gritan desde lo alto de los muros y entregan las armas al pueblo para luego dirigir y manipular su corage, aunque posean la razon de los acontecimientos, caeran en los mismoe errores que sus predecesores porque tampoco ellos han alcanzado la sabiduria verdadera. Mi hermana Lucia se habia acercado a mi y con la mirada me habia pedido que la acariciase. Me gustaba hundir mis dedos en sus cabellos, como si mi mano fuera un peine. Le pregunte al oido, eres feliz siendo Caliope, y mordiendose el labio inferior y sonriendo movio la cabeza para decirme que si. Eneka estaba diciendo, ninguna revolucion se hace con una doctrina en la mano, porque si hay doctrina no hay revolucion, y Juan Jacobo se levanto, parecia cansado, se estiro y le dijo a Eneka, tu no entiendes la revolucion, y Eneka le contesto, todos empezamos siendo revolucionarios, y edespues crecemos sintiendo el fracaso de esa ilusion, luego envejecemos y contamos historias para disculpar el fracaso, para justificar aquellas ideas que teniamos, asi la rebelion de los jovenes se transforma en comodos asientos donde reposa la prudencia senil, tu vete y haz lo que tengas que hacer. Entonces Caparina me miro a mi y me pregunto, y que pasa contigo, que vas a hacer tu en ese templo del capitalismo injusto donde vives ahora cuando llegue la revolucion, y yo solte a mi heremana, me levante y le dije a Juan Jacobo, alli hay flores y hay libros y puedo prepararme bien, y entonces el violinista solto una carcajada y me pregunto, prepararte para que, y le respondi, para ser un hombre sabio como mi amigo Eneka. Lucia me abrazo y me dijo, estoy segura de que llegaras a ser un hombre importante, y explique que yo no queria ser importante, que solo queria llegar a entender por que las personas hacian lo que hacian y por que las cosas eran como eran. Juan Jacobo me dijo que nada de lo que habia en aquel palacio azul podia durar, y Eneka le dijo, hablas como si el estallido de la revolucion fuera cuestion de dias, y el violinista aseguro, lo es, y Eneka pregunto, que pasara con los militares, ellos han sido quienes han sostenido todas las tiranias durantes años, han torturado, censurado, encarcelado y manchado de sangre sus iniformes, y sin ellos nadie sera capaz de mover un dedo. Caparina tardo en responder y parecia que ya se iba sin hacerlo cuando dijo, ellos tambien son hombres que sufren injusticias y habra muchos que crean en la libertad.

Volvi al palacio, donde me esperaba otra noche de amor con Elena en la cama importante, sin creer en el anuncio de Caparina. Con Elena nunca hablaba de las revueltas sociales, como tampoco hablaba del futuro de nuestra relacion, pero aquella noche le pregunte, sabes que esta a punto de llegar la revolucion, y ella me abrazo la cabeza y me la estrujo fuerte y me dijo, en esta casa ya hace dias que ocurrio una revolucion, y cuando me solto la cabeza le pregunte si no tenia miedo de perder todo aquello que tenia, y ella me respondio, mi tia Geertghe me contaba cuando yo era niña muchos cuentos de sirenas, ellas no tenian nada mas que su capacidad para enamorar a los hombres, y cuando Elena me dijo aquello ya estaba desnuda, sin ninguna prenda de ropa encima, y cuando extendio su desnudaz a lo largo de la cama importante todo cuanto rodeaba la cama se volvio minusculo porque ella se hizo grande, tan grande como los rayos que iluminaban los cielos y derribaban arboles, tan inmensa como el sol que aparecia de pronto para crear o destruir la vida, tan poderosa como el viento que sembraba la rebelion de las olas, y toda ella era una luz deslumbrante, pero la luz se terminaba en ella porque aquello minusculo que la rodeaba se habia vuelto oscuro, como un amasijo de sombras, y pense que yo era un hombre con suerte porque una mujer hermosa y desnuda tumbada sobre una cama importante en un palacio azul de ingenieros belgas me estaba esperando, y tuve que entrar en aquella luz para no ser reducido por las sombras, y fui hacia ella y le dije, eres la musa Talia, y ella, señalandome con una mano sus pechos y con la otra la mata de vello claro debajo de su vientre, me dijo, escribeme aqui con tus dientes lo que acabas de decir, y escribi, alli donde ella me habia indicado, el nombre de la musa Talia, y lo hice con amor y tambien lo hice con rabia, porque su cuerpo era inocente y malvado a la vez, como la naturaleza misma, un cuerpo tan capaz de protegerme como de destruirme. Me pregunto, como sabes que soy una musa, y le dije, lo se porque el maestro que me lo enseño todo estuvo casado con la musa Clio y ahora vive con la musa Caliope y sabe todo lo que hay que saber sobre las musas, lo se porque tu cuerpo alumbra como alunbra la luna y porque te expresas mejor con los gestos que con las palabras y porque caminas descubriendome secretos y porque tus manos vuelan y tambien se que eres la musa Talia porque me lo esta diciendo una mariposa que tengo metida aqui dentro. Y cuando termine de hablar, Elena lloraba, y le pregunte, por que lloras ahora, y me respondio, porque nunca antes me habia sentido mejor, y me pidio que nunca mas la llamara Elena, que desde aquel instante la llamara siempre Talia.

El ruso Basilio venia del cinematografo, acompañado de Fredo, el nieto de Colino, cuando les salio al paso un grupo de cuatro hombres embozados. Habian ido a visionar una pelicula rusa que trataba del amotinamiento de los marines del acorazado Potemkin y de la matanza de los mismos a manos de los cosacos en las escalinatas del puerto de Odessa. En la cinta trabajaba el actor Vladimir Barsky, amigo de la familia de Basilio. Un sentimiento de nostalgia empaño las emociones del ruso, quien no pudo reprimir las lagrimas al contemplar las imagenes en la pantalla. Mira, Fredo, ese es mi amigo Vladimir, le decia a su compañero, y luego, con una mano estirando su barba de profeta, le explicaba, que jodida es la memoria, ella manda los recuerdos cuando le viene en gana, se van y vuelven, hasta cruzan los oceanos para venir a pegarse a ti como el musgo se pega a las piedras, son trozos de tu vida que creias perdidos y que regresan para recordarte quien eres. Lloroso y nostalgico caminaba el ruso, explicandole a Fredo las maldades de la memoria, cuando al entrar en el camino de la cantina, aparecio el grupo de los embozados. Se abalanzaron los cuatro sobre Basilio, ignorando a Fredo, quien corrio a buscar ayuda. Cuando llegamos estaba recostado contra el muro con sangre en la boca y apretando con las manos el estomago. Recuerdo como le brillaba la barba con el relumbre de la luna. Fueron los fascistas, dijo mi primo Alipio, seguro que fueron los cabrones de los fascistas, pero el ruso le indico con la cabeza que no, que no habian sido los fascistas, y entonces quien fue, preguntamos, y a duras penas, escupiendo la sangre a cada palabra, nos indico que le habian zurrado por mandamiento del señor Patricio. A mi me dejo con una proposicion en la boca, la de llevarlo, precisamente, a casa del practicante para una primera cura, asi que pense en otra solucion y dije, lo llevamos al palacio y mandamos aviso al medico de los belgas, pero Alipio dijo, no, no vamos a ir al palacio, vamos a ir a la barberia para ver que cara pone ese cabron cuando nos vea aparecer con el resultado de su fechoria. Por el camino nos conto Basilio que los hombres embozados lo habian insultado llamandole extranjero cabron y comunista hijo de puta y que le habian advertido que no volviera a acercarse a la niña Angelica si no queria morir como un perro. El señor Patricio tardo en abrir la puerta, y ya Alipio habia roto los cristales de una ventana y buscaba una viga para tumbar la puerta, cuando aquel hombre de ojos despavoridos, barbero y cirujano menor y boticario y autor de necrologias, aparecio con una lampara en la mano y la borla del gorro que usaba para dormir rebotandole en la nariz. El ya sabia quien era el herido y tambien sabia por que acudiamos a su dispensario, porque no dijo nada y nada pregunto, ni siquiera cuando Alipio lo insulto y lo acuso y lo amenazo con cortarle los huevos y ponerselos de collar si no atendia de inmediato al ruso, asi que, con las manos temblorosas y el rostro livido, como si se hubiera quedado sin sangre, el señor Patricio nos hizo una señal con la lampara para que lo siguieramos, y entramos en la sala de curas y Basilio se tumbo en una colchoneta que habia sobre una mesa dispuesto a recibir la asistencia de aquel hombre aturdido y conmocionado por aquella imprevista circunstancia, arañado por los rasguños del desespero, y Basilio dijo, me duelen todos los huesos, y el señor Patricio ya debia de andar flotando en el sudor frio de la impotencia porque dejo que su pensamiento se escurriera hasta el remanso de la palabra, y dijo, quitenle las botas que me va a ensuciar el camastro, y Alipio se abalanzo sobre el y le sujeto la cabeza con las manos y le contesto, no te preocupes por eso hijo de la gran puta, cuando acabemos con esto quemamos el camastro y si no te parece bien te quemamos a ti con el.
La niña Angelica entro en el cuarto sigilosa, arrastrando su espalda por la pared, asustada por aquella circunstancia que sin duda habria de comprometerla y se quedo inmovil contra el aparador sin atreverse a decir palabra. Tenia los mismos ojos verdes y la cabellera brillante de su madre. De su padre habia heredado el tamaño y la hechura del cuerpo. La vi palida y con alguna irremediable confesion atragantada en la boca. El ruso le dijo, ven, y le extendio la mano, y ella obedecio y fue hacia el. El señor Patricio hizo intencion de detenerla, pero Alipio le puso la mano en el pecho y le advirtio, esto que sienten estos dos ya no lo para ni Dios, y aqui mismo le digo que al primer impedimento que usted ponga le prendo fuego a esta casa, fascista cabron, eso fue lo que mi primo le dijo al practicante, y este se enfervorizo con aquella amenaza y saco toda la rabia que tenia contenida y grito, sois todos unos criminales, mi hija no sera para ningun extranjero muerto de hambre, comunistas y criminales sin moral ni religion, eso es lo que sois, antes la mato y os mato a todos, y se le reventaban los carrillos con tanta sangre que le subia hacia la cabeza y una materia espumosa se le escurria por la boca y yo pense, pobre señor Patricio, porque pobres me parecian todos aquellos que se empeñaban hasta la muerte en el manejo inutil de otras vidas, tu hija ya no es tu hija, le hubiera dicho yo a aquel hombre que segun mi hermana componia pesimos versos, pero que siempre me habia cortado el cabello con maña y esmero, y en aquel momento de desesperacion el estaria pensando, tantos años de mortificaciones esteriles, tantas noches en vela por esta hija a quien para mi perdicion la naturaleza doto en exceso, tantas verdades tragadas enteras ardiendo en el estomago como si fueran brasas, tantos servicios publicos prestados sin ningun beneficio a esta patria exasperada para que ahora le traten a uno como a un malhechor, y el señor Patricio, arrullado por el orgullo de saberse alimentado por la verdad, volvio a gritar, esta vez empuñando las tijeras con las que habia recortado las vendas para Basilio, os voy a rajar a todos, por anarquistas, os voy a echar encima un batallon de asalto para hundiros en la puta miseria. Entre Fredo y yo sujetamos a Alipio, quien ya tenia agarrado al practicante por los huevos. Sin que cesaran las amenazas ni los alborotos, el practicante termino de curar a Basilio, y llorando su desgracia, humillado por una pena que fumigaba su corazon hasta hacer de su vida una pesadilla de muerte y como si ya en la vida le quedara unicamente el aliento para pronunciar aquella pregunta, le dijo a su hija, pero niña, me puedes explicar por que quieres a este hombre, y la niña Angelica bajo los ojos y, con la voz desfallecida de quien lleva dias alimentandose unicamente con los efluvios temibles de la incertidumbre, le contesto a su padre, porque cuando el me mira me pongo contenta y porque me va a llevar a conocer lugares fantasticos y porque, perdoneme usted padre, pero llevo aqui en el viente un hijo que es suyo, y por todo eso lo quiero, y tambien porque nunca me grita y me habla siempre de una manera muy dulce. El señor Patricio perdio el conocimiento y cayo contra el botiquin y se desparramaron los farmacos y se hicieron añicos los frascos y Basilio se incorporo y se abrazo al vientre de la niña Angelica y nos dijo a todos, sera un niño y se llamara Milciades, como mi padre.

En la primavera del año treinta y cuatro, el abuelo Cosme seguia construyendo el acueducto con la ayuda de algunas cuadrillas de voluntarios. El seguia siendo un personaje extraño para el pueblo, querido por sus acciones siempre desinteresadas, pero incomprendido por sus argumentos y sus razones. Regresaba de Zalampernio al atardecer y se pasaba por la cantina de Colino para conversar y beber unos tragos de marrasquino antes de volver a casa. Hacia tiempo que solo cenaba pures y compota de frutas. Con la abuela apenas cruzaba palabra, como si ya todo se lo hubieran dicho. Cuando yo acudia a visitarlos, el abuelo me preguntaba por el trabajo en el palacio. Que hiciste hoy, me pregunto aquel dia, y yo le explique, anduve con Fredo abonando los rosales y reparando los setos, subi con unos peones hasta la casa de los sauces para indicarles la faena, vamos a enlosar la llanada del sauce grande para evitar el barro, arrime leña a todas las chimeneas de la casa por si volviera el frio, que Eneka dice que ha de volver y con mas virulencia, lleve a la señorita Elena en el auto para que asistiera a sus clases de musica, converse con Basilio y con la niña Angelica, que andan con los preparativos de la boda, una ceremonia intima por expreso deseo del señor Patricio, le repare a la señora Geertghe la mecedora, que tenia un balancin partido, recibi a unos viajantes que vendian maquinas para cortar el queso y los embutidos, sembramos capuchinas y petunias nuevas junto al muro de la fabrica, volvi hasta los conservatorios para buscar a la señorita Elena, comi un guiso de gallina que preparo la señora Elvira, estuve en mi cuarto leyendo en la enciclopedia un articulo sobre topografia, mas concretamente sobre los gomiometros de presion, di de beber a los caballos, atendi a los carboneros y por ultimo me llegue hasta aqui para verlos a ustedes. El abuelo me escucho recostado contra los tiestos del corredor, adonde salia a liar y a fumar su tabaco. Me pregunto, como esta ella, y yo le dije, quien es ella, y el insistio, ella, ya sabes, y en aquella pregunta no habia curiosidad sino deseos de escuchar referencias a la mujer que sin duda aun ocupaba parte de su memoria, y le dije, bien, esta bien, le gusta recoger flores y repartirlas por toda la casa, algunos dias ella misma prepara guisos especiales en la cocina con la señora Elvira, aun monta a caballo para pasear hasta la casa de los sauces y algunas tardes me pide que la lleve en el auto hasta el Cafe Oriental para tomar el te y leer algunas revistas. El abuelo enarco las cejas y hablo con una voz abandonada, sus palabras rodaban como ruedas que se hubieran salido de los ejes, cada una tenia su ritmo, sin embargo todas avanzaban en la misma direccion. Me dijo, a veces miro hacia atras y lo que antes me parecia inmenso ahora no mide mas de un palmo, lo que antes me parecia grandioso ahora se muestra ante mi liviano como una pluma de gorrion, aquello que en otro tiempo podia emocionarme ahora ni siquiera me suscita una mirada, las solidas chimeneas de la fabrica se han convertido ante mis ojos en fragiles juncos a los que puede tumbar una simple brisa, y estos errores no se si son de ahora o son de entonces, pero son señales de un fracaso, aunque de nada sirve pensar que las cosas pudieran haber ocurrido de otra forma, solo hay un camino para recorrer, empece mal porque tuve una infancia oscura y llena de miedos y una juventud a trompicones, tropezando contra la pobreza y la desgana y llenandome siempre la conciencia con preguntas que nunca tenian respuesta, pero sobre todo empece tarde, muy tarde, como aquel desarraigado que viene de fuera y no conoce el idioma y anda corriendo de forma equivocada con cara de forastero perplejo, por eso te digo, Nalo, que no fui feliz, y que en estos ultimos tiempos intente salirme del camino de la tristeza y de la muerte para buscar el camino de la creacion, porque en la creacion siempre estan el inicio, la imaginacion, el poder y la satisfaccion, propiedades todas ellas, aunque no las unicas, de la revolucion, y tu sabes que por este camino me va mejor que antes, aunque se que mas temprano que tarde me acabare colocando otra vez frente a la irremediable soledad original, a contemplar en silencio esas grandes chimeneas que tengo aqui de frente para ver si algun dia las veo convertidas en fragiles y diminutos juncos.
En los ojos de mi abuelo habia calma. Me dijo, voy a tener que colocarme unos anteojos, ya no distingo bien los trazos de las libretas. Le dije, no se preocupe, abuelo, ya me ocupo yo de eso.

Sono la sirena de la fundicion avisando de un accidente. Al poco se escucharon algunos gritos y varias mujeres con los delantales puestos cruzaron el puente corriendo. Muchos pensaban de mi que era un hombre con suerte por no haber trabajado en la fabrica ni en las minas ni siquiera en el ferrocarril y por haberme librado de las obligaciones castrenses y por haber llegado a ser, con tan solo veintidos años, el encargado principal de todas las ocupaciones, custodias, acomodos, transacciones e intendencias del palacio azul de los ingenieros belgas. La abuela Angustias entro en el corredor santiguandose y diciendo, no haga Dios peores cosas, la muerte siempre es traidora y nunca avisa del dia ni de la hora, y el abuelo le pregunto, que es lo que pasa, mujer, y ella respondio, un herrero y su operario murieron abrasados junto al mas antiguo de los hornos, que Dios los tenga en la gloria.
Pasada la Semana Santa vinieron unos dias de mucho calor, y la señora Geertghe quiso que nos acercaramos con los caballos hasta los prados de Zalampernio, y tambien vino con nosotros la señorita Elena, que para mi ya siempre habria de ser Talia, la musa capaz de multiplicar momentos, la que me hacia sucumbir en el delirio de la conversion de lo increible en cierto, la que me hacia perder el ritmo de lo cotidiano y la nocion de los dias en el aturdimiento de un presente desquiciante y en el temblor del pavor de una pasion sin ningun futuro. Mi abuelo y la señora Geertghe se retiraron al lugar donde nacia la presa, y vi al abuelo preparar unas piedras que les sirvieron de asiento, y yo no sabia de que estaban hablando, a veces sonreian, pero otras veces la señora Geertghe escondia la cabeza entre las manos y entonces al abuelo se le caian los parpados y entornaba los ojos y recogia un palo del suelo y con el hacia algun trazo en la tierra, quiza el simbolo de aquel minuto sin tiempo, de aquel minuto sin nada que decir ni que ofrecer, de aquel momento en el que hasta la naturaleza entera parecia detenerse, porque no corrian las nubes, no cantaban los grillos, no se movian las hojas y los insectos no volaban. Mucho me hubiera gustado escuchar lo que ellos se decian, pero eso nunca pude saberlo. Le mostre a Elena todas las plantas y los arboles que yo habia sembrado, y despues llego Basilio con unas piezas de hierro para las fraguas y se junto con nosotros y nos hablo de la boda y de que el señor Patricio se habia vuelto algo mas flexible y que les habia acondicionado un local que poseia frente a los lavaderos para que vivieran en el y en el tuvieran al hijo, porque el ruso decia que iba a ser varon y que se iba a llamar Miliciades, como su padre, el que habia muerto por una bala perdida en aquella noche de revolucion en la que el pueblo moscovita tomo el Palacio de Invierno, la misma noche en la que Basilio, transportando el cadaver de su padre, escucho las palabras de aquel bolchevique que unos llamaban Trotski y otros llamaban Leiba, y Elena le hacia al ruso muchas preguntas porque le gustaba su forma de hablar, con muchas letras perdidas y las palabras incompletas ajustadas a un ritmo apacible y dormilon, como si estuviera rezando o recitando versos, y viendo a Elena emocionarse con las historias del ruso en aquellos lugares de Zalampernio a mi me parecia que ella podria llegar a ser como uno de nosotros, que pudiera ocurrir que algun dia ella fuera primero Elena y despues, pero mucho despues, la hija de un ingeniero belga y de una aristocrata de Gante, pero eso aun era algo increible que no se habia hecho realidad, aunque a mi me gustara imaginarlo en algunas circunstancias, porque el pretender que los demas se acomodaran a la idea que uno tenia de ellos ocurria con mas frecuencia que procurar ser uno el que ajustara esas ideas a las maneras de ser y sentir de los demas, pero estas cuestiones no las conocia yo entonces, porque aun era aprendiz de todo, aunque ya tuviera en mi hacienda personal el ser el encargado principal de un palacio, el estar enamorado de una musa de nombre Talia y de poseer para lectura y estudio toda una enciclopedia universal.

A mi primo Alipio lo expulsaron de la tejera en el mes de agosto, despues de un enfrentamiento con el operador, y entro en una cuadrilla de operarios que hacian por su cuenta trabajos de pintura al temple y a la chamberga, barnizados, agramilados en los ladrillos, limpieza de la piedra, acicaladura de fachadas y rotulados en general. El azul del palacio de los belgas ya no era tan azul, y habia pasado del añil inicial a un azul celeste que en los dias nublados mas bien parecia blanco mugriento. La señora Geertghe me pidio que contratara pintores que devolvieran al edificio su aspecto original. Me dijo, a ser posible que sea un azul turquino, combinado en las cenefas y los festones con un azul ultramar. Asi que llame a mi primo y a sus camaradas, que de inmediato comenzaron con el montaje de los andamios. A Aida tambien la despidieron de la tejera a consecuencia del incidente de Alipio, asi que, hasta encontrar otra ocupacion, ayudaba a su padre y a mi hermana Lucia en los preparativos del negocio de la libreria, proximo a su inauguracion, y se acercaba al palacio al mediodia a traerle la comida a su marido. Yo siempre les decia que comieran conmigo, que Elvira cocinaba bien y en abundancia, y alguna vez si lo hicieron, pero preferian retirarse a la parte trasera de las cuadras y comer alli los dos solos y juntos, porque asi tenian intimidad para hablar de sus cosas, como correspondia a quienes habian decidido compartirlo todo, hasta la idea misma de la eternidad. Alipio, mientras manejaba la brocha, no dejaba de comentar con sus compañeros los asuntos de la politica y ellos lo ecuchaban siempre con atencion y hasta con devocion, demostrando asi ambas partes, el contando y ellos escuchando, esa necesidad humana que tanto en el contar como en el escuchar se vive con identica fascinacion. Os digo yo que es a los gobernantes a quienes corresponde demostrar lealtad con los gobernados, y no al reves, pero, claro, durante muchos siglos han sido los subditos quienes se han mostrado leales con ministros, reyes y caudillos, sin que estos correspondieran de la misma forma, al contrario, aprovechaban siempre esa lealtad para incrementar su crueldad y hacer mas dificil la vida de la gente, manteniendola en la ignorancia y en el engaño religioso, y ahora la Republica anda exigiendo tambien lealtad al pueblo que la saco del olvido, cuando ella no esta siendo leal ni al pueblo que dio la vida por ella ni a si misma, y la ignorancia permanece, la miseria aumenta, la injusticia se propaga como una peste, la opresion del capital se hace insoportable, en las minas y en las fabricas siguen muriendo trabajadores para que los patronos se enriquezcan y aumenten sus haciendas, los ricos circulan en sus autos flamantes exhibiendo el brillo de sus joyas ante niños famelicos que los siguen mendigando unas monedas mientras inhalan el humo de los motores, y que hace esta Republica que tanto nos prometio, pues impedir con cruenta y sañuda represion el reparto justo de las tierras y aupar al poder a catolicos fascistas que nunca se confesaron republicanos, desleales y falsos patriotas que no buscan otra finalidad que instaurar dictaduras clericales para asegurar el blindaje legal de sus propiedades, asi que nada le debe el pueblo a la Republica, como nada le debio a la Monarquia, primero nos envian el hambre y la pobreza y el expolio y el terror de la supersticion para someternos y debilitarnos, despues impulsan y propagan la ignorancia y nos acobardan con la tirania de sus ilustradas dialecticas para privarnos tambien del don de la palabra, y por ultimo nos humillan y nos reducen a condicion animal para aniquilar en nosotros cualquier deseo de libertad, asi es como actuan, y por eso la lucha entre estas dos formas de vida continuara, se alargara en el tiempo y nunca dejara de atormentarlos hasta que le devuelvan el poder al pueblo. Asi hablaba mi primo Alipio desde lo alto de los andamios, mientras la fachada del palacio iba recuperando su color original. Elena escucho un dia desde su cuarto el discurso de Alipio y me dijo, no entiendo lo que predica tu primo, el siempre habla como un profeta, y le dije a Elena, habla de la lucha entre los tuyos y los mios, habla de revolucion, y se puso triste y me miro como la señorita Julia miraba a los gorriones que se encontraba heridos en el alfeizar, y me explico, a mi nadie me pregunto donde queria nacer, a tu primo se le llena la boca proclamando la falta de libertad, pero el habla sin parar y dice lo que quiere, y lo dice aqui mismo, pintando el palacio de esos ricos a los que el difama y condena, y esos ricos lo escuchan, le pagan un salario y le dan de comer, asi que tu primo o esta loco de atar o es un autentico caradua, hay muchas formas de esclavitud y algunas de las peores no son exclusivas de las gentes mas pobres. Me parecio que ella tenia en los ojos algun secreto o alguna pesadumbre, y estaba tan bella como las flores increibles, tam bella como la ternura de mi hermana Lucia cuando me explicaba su cuerpo, y le pregunte, cuales son tus esclavitudes, y ella me dijo, mi padre nunca me pregunto que sentia, ni siquiera que queria, el jamas tuvo la primera ni la ultima palabra con respecto a mi, me miraba de la misma forma que miraba su reloj y nunca me besaba, ahora esta muerto, mi madre tampoco esta, ella sabe que nunca debio de salir de Gante, yo no voy a volver, pero no creo que le importe mucho, mi tia es diferente, ella siempre deja ver lo que lleva en su interior, y tambien me siento mal por vivir en esta casa, es demasiado imperfecta, no esta hecha para que una persona sea feliz en ella, si faltara mi tia Geertghe mandaria demolerla, y tambien estan los estudios, no se si me gustan, y estas tu, que eres tambien una esclavitud. Le pregunte, que te impide liberarte de mi, y me abrazo y me dijo, no quiero hacerlo, eres lo unico bueno que tengo, y una vez mas le hice aquella pregunta que era una combinacion de deseos y de pensamientos, aquella pregunta que siempre le hacia a Elena con la esperanza de que el eco de su respuesta prolongara mi sueño, por que me quieres, y ella me respondio, porque quiero ser tu Talia y porque nunca sabes cuando voy a llegar y sin embargo siempre me estas esperando.

Hacia el final de septiembre, Elena abandono los estudios de musica y canto. Llego y me dijo, vivo rodeada de mediocridad, eso me dijo, y me explico, no quiero ser una mediocre, cuando escucho el coro de los hebreos cautivos en el Nabucco de Verdi o el piano de las sinfonias de Beethoven, o incluso el de Amalia Molina, frunzo las cejas, me estremezco y siento miedo, miedo de pretender tocar siquiera ese mundo de magia y bellaza sobre natural, miedo de acabar siendo una cantante midiocre, asi que voy a parar, a quedarme quieta, voy a leer y a escuchar, a viajar y a mirar. No entendi aquel cambio de Elena, pero a partir de entonces pasabamos mucho tiempo juntos en la biblioteca.
Fue por aquellos dias, aprovechando un tiempo calido con viento del sur, cuando Basilio se propuso enseñarme a nadar en el embalse de Zalampernio. Me enseño primero el movimiento y la disposicion de los brazos y las piernas para avanzar en linea recta y tambien las ceremonias de la respiracion, y luego aprendi a hundirme hacia abajo, muy hondo, hasta donde crecian las plantas y tenian su refugio algunos peces, y las cosas debajo del agua eran brillantes, como si desprendieran su propia luz, y habia flores que no conocia, y subia para tomar el aire y volvia a descender para tocar las flores y las piedras brillantes, y era tanto mi asombro por aquella circunstancia nueva de viajar por el fondo del agua y de no sentir el peso de mi cuerpo que se lo conte a Elena y le pregunte, tu sabes nadar, y ella se rio mucho y respondio, claro que se nadar, Nalo, desde que era muy pequeña, y entonces recorde que ella era rica, que siempre habia sido rica, y que los ricos descubrian las cosas buenas que habia en el mundo mucho antes que los pobres, y pense que incluso habria circunstancias singulares que los pobres nunca llegariamos a experimentar porque ni siquiera conociamos su existencia, y tambien pense que quiza debajo del agua, donde unicamente se necesitaban unos brazos agiles y unos pulmones fuertes, los ricos y los pobres podrian llegar a igualarse por completo, asi que le pregunte, vendras conmigo a nadar, y ella me respondio, algun dia iremos al mar y nadaremos juntos. Las lecciones de Basilio tuvieron que suspenderse porque el aire empezo a llegar del noroeste y con el vinieron las lluvias y la humedad invadio la casa y era una humedad mala, no como la humedad del agua de Zalampernio, aquella se veia y hacia que te sintieras bien, esta era invisible y te retorcia los huesos, y a Elena la alteraba sobre manera aquel olor a tierra mojada y a piedras enmohecidas, y me decia, hasta las sabanas estan mojadas, y queria marchar de aquella tierra humeda y mediocre, buscar un lugar donde siempre luciera el sol, y hacia promesas y juramentos, y su expresion se tornaba mas taciturna, y la respiracion se le alteraba, y la mirada se le torcia hacia dentro, como si buscara el calor interior de su cuerpo, y su caracter se volvia brusco, y por eso yo siempre procuraba mantener los fuegos vivos y le ordenaba a Fredo que atizara la estufa del sotano con mucho carbon para que permaneciera caliente el agua de los tubos calefactores que recorrian todas las estancias.
Varias veces al dia, coincidiendo con las horas de los relevos, observaba a los grupos de los obreros, mineros u operarios de la fabrica y de los talleres, pasar por el camino del rio, unos arracimados en torno a algun comunicado escrito de los sindicatos, otros tarareando canciones, algunos apretados unos contra otros de vuelta a sus barrios, pensando en la casa que los esperaba, resignados a la monotonia de un trabajo desagradable e ingrato, convencidos de que la eternidad de los dias no se correspondia con lo efimero que podria resultar su vida. Iban y volvian. Pasaban, a veces riendo, en ocasiones pensativos y dispersos. Caminaban arrastrando sus vidas involuntarias, con sus rencores a cuestas, tambien con alguna esperanza que aliviaba la fatiga, las alegrias de la pobreza, esa sopa caliente al llegar a casa, los pies machacados y descalzos sumergidos en agua tibia con sal, esa cancion al oido que la pequeña aprendio en la escuela o el sueño nocturno, tan efimero. Recordaba a mi padre entrando en el patio con su sucia camiseta de tirantes, gritando y exigiendo el agua para lavarse, y la flojedad de su rostro cuando arrimaba a la boca el tazon de aquel cafe tan negro y tan espeso como el agua de los lavaderos del carbon. Sentia que yo habia sido arrancado de aquel mundo que pasaba cada dia ante mis ojos, sabia que permanrcia colgado en un espacio sin determinar, en una isla inocente donde la vida era facil y los dias calidos, llenos de circunstancias singulares que yo veia con un monton de ojos nuevos que estaba aprendiendo a utilizar.
Los primeros dias de octubre, los grupos que iban y venian eran mas numerosos y caminaban mas arracimados. Habia evidencias de nuevas zozobras, alarmas en las voces atropelladas, agitacion en los brazos que intentaban explicarse a la vez, desazon en los pasos de ida y preocupacion en los pasos de vuelta. Lucia me habia dicho, esta convocada una huelga general, y pregunte, por que, y ella me respondio, ya ves, por todo, hay nuevo gobierno con ministros fascistas, los malos arreglos de siempre, la impaciencia de los que aun creen en la revolucion, es asi, Nalo, la vida nunca se duerme y ahora pide a gritos una vuelta.

Serian las tres de la madrugada cuando varios grupos, armados con pistolas, escopetas de caza y cartuchos de dinamita, se dirigieron a la chatarreria de la fabrica. Hacia unos dias que habian llegado unos vagones cargados con fusiles desechados, destinados a los talleres de acero para convertirse en chatarra. Un grupo de operarios, de forma clandestina, los habia recogido y preparado para su uso. Se distribuyeron las armas, se formaron grupos de diez personas y se repartieron los objetivos de asalto. A las cuatro de la madrugada ya eran muchos los obreros armados y comenzaron los disparos. Amanecia un dia nublado. A la señora Elvira, mientras preparaba el cafe, le temblaban las manos. Me dijo, Nalo, esto es una insurreccion de los demonios. Tome el cafe y me fui a buscar a mi primo Alipio. En el ayuntamiento se habia refugiado un grupo de guardias y desde las ventanas disparaban para defenderse del ataque de los obreros, que lamzaban contra el edificio cartuchos de dinamita, y habia un retumbar profundo, algo asi como los ruidos de los motores de las maquinas viejas, y a los alrededores de la plaza llegaban mas grupos de mineros y algunas mujeres jovenes con los fusiles al hombro. Habia griterio, incluso algunos cantaban porque el entusiasmo los habia transformado y se arrodillaban para disparar y a veces sus figuras se perdian entre el polvo y el humo, y uno de los obreros arrodillados rodo por el suelo herido de muerte y otros lo arrastraron detras de un carro, y desde entonces ya nadie se atrevio a cantar porque la desgracia y la muerte no quieren canciones, quiza despues, cuando pasado un tiempo la memoria viniera a exigir satisfacciones, pero no en aquel instante en que las balas silbaban para matar, la dinamita estallaba y las calles comenzaban a mancharse de sangre. Ni Alipio ni Aida estaban en casa, asi que volvi a acercarme al ayuntamiento con la esperanza de verlos formando parte de alguno de los grupos. La gente aseguraba que los cuarteles de los alrededores habian sido tomados y que ya eran varios los muertos. Vi pasar a un grupo de revolucionarios llevando prisioneros a unos guardias civiles. Uno de los guardias, que llevaba un brazo en cabestrillo y sangraba por la frente, lloraba y decia, nosotros estamos de vuestra parte, y lo repetia una y otra vez entre lagrimas, podeis contar con nosotros, estamos de vuestra parte, hasta que uno de los obreros le dijo, eso ya se vera, y le pidio que se callara. El mozo de la ferreteria, que recogia las cajas vacias de las balas y los cartuchos, me dijo, ese guardia es un cabron, se llama Pincio, y es famoso por los golpes que da en la cabeza con el puño cerrado a los detenidos, y le pregunte al mozo, tu con quien estas, y el dijo, yo estoy con los heroes, a mi jefe, el señor Onofre, lo ataron a una silla, ahi esta encerrado en el sotano cagandose de miedo, que se joda, y a mi me nombraron jilmaestre y armero, aqui me ves, ya sabes, maestro de la municion, a mi todo lo que sea terminar con los de arriba me va bien. Y en aquello que presenciaba, el obrero altivo, el guardia lloroso y encanecido, el mozo que soñaba y recogia cajas vacias en medio de una batalla, no sabia yo si predominaba el orgullo o la compasion o la vergüenza o el miedo, no sabia si aquello que pasaba ante mi ya era una realidad distorsionada por tanta perplejidad, y el mozo me pregunto, y tu de que lado estas, y le respondi, ando buscando a unos amigos, y tambien le dije, ten cuidado con las balas perdidas, y llegue de nuevo al edificio, donde una multitud contemplaba el ataque desde la distancia, y alli me informaron que ya eran cuatro los obreros muertos y que los guardias de asalto aun no se habian rendido. Dos grupos de revolucionarios avanzaban en direccion al edificio consistorial utilizando como escudos a varios de los guardias que habian sido detenidos. Asi fue como los encerrados capitularon y se entregaron, y los vi salir, unos con los brazos en alto y otros cojeando o arrastrandose a causa de las heridas, y uno de ellos, que tenia la graduacion de sargento, le dijo al revolucionario que lo habia sujetado que dentro se habian quedado dos heridos graves y tres muertos, y entonces la multitud que habia contemplado primero el ataque y despues la rendicion, se encamino gritando hacia el ayuntamiento, y segun avanzaba esa multitud, se iba haciendo mas numerosa, y habia hombres y mujeres, y tambien habia ancianos y niños, y a mi me parecia que era el pueblo quien entraba alborozado en el consistorio, y era un pueblo agil y lleno de energia, no era una masa ruda y resignada de enclenques y desalmados, eran gentes que reian y que lloraban, gentes que engendraban a sus hijois con alegria y enterraban con dolor a sus muertos, gentes sin privilegios, sin comodidades ni regalias, gentes a quienes aquella revolucion que comenzaba les estaba regalando una esperanza, y aquellos que no podian o no se atrevian a correr aplaudian desde la distancia. Un hombre, a quien yo habia visto alguna vez visitar a los ingenieros belgas, dijo, como es posible que alguien piense que esas hordas incontroladas puedan ser el cimiento de la civilizacion, y pronuncio aquellas palabras en tono contemplativo, casi diciendoselas a si mismo, pero un obrero que estaba cerca las escucho y le puso el cañon del fusil en la boca y se lo llevo prisionero, iba empujandolo y dandole patadas, y le decia, cerdo capitalista, te conozco y te vamos a explicar de que ciomientos vas tu a formar parte a partir dee ahora, te lo vamos a explicar muy bien, para que lo entiendas, fascista de mierda. En aquella celebracion unos colgaban los estandartes y encendian las luces de colores, otros descorchaban las botellas del mejor vino, algunos tejian vendas para los heridos o guirnaldas en las banderas nuevas, habia quien hacia sonar instrumentos de renovacion y quien se atrevia a soñar con nuevas formas de vida. Aquellos que asomaban el orgullo de señores viejos, aquellos que se cortaban las venas para mostrar la pureza y la nobleza de su sangre, salian escaldados, porque decian, somos los dueños de las maderas con las que fabricais los estandartes, los dueños de la luz que alumbran esas bombillas, los dueños del vino que mal bebeis, somos los señores de las guirnaldas y de las telas de todas las banderas, los propietarios de cualquier instrumento que oseis tocar, en realidad somos los dueños de las celebraciones mismas y de los sueños, y sin nosotros estais condenados al envilecimiento y al atraso perpetuo, y estos señores que asi se manifestaban acababan en las carceles que el pueblo habia habilitado para ellos. Ya estaba la multitud dentro del edificio. Por los balcones y las ventanas volaban los libros y los papeles, porque en ellos estaban escritos las tasas y los impuestos, las gabelas que el Estado cobraba a la clase trabajadora, y despues la multitud se dirigio al juzgado, donde tambien fueron destruidos los escritos alli encontrados, y sacaron a la calle los archivos del notario y los registros de las propiedades, y el pueblo encendio una hoguera grande en medio de la plaza con todas aquellas documentaciones, y habia llamas verdes y llamas azxules, y tambien habia llamas anaranjadas y fosforescencias, y la luz de aquella hoguera se desparramaba y caia sobre la gente que la contemplaba como si fuera una luz en almibar, y algunos extendian las manos para recoger el calor, porque hacia frio en aquella mañana nublada de octubre, y tambien aquel calor de la hoguera de los documentos llegaba hasta mi y era un calor que me adormecia, como una anestesia de alcohol o de cloroformo, y pense que algunas cosas que contemplaba con los muchos ojos de los que empezaba a disponer eran indescriptibles, y que por mucho que me afanara en buscar vocabularios y palabras nuevas en libros ajenos, por mucho que me empeñara en perseguir la frase mas elocuente, por mas que utilizara comparaciones ingeniosas, descripciones rotundas o metaforas floridas para expresarme, para explicar a otros aquello que ante mi estaba ocurriendo, nunca habria de conseguir que mi verbo supliera fielmente la realidad que ante mi se estaba manifestando, y en aquella circunstancia indescriptible me estaba yo enredando, imaginando intrigas insospechadas y desgracias padecidas por inocentes, suponiendo azares caprichosos y sorpresas imprevistas, temiendo decisiones irreversibles, sintiendo aquel calor que no era solamente calor, o que era el calor de siempre desdee que el mundo era mundo, en esos enredos andaba yo con mis pensamientos cuando una mano pesada me sujeto por el hombro y una voz ruda y decidida me pregunto, eres tu el que trabaja en el palacio azul, y volvi la cabeza y vi a un hombre canoso que llevaba un fusil en la mano y una canana cruzandole el pecho cargada de municion y un pañuelo rojo anudado al cuello, y le dije, si, soy yo, y el volvio a preguntar, como te llamas, y le conteste, Nalo, me llamo Nalo, y me oredeno, acompañame, y fui tras el hasta la plaza de los abastos, donde habia mucha gente reunida.

A la plaza llegaban furgonetas con los guardias detenidos en los asaltos a los cuarteles, y cada vez que un grupo descendia del vehiculo que lo habia transportado, la multitud aplaudia y gritaba vivas a la rebolucion del proletariado. En las escaleras de la Casa del Pueblo un grupo de revolucionarios discutia acaloradamente sobre las disposiciones que seria preciso poner en marcha para que la vida ciudadana volviera a la normalidad. Entre ellos estaban Aida y Alipio, quienes al verme llegar vinieron a abrazarme, y mi primo me dijo, Nalo, esto no hay quien lo pare, y Aida me cogio del brazo y me apreto contra ella y no dijo nada, y la vi hermosa con aquella gorra azul y el pañuelo rojo anudado al cuello, y le pregunte, estas bien, y me dijo, si, estoy bien porque me siento util. Me ordenaron que fuera en busca del coche de la señora Geertghe para ponerlo al servicio de la revolucion, y cuando me disponia a ir al palacio para cumplir aquella orden, una descarga procedente del tejado del convento de los frailes barrio la plaza e hirio a varias personas, y entonces los revolucionarios rodearon el edificio con el proposito de incendiarlo con botellas de liquido inflamable y tambien lanzaron algunos cartuchos de dinamita, hasta que los frailes salieron con las manos encima de la cabeza y uno de ellos, que era grande y llevaba la sotana recogida y anudada en la cintura, dijo en voz alta, hijos de Satanas, acabareis aniquilados por el poder de Dios, y un obrero apunto con su fusil y disparo contra el corazon del fraile que cayo al suelo, y ese obrero fue reprendido por Alipio y por otros que le quitaron el arma y le dijeron que no volviera a disparar nunca mas contra un hombre desarmado fuera cual fuera su condicion, y los frailes fueron llevados al sotano de la Casa del Pueblo donde se habia improvisado un calabozo para aquellos que opusieran resistencia a la llegada de la revolucion, y habia frailes heridos que fueron atendidos por un grupo de mujeres que llevaban pañuelos blancos en la cabeza y hacian las funciones de enfermeras.

Antes de recoger el coche pase por casa de mi hermana para informar de lo que habia visto y para saber como estaban ella y Eneka. El estaba lloroso y preocupado porque conocia la participacion de Aida en la revuelta, y me dijo, cuando lleguen van a terminar con todos nosotros, y le pregunte, quienes tienen que llegar, y el contesto, ellos, los que siempre acaban con cualquier ilusion colectiva, y rompio a llorar, y Lucia fue hacie el y lo acaricio mucho y lo beso en las manos y en el cuello, con ternura y amor, y tambien mi hermana lo besaba en los ojos y en la nariz y le pasaba suavemente la lengua por el lobulo de la oreja, y Eneka decia, gracias Caliope, y pense que la vida presentaba percances a cada paso y que nos necesitabamos unos a otros para superar esos percances, y le dije al maestro Eneka, tu eres un hombre sabio y sabes interpretar las cosas. De la calle llegaban ruidos, el terremoto de las carracas, la armonia de las bocinas, el rosario de los disparos, los alaridos de las trompetas, el estallido de la dinamita, los gritos de una madre llamando a su hijo y el repique de unas campanas que habian enloquecido. Me despedi y Lucia me pregunto, aun te quedan rosas blancas en el jardin, y casi gritando para que me escuchara bien le dije, claro, y son todas para ti, y me abrazo fuerte, tan fuerte que me dejo sin aire, y luego me beso en la boca y me dijo, esa señorita rica que se acuesta contigo es la mujer mas afortunada de la tierra y sospecho que ni lo sabe. Me fui feliz hacia el palacio por las palabras que me habia dicho mi hermana y al cruzar el puente comenzo a llover con intensidad, y habia gente corriendo en todas direcciones, y senti unos escalofrios que me recorrieron el cuerpo, y no eran a consecuencia del agua o del frio, porque eran unos escalofrios sublimes que me recorrian la piel a latigazos y tambien me recorrian por dentro llenandome el cuerpo de burbujas, y aquella era una sensacion extraña y singular que nunca habia sentido, como extraño y singular era el hecho de sentirme feliz bajo una lluvia fuerte y en medio de una batalla.
La señora Geertghe estaba tranquila, como si aquello que sucedia en los alrededores del palacio fuera la puesta en escena o el ensayo de alguna obra de teatro. Elena paseaba nerviosa por la sala y se acercaba a las ventanas y se comia las uñas y me hacia preguntas sobre lo que habia sucedido y sobre lo que podia suceder y decia, debi marcharme hace tiempo a los lugares donde no llueve y donde la gente se conforma con lo que es y con lo que tiene, eso es lo que debi hacer hace tiempo. Le conte a la señora Geerthe lo del automovil y ella dijo, llevatelo y no te preocupes por nada, y sujete a Elena y ella se quedo quieta frente a mi mientras yo la miraba, y la abrace y le dije, recuerda que eres la musa Talia, y ella sonrio y me dijo, estas loco, eso me dijo, Nalo, estas loco, y fui en busca del auto para llevarlo a donde me habian ordenado los revolucionarios.

Se habia formado un Comite Revolucionario en el que habia anarquista, comunistas y socialistas, y este grupo de personas importantes dictaba normas para controlar el caos producido por las batallas y emitia bandos y comunicados que comenzaban diciendo hacemos saber, y en unos explicaban la constitucion de un ejercito que llamaban rojo y que defenderia con la sangre los intereses de los trabajadores, y con la sonrisa grande y las caras mojadas en el chorro de la lluvia y con la bandera de las armas oxidadas del coraje de los hombres que despiertan de unos tiempos de privanzas se dibujaban las hileras apretadas de los reclutamientos, una mano palmeaba las espaldas y otra mano apartaba la lluvia de la frente y se alargaba despues para esperar el fusil, un angulo de la mirada estiraba la piel de la risa y el otro componia la mueca de la fatalidad, acabaremos con todos los hijos de puta, decia alguien que se estrujaba el sitio del corazon, brotaba el amor y goteaba el odio, muerte a los curas y a los burgueses, una oreja se quedaba fria por aquel aire mojado de octubre y se quedaba sorda y otra oreja se calentaba escuchando la historia de aquellos que nada tenian que perder porque todo lo habian entregado ya, una pierna huyendo hacia el frente de los dias que solo tenian amanecferes de gloria y otra clavada en las noches sin tregua, mas vale morir que vivir de rodillas, y a un niño le dicen, tu todavia no puedes luchar, vete con Nalo a limpiar la sangre de las aceras, no sera sangre en vano, sobre ella renaceran las flores de unos jardines sin dueño, mas vale pelear que seguir conformes con esta mierda de vida sin tiempo, y en otros de aquellos bandos que empezaban proclamando hacemos saber, se advertia del peligro que corrian aquellos que practicaran el pillaje, porque ya habia quien se estaba aprovechando de la confusion para robar en las tiendas y en las casas de los burgueses, que asi llamaban a los ricos en aquellos comites de la revolucion, y los bandos tambien ordenaban abrir las puertas de las carceles antiguas y enviar a los liberados a recorrer como apostoles los pueblos para anunciar el tiempo de la revolucion social, y como habia mucha gente que se apiñaba solicitando viveres para aplacar el hambre se nombraron comites de abastos que prepararon libretas donde se consignaba el numero de individuos de cada familia y donde se dejaba escrito lo que a cada hogar le correspondia en justo reparto, porque el dinero habia perdido su valor, y se crearon depositos de carbon para el abastecimiento del combustible y se requisaron cuantos viveres habia almacenados, y tambien se crearon comites de alimentacion, de limpieza y de aseo, de transporte, de conduccion y reparaciones, y se nombro un departamento de sanidad para atender a los enfermos y a los heridos, se organizaron servicios de agua, de luz y de pan, se planifico la conservacion de las minas y de los hornos de hierro y de toda la maquinaria, y se reunio a los maestros revolucionarios para que regularan las nuevas enseñanzas. Llovio todo el dia y toda la noche y al dia siguiente ceso la lluvia, pero habia una niebla densa que no dejaba ver el cielo ni los montes ni la copa de los arboles mas altos. Constantemente iban y venian camiones cargados con obreros armados, y eran ya mas de tres mil los que peleaban en los diferentes frentes abiertos en los concejos vecinos, y las gentes se aproximaban a los lugares de los comites para ofrecer su ayuda, y aumentaba el numero de los voluntarios que querian colaborar con aquella forma de vivir y de organizarse, y tambien aumentaba el numero de los presos en las carceles nuevas porque eran detenidos todos aquellos que manifestaban su oposicion a la sociedad que se estaba formando. Alipio habia estado toda la noche luchando contra una columna militar que intentaba impedir el control revolucionario de la fabrica de armas y ahora se encargaba de la emision de los volantes para el transporte militar y de abastos. Aida coordinaba a los voluntarios de la sanidad. A mi nadie me preguntaba si queria formar parte de aquella revolucion, nadie se dirigia a mi para saber lo que pensaba, porque yo era un obrero que vivia desahogadamente y podia tener ropa nueva y comer buena comida y conducir un auto y leer enciclopedias, pero al fin y al cabo era un obrero, un sirviente de los señores buegueses, y quiza por eso nadie me preguntaba si yo queria ser un obrero mas en la revolucion de los obreros, asi que me asignaron la organizacion de las limpiezas para que no hubiera basuras por las calles y para que asegurara la higiene de los desagües y la decencia de los jardines y para que se eliminaran las manchas de la sangre que la lluvia no habia conseguido borrar de las paredes y de las aceras, y le pregunte a mi primo Alipio, esto cuanto va a durar, y el me dijo, siempre, Nalo, esto lo hacemos para que dure siempre, y a mi aquel siempre me parecio demasiado largo porque yo pensaba que eran muchas las circunstancias que seria necesareo controlar, y le volvi a preguntar, que va a pasar con el palacio azul, y el me contesto, en una segunda fase los edificios de los burgueses seran habilitados para la consolidacion de los diferentes servicios que necesita el pueblo. Como llegaba un camion con sacos de harina y de arroz, Alipio tuvo que organizar el reparto y yo me fui a buscar a las cuadrillas de los barrenderos y de los regadores para organizar los trabajos, y todos aquellos que estaban a mi cuidado eran hombres y mujeres de edad avanzada que no habian acudido a luchar, y uno de ellos me pregunto, como es que tu no estas peleando, y yo no sabia que responder, y otra mujer que iba con el insistio, eso, por que no estas luchando en el frente con los de tu edad, y les dije, tengo el oficio de jardinero y supongo que el Comite tuvo en cuenta esa cicunstancia, y ya no me preguntaron mas. Habia hojas secas por el suelo. A veces el aire las levantaba y las sostenia entre la niebla. Con los escobones arrinconabamos los escombros, los cristales y las basuras y todo parecia un laberinto amarillo y gris. Las ventanas de muchas casas permanecian hermeticamente cerradas, igual que los comercios. A veces alguien cantaba, pero yo veia expresiones agotadas y miradas empañadas en aquellos que me acompañaban. Barriamos y limpiabamos en silencio, hasta que alguien dijo, lo importante es que trabajamos juntos en algo que nos une. El aire se fue arremolinando hasta conseguir una lluvia de hojas y espantar el manto de la niebla, y la luz cambio de color. Todo cuanto teniamos alrededor configuraba la respuesta a la esperanza, y pense que tambien era necesareo para vivir aquello que se esperaba, que para andar por la vida no bastaba con lo que se conocia o se recordaba.

El ruso Basilio y la niña Angelica tuvieron que aplazar la boda. Ella engordaba cada dia un poco mas y sentada a la puerta de la barberia tejia gorritos de lana y chaquetas diminutas para Milciades. El andaba cabizbajo, ayudando en tareas de logistica en el grupo que coordinaba mi primo Alipio y sin decidirse a coger un fusil. Me decia, a mi no me gustan las armas, Nalo, me dan miedo, en cuanto las tengo cerca ya siento las balas silbar en el aire, las veo sin verlas, porque las balas cuando despegan para matar se vuelven invisibles, como aquellas que mataron a mi padre delante de mis narices, ni siquiera las senti cuando le atravesaron el cuerpo, fue asi, como un mal aliento que no vino de ninguna parte, asi que no quiero armas, Nalo, prefiero ayudar en otras cosas. Le pregunte a Basilio cuanto tiempo creia el que iba a durar aquello, y me dijo, unos dias, se acabara en cuanto el ejercito se organice, y le volvi a preguntar, entonces para que todo esto, porque una revolucion se hace para que dure siempre, y el me explico, mira, Nalo, las revoluciones hay que hacerlas aunque duren media hora, para mucha gente son la esperanza de que las cosas cambien, sin esa esperanza no aguantarian, incluso acabarian quitandose la vida, pero hay un momento, cuando llega la noche y se siente en los huesos la crueldad de los fuertes, en que el alma, porque tenemos un alma, no se donde ni como pero tenemos un alma, mi padre me lo decia, no es de Dios ni de nadie, es un alma unicamente nuestra, bueno, pues te digo, Nalo, que en ese momento de la noche, el alma que tenemos se libera de toda la tristeza y deja que pasen los sueños que nos dicen que somos inocentes y que tenemos que hacer algo para demostrarlo, y asi nos dormimos, sabiendo que nada nos pertenece, salvo el alma y esa esperanza, y asi, Nalo, es como se engendran las revoluciones, cada noche, sintiendo el cansancio de los huesos. Segui escuchando al ruso Vasili Kolesnikok hasta que nos distrajo el sonido de un violin. Juan Jacobo Varela Caparina, se habia encaramado en lo alto de una furgoneta y tocaba el violin, y era tan armonico y tan nitido, era tan expresivo y tan emotivo el sonido que producia Caparina que todos nos acercamos a el para escucharlo. A veces la musica de Caparina era el aullido de la loba que habia perdido su manada, a veces era una suplica o una plegaria y el violin se quedaba con el mastil apuntando al cielo, por momentos las cuerdas vibraban como si fueran voces y el sonido se alargaba sobre nosotros para atraparnos. Una multitud rodeaba en silencio la furgoneta. El anarquista retorcia su cuerpo y enredaba con el los compases en el aire, y a mi me parecia uno de aquellos caballeros andantes de los que nos hablaba el maestro Silvano. Unas veces el violin gritaba y otras alargaba en el tiempo un sonido agudo hasta convertirlo en dolor, y por eso le dije a Basilio, ese sonido duele, no parece un sonido de revolucion, y el ruso no parecia escucharme porque me dijo, hablare con Caparina para que toque el violin en la boda, y mire a mi alrededor y aquella plaza de los abastos parecia una sala de espera, pues todos habian suspendido sus labores y sus conversaciones, y miraban a Juan Jacobo, que se movia entre nosotros y el cielo, y asi estabamos todos, sintiendo la fantasia de aquella musica, cuando otras musicas mas graves y atronadoras llegaron por detras de las nubes, y alguien grito, son aviones, y unos estaban optimistas porque aquellos aeroplanos del ejercito ya habian pasado otras veces en las ultimas horas y se habian limitado a observar, y otros mostraban recelo y por eso, a la vez que miraban arriba, retrocedian buscando una proteccion, y apenas salieron aquellas maquinas de entre las nubes, volando bajo, comenzaron a soltar sus bombas, y las primeras cayeron sobre las viviendas de los obreros, y una exploto junto a una panaderia donde mujeres y niños aguardaban para recoger la racion de pan, y hubo algunos muertos y varios heridos, y otra de aquellas bombas infernales cayo en el rio y destrozo parte del puente viejo, y en la plaza donde escuchabamos la musica de Caparina tambien dejaron caer los aviones unos proyectiles que hicieron un agujero grande y mataron a un hombre que pedaleaba en su bicicleta, y fue tan grande la sacudida que era como si la bomba hubiera caido dentro de nuestros oidos y la cara se nos lleno de salpicaduras de barro y en el cielo habia una lluvia de esquirlas, y el ruido de los motores y el retumbar de las municiones era tan intenso que parecian haberse juntado todas las maquinas viejas del mundo para volverse locas, y habia hombres tumbados en las cunetas y de todas partes llegaban los llantos y los lamentos, y tambien habia voces desesperadas que pedian venganza, que exigian la muerte inmediata de todos los prisioneros que estaban en los sotanos de la Casa del Pueblo, y algunas viviendas de los obreros se habian incendiado y la gente formo una hilera hasta el rio para pasarse los cubos llenos de agua, y todo el equipo sanitario, con Aida dirigiendo desde lo alto de un carro, se habia puesto en marcha y recogia a los heridos mas graves para subirlos al carro y a los que no parecian tan graves los atendian en el momento, les vendaban las piernas o la cabeza o les daban a beber algun jarabe que les calmara el dolor, y cuando este equipo sanitario llego al parque, donde habia caido una de las bombas, encontraron muertos a todos los patos y tambien hallaron a un hombre sin cabeza, aquel que cuidaba los jardines del ayuntamiento, yo lo conocia porque a veces iba por el palacio para que Eneka le diera semillas, se llamaba Silo y tenia una pierna inutil por un accidente de mina, por eso le habian ofrecido aquel trabajo, por alli me dijo Aida que estaba el cuerpo de Silo, enganchado en la cerca del estanque como si alguien lo hubiera puesto a secar sobre los alambres, pero la cabeza no estaba porque la onda expansiva se la habia arrancado, y no pudieron pararse a buscarla porque eran muchos los heridos que necesitaban ser atendidos. El ruso y yo nos fuimos con mi primo Alipio hasta las puertas de la Casa del Pueblo para ayudar a los del Comite a contener a una multitud que pretendia entrar en los sotanos para fusilar a los prisioneros, y hubo discusiones y forcejeos, y habia quien lloraba de rabia, y al final un miembro del Comite hablo para explicar a todos lo monstruosa que podria resultar aquella pretension, pues entre aquellos presos muchos habia que no eran criminales y hasta era probable que entre ellos hubiera inocentes porque no habia habido tiempo para determinar de manera justa su culpabilidad y algunos eran simples ladronzuelos que habian sido sorprendidos en actos de pillaje y otros eran acobardados comerciantes que al ver peligrar sus propiedades no habian podido contener el impulso de su egoismo y habian pronunciado frases en contra de la revolucion, y por esto seria un acto horrendo aquel que algunos proponian, en el ejercicio de su natural deseo de venganza, y no era la moral de los trabajadores equiparable a la de los burgueses, no podian los revolucionarios ejecutar actos repudiables como aquel que los enemigos fascistas acababan de cometer, soltando bombas sobre la poblacion inocente.

Las horas pasaban sobre nosotros arruinandonos la paciencia y dejando al desnudo una obstinada esperanza sin porvenir. Mi abuela rezaba y mi abuelo, a pesar de las bombas continuaba subiendo a los prados de Zalampernio para continuar con su propia revolucion. Elena habia conseguido conferenciar a traves del cable con su amiga Aurora, quien le habia informado del infierno en el que se habia convertido la capital, explosiones de dinamita constantes, edificios historicos convertidos en escombros, luchas encarnizadas hasta el horror, calles sembradas de cadaveres abandonados, bestias insensibles fusilando a discrecion, rostros acongojados por el terror y un permanente olor a polvora y a muerte. Yo le decia a Elena que Aurora estaria asustada porque su casa era una casa de ricos y el miedo le estaria originando visiones pesimistas de la realidad, y Elena me dijo, eres imbecil, Nalo, no te estas enterando de lo que ocurre a tu alrededor, y le dije, si que me estoy enterando, pero mi primo Alipio dice que toda la ciudad esta ocupada por los revolucionarios y que hay normalidad y solo queda por sofocar una pequeña resistencia en el cuartel de artilleria, y entonces Elena me sujeto por los brazos y me grito, tu primo Alipio es otro imbecil como tu, os creeis que este mundo, que tantos siglos tardo en construirse, va a cambiar de repente porque cuatro locos anden jugando a la guerra con fusiles y dinamita. Me enfade mucho y me puse serio y le dije a Elena, yo estaba muy conforme con el mundo que tenia en este palacio azul, yo no queria cambiar nada y menos con dinamita, pero hay gente que sufre mucho, gente que no tiene nada, gente que solo vive para ser explotada y para morir, y esa gente tiene derecho a intentar que cambien las cosas, y Elena se fue hacia la ventana en silencio y cruzo los brazos y miro a lo lejos, y alla estaban las altas chimeneas de la fabrica, sin humo, y los castaños meciendose por el viento del sur que habia vuelto, y el rio corriendo, y estaban tambien todos los sonidos ensartandose unos a otros para confundirse y formar un unico sonido, y se volvio Elena hacia mi y con una voz mas cercana me dijo, perdoname, Nalo, pero todo esto es una locura, y me abrazo y rompio a llorar, y limpie sus lagrimas y su figura era hermosa al trasluz de la ventana, y toque sus senos, los sostuve con mis manos y parecian lunas llenas sin mengua, y luego abarque su cintura, que era el accidente mas delicado en el litoral de sus carnes, y subi hasta la colina de sus hombros y alla a lo lejos seguian las chimeneas sin humo mirandonos, y recorri la caida de su espalda hasta la serrania de sus caderas, que eran las prominencias mas solidas en el mapa de su cuerpo, y mis falanges de alfarero enloquecieron y resbalaron por las orillas tibias hasta el acantilado desafiante y buscaron la caverna que todo lo guardaba, la que todo lo transformaba, la que fundia en un solo olor los olores de amaneceres y de crepusculos, pero ella recogio mis manos y me dijo, Nalo, esta noche nos juntamos, y la bese y le dije que lo mejor que podia hacer era bajar al vestibulo para ayudar a Aida en la atencion a los heridos y que ya pasaria lo que tuviera que pasar. Habia hombres exaltados, pintados de sangre, los habia encogidos por el dolor y la fiebre, habia jovenes desconcertados y mujeres que sonreian para curar los llantos. Sali al jardin y alli habia unos revolucionarios que hablaban entre ellos como vencedores y alardeaban de los triunfos de la revolucion y aseguraban que la situacion estaba dominada, que en todo el pais la revolucion habia sido un exito y que los militares de la capital se habian rendido, y segui caminando por aquel jardin que aun tenia muchas flores que yo mismo habia cultivado, y junto al porton habia otro grupo de obreros armados que se mostraban desilusionados y se quejaban y parecian arrepentidos de haberse comprometido tanto, y al otro lado de las tapias habia otro grupo de obreros que comian trozos de pan, y uno de ellos que llevaba un cuchillo al cinbto decia que a los patronos no habia que matarlos sino enseñarles un oficio para que trabajaran como ayudantes en las minas o como peones en las fabricas, y otro se reia mucho y decia que los ricos se irian a vivir a los barracones y que los obreros vivirian en las casa lujosas y en los palacios, y yo pensaba que aquella revolucion no habia sido entendida por todos de la misma forma y que tampoco habia sido explicada siempre con los mismos argumentos, porque habia muchos pobres que envidiaban a los ricos y que querian ser como ellos para tener a su lado pobres a los que ordenar y despreciar, y habia obreros que querian ser patronos para vengarse del aprobio sufrido, y me enfrente a aquellos obreros que comian pan y les dije, en los palacios no viviran ni los ricos ni los pobres porque los palacios ya no seran viviendas sino edificios habilitados para los servicios publicos, y ellos me miraron sorprendidos y uno de ellos me pregunto, tu quien eres, y le dije, un delegado del Comite Revolucionario, y se cuadraron ante mi como si yo fuera un comandante, y entonces me creci ante ellos y con una voz profunda y soberbia les dije, estais confundiendo el motivo de vuestra lucha, ahora vais a acercaros hasta la plaza de los abastos y os presentais al compañero Alipio para que os busque una ocupacion, y salieron corriendo a paso ligero para cumplir lo que les habia ordenado. Antes de incorporarme a las tareas de limpieza, decidi pasar por casa de mi hermana, y me iba riendo mucho por lo que habia pasado con aquellos obreros. Lucia y Eneka desembalaban los cajones de libros que habian recibido antes de la revuelta, y se entrtetenian observando y acariciando cada ejemplar como si fuera una criatura que tuviera vida y necesitara cariño, y Eneka me dijo, acercate, y me arrodille junto a ellos, y estaban clasificando unos ejemplares encuadernados en piel oscura y con el tejuelo dorado, y Eneka los tocaba, rozaba las hojas con la yema de sus dedos como si quisiera sentir los murmullos de los habitantes del libro, y nos decia, Pausanias, un viajero griego que describe su tierra, y tomaba otro libro, y repetia el ritual, lo acercaba a su cara y con el dedo pulgar hacia que las hojas se precipitaran una tras otra formando un abanico y aspiraba el olor de aquel viento de palabras y nos decia, Teofrasto, la primera descrpcion psicologica de los diferentes caracteres a traves de los comportamientos, y luego sacaba otro libro del cajon, y decia, Longo, la historia del amor de Dafnis y Cloe, y se lo entregaba a Lucia y ella leia una frase del prologo, aqui el erotismo de una dimension mas de la naturaleza, y cuando terminaban con los libros de un cajon abrian las tablas de otro, y Eneka sonreia feliz y proclamaba, aqui llega Dickens, todas las obras de Dickens, y las iba sacando y nos las presentaba como si fueran actores de una obra de teatro que se fuera a representar,, Copperfield, Pickwick, Twist, Nickleby, Chuzzlewit, Dorrit, y despues abrio mas cajonbes, y Lucia iba estampando en el interior de cada libro con un sello de caucho el emblema elegido para el nuevo establecimiento, <<Casa de las musas>>, y parecian satisfechos, y esa satisfaccion era lo mas parecido a la felicidad, una especie de pasarela colgante que los encaramaba por encima de las calamidades, que los elevaba de pronto sobre la cienaga de la desgracia y los dejaba colgando de las nubes, casi tocando el cielo, pero mas vulnerables que nunca a la ciega realidad de los desencantos.

El tiempo ordenaba las horas en funcion de las cantidades de desanimos o de esperanzas que podian caber en ellas, y asi habia horas de mucha satisfaccion pero tan fugaces como la cabriola de una gaviota, y habia horas tan largas como un dia entero lleno de horas corrosivas y feroces. Cuando estabamos en una de las horas buenas, despues de haber reparado la via para que un tren blindado transportara de nuevo a la gente, volvieron los aviones, y aquella hora paso y en la memoria se quedo muy corta y vino otra hora llena de unos ruidos que multiplicaban el tiempo de los desanimos. Soltamos las herramientas y nos escondimos en unas ruinas, y habia gente que lloraba de rabia, y gente que vomitaba de humillacion y de impotencia con la cabeza metida entre las piernas, hombres que apuntaban con sus fusiles al cielo para espantar la desesperacion y el miedo al exterminio, mujeres apelotonadas en el llanto por la localizacion imposible de los hijos diseminados, ancianos clavados contra los muros y apretando la garrota como si fuera el estribo del mundo desbocado, revolucionarios escupiendo la certidumbre amarga de una lucha que estaba perdiendo su causa. En los camiones sonaban las bocinas a modo de alarmas, pero no fueron bombas lo que aquellos aviones soltaron sobre nuestras cabezas. Pasaron ruidosos y fugaces y dejaron el aire manchado y vidrioso, y levantamos los ojos y una lluvia de papeles revoltosos nos enseño a todos que aun habia otoños diferentes, y vimos los tumbos agonicos de unas hojas que caian sobre nosotros como sudarios para envenenarnos el animo, livianos fragmentos del desanimo y la intimidacion que el viento llevaba y traia desde las nubes manchadas hasta el oxido brillante de las chapas de la fabrica, desde la luz plateada de los alamos del rio hasta nuestras manos, desde el vuelo asustadizo de los pajaros pequeños hasta la ropa tendida de las terrazas, y leimos aquella propaganda del cielo, rendios, es la unica manera de salvar vuestras vidas, la rendicion sin condiciones y la entrega de las armas antes de veinticuatro horas, toda la nacion va contra vosotros dispuesta a aplastaros sin piedad, iremos contra vosotros hasta destruiros sin tregua ni perdon, rendiros al Gobierno de la Nacion. Las calles quedaron cubiertas por una costra blanca, y regreso el desanimo a los corazones de algunos obreros, y tambien con aquellos panfletos llegaron la zozobra y la duda, porque de pronto todos confesaron aquello que en silencio venian sospechando, que si las tropas habian desenbarcado en los muelles, que si avanzaban nuevos contingentes por los puertos, que si tambien llegaban batallones por la carretera de la costa y que si la radio transmitia musica y futbol como en los tiempos de la normalidad. Pero la lucha continuaba y seguian acercandose muchos voluntarios hasta el Comite de la Guerra para solicitar su alistamiento, y continuamente partian hacia los frentes camiones con obreros que iban cantando porque aun creian en el triunfo de la revolucion. Los viveres escaseaban y tambien se agotaba la municiion. El convento de las monjas se utilizo como comedor central para los transeuntes y para los soldados y para los que habian perdido sus casas en los bombardeos, y alli llevaba la gente los viveres para compartirlos, y yo le dije a la señora Geertghe que habia que coger unos sacos de arroz y de harina de la despensa del palacio azul para llevarlos al comedor central y ella bajo con Elvira hasta el sotano y le fue indicando cuanto se podia llevar, no solo el arroz y la harina, tambien patatas y garbanzos y bacalao en salazon y latas de aceite y cuatro jamones, y todo fue llevado al convento y las propias monjas hacian de cocineras y tambien hacian de camareras y consolaban a los que estaban tristes y parecian contentas de poder servir a la gente del pueblo.

Y el tiempo, en aquel improvisado refectorio para transeuntes y famelicios, se paraba y se volvia espeso y se llenaba de olores desagradables, a grasa frita y a las entrañas corrompidas de las gallinas y al sarro verdoso de las aguas que se estancan. Habia soldados de una semana que volvian despues de una minima batalla con una bala alojada en alguna parte, con un ojo perdido o con una pierna partida, jovenes obreros que habian cambiado las herramientas de trabajo por el fusil y que ahora se preguntaban por su futuro, que pasara mañana, y una mueca de dolor contraia sus facciones demacradas, y, mientras sorbian la sopa caliente de las monjas, sentian que aquel miedo que en los ultimos dias les habia crecido dentro, ahora les salia por los ojos humedos en el vaho de la sopa y les salia tambien por los oidos aguzados en el fragor del caos de la derrota, y ese miedo que ellos sentian crecer se derramaba como una peste contagiosa sobre aquellos que aun no lo habiamos sentido. Yo ayudaba a Basilio y a Alipio a descargar unos sacos de arroz en la cocina del convento. Un hombre mayor, con barba de varios dias y el brazo en cabestrillo, se subio a uno de los bancos del comedor y con un repeluzno en la voz dijo para todos los presentes, quiero contaros lo que vieron mis ojos para que esteis preparados, ocurrio en un lugar que llaman Villafria, donde habiamos combatido contra las fuerzas del tercio y regulares, despues de dos dias de combate agotamos las municiones y tuvimos que retroceder, habia varios edificios en llamas, a mi me habian herido en el brazo y me quede con otro compañero en el desvan de un edificio que habia sido fabrica de tejidos, el improvisaba un vendaje para mi herida cuando los sentimos llegar, eran ellos, los moros, las hordas mercenarias, lo que llaman un tabor de fuerzas indigenas regulares, habia un grupo de cinco mujeres rebuscando en los escombros, habian encontrado a un revolucionario herido y lo habian arrastrado al centro de la callen para intentar reanimarlo, lo que os cuento lo vi con mis propios ojos desde aquel maldito desvan, aquellos barbaros vestidos de blanco violaron a las cinco mujeres, lo hicieron alli mismo, en la calle, les arrancaron las ropas y las golpearon y las violaron, y luego con tajos limpios y certeros les cortaron las manos y a dos de ellas tambien les cortaron los pechos y al revolucionario que estaba herido en el suelo le arrancaron la cabeza y la lanzaron al aire contra los escombros y no pude ver nada mas porque perdi el conocimiento y cai desplomado en brazos de mi compañero, eso es lo que nos espera cuando lleguen esos barbaros, os lo anuncio para que esteis preparados. Alipio nos dijo a Basilio y a mi, vamos a detenerlo, y le pregunte, por que a detenerlo, y el me explico, esta amedrentando a la gente y perjudicando la revolucion, y fuimos hacia el y le sujetamos para sacarlo de alli, y Alipio se subio al mismo banco en el que el hombre habia relatado aquellas escenas tan terribles y hablo para todos y dijo, compañeros, estamos creando una sociedad, y como en el mundo biologico, el alumbramiento se verifica con desgarrones fisicos y dolores morales, la muerte produce la vida, la agonia de un moribundo va a fortalecer los pulmones de un recien nacido, no os extrañe, compañeros trabajadores, que el mundo que estamos forjando cueste sangre, dolores y lagrimas, todo es fecundo en la tierra, ahora bien, esta obra de gigantes necesita el coraje de todos, unos batiendose en la calle con entusiasmo y otros cooperando en cuantas operaciones secundarias sean necesareas, nos corre prisa dejar las armas, queremos pronto licenciar a la juventud para que se didiquen a crear y no a destruir, porque es un sarcasmo que quien nace para la vida empuñe instrumentos de muerte, sera cuestion de pocos dias, los necesareos para convencer a los antiguos privilegiados de que sus privilegios han terminado para siempre, como termino un dia la esclavitud, y como tambien termino el derecho de pernada de los señores feudales, seamos todos dignos de los momentos que vivimos levantando la frente, tantos siglos humillada, aun hay muchos enemigos, miles de hermanos de clase se baten en los frentes, todos somos necesareos, habra tiempo de recordar lo bueno y renegar de todo lo malo, ahora es tiempo de lucha, tiempo de esperanza y de animo, compañeros, trabajadores, viva la revolucion social. Hubo algunos aplausos y nosotros salimos con aquel hombre, y el nos pregunto, por que me deteneis si yo he luchado por la revolucion, y Alipio le dijo, no te detenemos, pero no vuelvas a propagar el miedo entre la gente, el momento es muy dificil, y tu lo sabes porque has visto cosas terribles, por eso hacen falta compañeros que levanten el animo. El dijo, lo siento, porque entendio los argumentos de Alipio, y Basilio le indico que se acercara hasta el palacio azul para que le curaran la herida del brazo. Le dije a mi primo, hablaste bien, y le pregunte donde habia encontrado aquellas palabras, y el me dijo, corresponde a un manifiesto de uno de los comites, y Basilio dijo, estamos en la hora de las palabras, unas pueden hurgar en las heridas y otras pueden hacer de balsamo, pero no son mas que palabras, los hechos estan ahi, amenazandonos, y acabaran dejandonos mudos y presos en una carcel tan negra como la noche. Caminabamos juntos y tristes. Alipio nos manifestaba su descontento con el nuevo comite que se habia formado. Nos decia, los comunistas acabaran jodiendolo todo, se trataba de crear una sociedad mejor, de persuadir a la gente de la necesidad de cooperar para el bien comun, de que todo el pueblo fuera el responsable de la defensa de su libertad, de educar a las juventudes en el trabajo y la virtud, de producir entre todos lo necesareo para la vida, y ahora esos cabrones hablan de ordenes inexorables, de obediencia ciega a los jefes, de disciplina castrense y castigos ejemplares, hablan de crear un ejercito rojo que dirija y que gobierne y una policia que vigile y que oprima, son unos hijos de puta que se quieren apoderar de los resortes de mando para defender sus propios intereses. Alipio se paraba y gesticulaba y Basilio le dijo, calmate, no ves que ya todo da igual, y mi primo nos dijo, no me hableis asi, no puede ser que todo este perdido y que tanta gente haya sufrido en vano. Alipio lloraba, Fue entonces cuando volvieron a aparecer los aviones. Varias bombas cayeron al oeste, en la zona de Zalampernio. Los tres nos miramosn y sin decirnos nada pensamos en el abuelo. El bombardeo continuaba por la zona del rio y por la carretera del puerto, sin embargo fuimos en busca del Packard de la señora Geertghe que estaba en el almacen de los abastos. Conduje a toda velocidad hasta que la carretera se hizo camino intransitable. Corrimos sin decirnos nada porque sabiamos que el abuelo Cosme andaba por Zalampernio.

La claridad del sol estaba teñida de humo y una marea de barro provocada por el agua de las presas reventadas se esparcia por el espacio de las sendas de Zalampernio como un ramalazo de exterminio y desolacion, y los tejados habian desaparecido en el desorden del viento de la calamidad, y ardia el otoño de los arboles del jardin botanico que yo habia inventado para el abuelo, y el aliento sismico de aquellas explosiones equivocadas habia desbaratado los mecanismos de la fragua y los engranajes de las muelas corredoras y la magia de las quebrantadoras conicas y la fantasia de las maquinas electrostaticas y la armonia de los batanes, y tambien habian arruinado aquellas detonaciones los muros y los canales y los azudes y los pilares del acueducto, y el caballo moro flotaba descabezado en el remanso del fango alla donde el arroyo Xumial peleaba por huir de los escombros, y no veiamos al abuelo por ninguna parte. Ardian los batanes y tambien la techumbre de uno de los molinos, y el aire estaba sucio y caldeado y a mi me pesaba en la nuca ese aire y mi sudor y el chirrido de los follajes y tambien me pesaba la duda, y grite, abuelo, y Alipio grito, abuelo, y Basilio nos llamo apurado porque lo habia encontrado, esta mal, nos dijo, y corrimos y entramos en el molino que ardia y estaba alli, contra la muela solera, inmovilizado por una viga que se habia desprendido y le habia partido el espinazo. Su semblante gredoso era la imagen del paisaje de Zalampernio, porque sus ojos tenian humo, porque se habia convertido en escombro el pellejo de sus arrugas y porque su barba era un conjunto de matojos carbonizados. Tenia los labios extrañamente contraidos en un rictus que podia ser de dolor y que tambien podia ser de burla, y le pregunte si le dolia y el me respondio, me duele todo, lo de dentro y lo de fuera, y cuando conseguimos retirar la viga nos dijo, parece que se acabo, y pensabamos que se referia a su vida, y Alipio le pregunto, que es lo que se acabo, abuelo, y respondio, la revolucion, y yo no sabia si se referia a la revolucion que los obreros defendian en los frentes de los valles o a la que el por su cuenta habia declarado en aquellos lugares de Zalampernio, y pense que tal vez una y otra fueran las dos caras de la misma revolucion, del mismo sueño tan necesareo como insensato, en todo caso habian sido las mismas bombas las que estaban terminando con las dos, y, viendo a mi abuelo mas cerca de la muerte que de la vida, no queria creer que revolucion alguna mereciera la pena, porque aquellas sendas que se pretendian nuevas nos estaban conduciendo a todos hacia atras ya que no habia en ellas inocencia ni habia sencillez, como era de propiedad que hubiera en el principio de todas las cosas, asi que no era aquello principio sino final manchado de sangre, y por lo tanto final complejo marcado por la destruccion culpable y por la muerte innecesarea, y andaba yo saturado de pensamientos contradictorios cuando Basilio dijo, siempre hay alguna jodida municion que viene a destrozarnos la vida, y decia aquello porque sin duda recordaba la muerte de su padre, y Alipio dijo, vamos a improvisar una parihuela para bajarlo al pueblo, y asi lo hicimos, y lo llevamos hasta el palacio azul de los ingenieros belgas porque era alli donde se habian concentrado los servicios medicos.

Aida no habia abandonado el palacio desde que en el se habilitara la planta baja para atender a los heridos. Ella, con una pañoleta blanca cubriendole la cabeza y el pañuelo rojo al cuello, atendia a todos como si estuviera envuelta en una nube de energia sobrenatural, animaba a las enfermeras voluntarias, borraba con su animo la frontera entre la enfermedad y la salud, colocaba vendajes, limpiaba heridas, servia comida, sostenia cabezas, humedecia labios, se movia como en sueños, con movimientos acompasados y poderosos, y a cuantos se cruzaban en su camino rotatorio por toda la planta les decia, vamos a ser capaces, podemos con ello, y yo no sabia que queria decir con aquel ello, que fantasia o que esperanza o que dolorosa realidad encerraba aquella palabra que era personal y sustantiva y que tambien era neutra, pero siempre lo repetia, podemos con ello, y nunca se sentaba, sabia en cada momento lo que habia que hacer, a la señora Elvira le pedia mas sopa, a Fredo le pedia mas leña para los fuegos, y se anticipaba a todas las ordenes y tambien a todos los deseos. Elena me decia, ella tiene poder para hechizarnos a todos, a su lado ni siquiera encuentro tiempo para preguntarme que hago yo metida en este enredo, pero estoy metida y todo por ella. La noticia de que la revolucion habia fracasado se habia extendido entre los heridos, lo cual hacia que su dolor se multiplicara, pero Aida no permitia que nadie hablara de fracaso, y gritaba, una manta para este camarada, hay que tapar esta herida, vendas, necesitamos vendas, que la señora belga saque de los baules mas sabanas limpias. Tumbamos al abuelo sobre una mesa para que el medico lo examinara. Hay poco que hacer, salvo esperar un milagro y no parece que estemos en un momento propicio para milagros. Esto nos dijo aquel anciano doctor, el cual hacia años que habia abandonado el ejercicio de la medicina, y lo hizo con la voz partida por la fatiga y los ojos enrojecidos por tantos dias de vigilia. Aida cubrio al abuelo con una manta, le coloco una almohadilla bajo la cabeza y limpio el hilo de sangre que le salia de la boca. Elena subio a avisar a su tia Geertghe. El abuelo me pregunto, Nalo, a donde demonios me trajisteis, y le respondi, al palacio de los belgas, aqui atienden a los heridos, y abrio mucho los ojos y miro las lujosas escaleras de madera y tambien miro los grandes lienzos de los pintores flamencos y la lampara gigante llena de lagrimas colgantes y me dijo, anda todo girando al reves, y vi aquellos ojos tan sorprendidos y tan abiertos anegados de lagrimas, y vi su barba desgreñada manchada de sangre y sus cabellos cubiertos por la ceniza de los incendios de una vida calcinada por la revolucion permanente, y en su piel agrietada habia restos de grisu y de polvo de hierro y de escombros y de una sustancia negruzca parecida al alquitran y tambien estaban incrustadas en su piel cuarteada las hojarascas tabidas de todos los otoños a los que habia sobrevivido. Trato de agarrarse a algo, pero sus manos encontraron el vacio y cayeron desplomadas sobre la mesa, y Alipio le dijo, abuelo, no te muevas, y el con mucha dificultad me pregunto, cuanto hace que no vas a la casa de los sauces, y detras de mi estaba la señora Geertghe, y fue ella quien respondio, y le dijo al abuelo, ayer mismo fui a visitarla y todo lo que hay en ella me preguntaba por ti. No supe si el abuelo habia llegado a escuchar las palabras de la que durante tantos años habia sido su amante. Lo cierto es que en el mismo momento en que fueron pronunciadas, el abuelo cerro los ojos y ladeo la cabeza y solto de su piel toda la hojarasca muerta. Ella le beso las manos y se las coloco sobre el pecho, mientras nosotros permaneciamos inmoviles asistiendo a aquella muerte que en nuestra memoria siempre habria de ser descomunal porque se habia llevado muchas preguntas sin responder y aun sin formular y el desbaratamiento de muchos principios y los residuos siderales de algunos sueños y la sublime victoria de algun que otro mundanal fracaso y los silencios prolongados e inexplicables y la encarnacion de varios engaños historicos y las interminables sinfonias de la silla labrada golpeando contra los azulejos blancos de la cocina, y tambien se habia llevado consigo aquella muerte descomunal el sabor y el poder inequivocos del anis, de la rabia y de los anhelos y el sabor y el poder de aquellos sorbos lentos del cafe puro y negro como la mina que la abuela preparaba con mimo al amanecer como remedio para todos los desalientos. Cuando la abuela Angustias entro en la sala, aun nosotros permaneciamos inmoviles y la señora Geertghe gimoteaba arrodillada junto al abuelo.

Al ver a la abuela, la belga se levanto e intento retirarse, pero la recien llegada la detuvo con un gesto imperativo y dijo, a quien de sufrir no es ducho, poco mal se le hace mucho, y la señora Geertghe le dijo a la abuela, el siempre fue un hombre querido en esta casa, y la abuela respondio, cada uno lleva la lengua al lado de donde le duele la muela, y saco del refajo un manojo de cartas atadas con una cuerda y le dijo a la belga, esto es suyo y ya que el nos ha dejado es de ley que sea usted quien las tenga y que cada capellan alabe sus reliquias, y despues nos ordeno que llevaramos el cadaver a la casa para vestirlo y velarlo. Durante el velatorio, Basilio nos hablo de la muerte. Nos decia, los que apenas tienen nada saben morir mejor y con mas humildad que los que lo tienen todo, a los pobres no les importa tanto volverle la espalda al mundo porque ese mundo estuvo peleado con ellos y ellos sencillamente dejan de mirarlo, y lo hacen con orgullo y en silencio, en ellos el silencio es despreciativo y con ese silencio que practicaron en vida se enfrentan a la muerte, que tambien sabe mucho de silencios, no dejan bienes valiosos, ni honores, ni tampoco dejan avaricias, se van con alguna pena, una de ellas quiza la de no haber entendido a tiempo algunas cosas, pero nunca se van con la pena de no haber tenido posesiones o celebridades, del mundo no recibieron nada y nada esperan de la eternidad, porque cuando alguien les hablaba de ella decian, eso no responde a las necesidades que tenemos, y esta gente se enfrenta a las dudas que predican las religiones y las filosofias con ironia, con una ironia serena, asi que casi es un privilegio enfrentarse a esa nada, que algunos quieren llenar de angeles, desde la nada o desde la modestia de vivir junto a los demas como unas rosas viven junto a las otras en el mismo rosal, sabiendo que son perecederas y sin ningun remordimiento de eternidad. El ruso Basilio hablaba como si estuviera leyendo un libro. Lucia nos sirvio una copa de anis y brindamos por el abuelo. Eneka nos explico, los egipcios embalsamaban con sustancias a sus muertos para conservarlos, igual que hacen las gentes del interior con los bacalaos, asi los protegian del tiempo y de los gusanos, y les ponian al lado abundantes manjares y ropas lujosas y cuantas joyas habian poseido en vida, por si pudieran necesitar todo eso en la otra vida, en realidad eso lo hacian los egipcios ricos porque los egipcios pobres se morian sin mas y si acaso les echaban a la tumba una tunica vieja para el frio y una torta de trigo para las primeras hambres. Mi hermana Lucia le pedia a la abuela que se acostara para dormir un rato, pero ella decia, hija, llevo muchas noches sin dormir, en realidad apenas duermo, hace años que me paso las noches oyendo el silencio y mirando la oscuridad, tu abuelo a eso lo llamaba insonio, es una enfermedad y quienes la padecemos llevamos viviendo una eternidad, las horas no tienen nada, solo angustia, es como una muerte anticipada pero sin las ventajas que tiene la muerte. La abuela Angustias se dejo abrazar por Lucia y las dos permanecieron juntas en el escaño contemplando el cajon con el cadaver del abuelo y las flores que yo habia conseguido rescartar del maltrecho jardin del palacio, rosas floribunda de un rojo intenso, aquellas que Eneka llamaba Lili Marlen, tambien amarillas Gloria Dei, margaritas blancas y algunos lirios. Lucia y la abuela vestian de luto. Mi hermana tenia en la mano un pañuelo blanco con puntillas para secarse las lagrimas, igual que en el entierro de nuestro padre. A veces llegaban visitas de pesame, dejaban las condolencias, las alabanzas al difunto y las lamentaciones de costumbre y luego se iban, no sin antes hacer entre ellos algun comentario sobre la agonia de la revolucion. Algunos, como el señor Colino, se quedaban un rato con nosotros. Yo sabia que alli estaba de nuevo la muerte y que ella era inmutable y constante, que esa muerte despediria al abuelo a las puertas del cementerio para quedarse despues a vivir clandestinamente entre nosotros, porque a ella no le gustaban los muertos sino los vivos. Asi se lo dije a ellos, Basilio, Alipio y Eneka. Senti deseos de llorar pero mire a la abuela. Ella no habia derramado ni una sola lagrima. Fui hacia el escaño y me arrodille junto a ellas, y bese a mi abuela y luego bese a Lucia, y mi hermana me acaricio la cabeza y me dijo, golondrina, eres como una golondrina. Eneka nos hablo de Seneca y de una carta que este habia dejado escrita, dirigida a Lucinio, en la que hablaba del miedo a la muerte. En ella se decia que todo siervo tenia sobre su amo el poder de la vida y la muerte y tambien que cualquiera que despreciara su vida se convertiria en dueño de cualquier otra vida, decia que nacemos para ser llevados a la muerte y que debiamos obviar las insignificancias, y predicaba la grande riqueza que suponia la pobreza conforme a las leyes naturales, cuyos limites establecia en la ausencia de hambre, de sed y de frio. Mi primo Alipio se enfurecia con aquellos pensamientos de Seneca de los que nos hablaba Eneka, y nos decia, no se quien es el romano ese, pero esta claro que se trata de un filosofo fascista que lo confunde todo para su provecho llamando a los pobres ricos y a los ricos pobres y delimitando la frontera entre pobreza y riqueza por el hambre, la sed y el frio. Eneka le dijo, de todos los hombres sabios se obtiene algun provecho, y Alipio le replico, pero a veces el provecho consiste en rebatir lo que dicen, puede que en la Roma de Seneca lo superfluo no fueran los baños termales para los señores ricos sino el pan de los esclavos, puede que para el en este momento que ahora vivimos lo superfluo no fueran los devidendos que obtiene el capital sino el jornal de los obreros, es muy facil para quien lo tiene todo hablar de cosas superfluas, pero para la inmensa mayoria de la poblacion la vida consiste en llevarse un trozo de pan superfluo a la boca o conseguir un abrigo superfluo. Eneka le dijo a Alipio, contaba lo de Seneca porque hablabamos de la muerte y el paso a la historia por la serenidad y la entereza con la que se quito la vida. Ya no pudimos seguir hablando porque llegaron dos funcionarios con mandilones azules y clavaron la tapa del cajon y todos fuimos camino del cementerio. Alli habia muchos insectos pululando en el aire, mosquitos y moscas azules y tabanos y vacallorias y abejorros negros, y era como si ese aire que respirabamos tuviera fiebre o estuviera envenenado, y el cementerio estaba sembrado de tumbas recientes.

Los vientos azotaron el paisaje y aceleraron la rebelion de los colores y el mundo parecia un amasijo de manchas grises y amarillentas y una confusion de brillos lanzados al vacio, y la vida limitaba al norte con el mar y con los ejercitos que habian vencido, y limitaba al este con las aguas negras de los rios de carbon, y limitaba al oeste con los bosques, y al sur tambien estaban los ejercitos y los bosques, y en esos bosques habia caminos para huir, como tambien en la vida habia caminos por donde era posible alejarse sin llegar a ninguna parte, y yo miraba esos arboles que se estaban desnudando para mi y veia en ellos un troco calmoso y firme que bien podria simbolizar, si un arbol fuera la vida, la seguridad y el poder de lo establecido durante siglos por quienes siempre tuvieron la tierra y el aire y tambien tuvieron las lluvias y la luna, y suponia yo en aquellos arboles que eran como la vida unas raices creciendo con esfuerzo y batallando en la oscuridad de la tierra, y esas luchas enterradas de las raices eran el sustento de la vida del arbol y representaban las revoluciones ocultas de quienes reclamaban la luz y aspiraban a formar parte del tronco, y tambien veia yo los follajes y oia como susurraban, y eran esos follajes como los sueños que duraban unicamente un verano. Seis regimientos, cinco batallones, tres de ellos de Africa, tres banderas del tercio, dos tabores de fuerzas indigenas regulares, cuatro escuadrones del aire, baterias de montaña, ciclistas, secciones de ametralladoras, intendencia, radio, sanidad y municiones, compañias de guardias de asalto procedentes de cinco provincias, ademas de los cuerpos de guardias civiles y carabineros, todos ellos, en nombre del gobierno nacional, terminaron con el sueño revolucionario que habia durado apenas dos semanas. Cerca de un millar y medio de muertos contabilizados, la mayoria civiles, casi tres mil heridos y varios desaparecidos conformaron el balance de aquellos dias de lucha desesperada. Ante la presencia arrolladora de las fuerzas estatales y la carencia de municiones en los frentes obreros se dio por malogrado el proceso revolucionario y los miembros de los comites, con Belarmino Tomas a la cabeza, pactaron la entrega de las armas con un militar de muchas estrellas y de nombre Eduardo Lopez Ochoa a cambio de un compromiso de este de evitar cualquier tipo de represion por parte de las tropas. Ocurrio esto el dia diecinueve de octubre a las doce de la noche. Despues muchos muchos huyeron en desbandada por los caminos del monte porque no se fiaban de las promesas de Ochoa y temian que los mercenarios actuaran como lo habian hecho en el lugar de Villafria. Ante mi paso el final de aquella guerra tal como lo habia hecho el comienzo de la misma, con el pensamiento abarrotado de preguntas, con el sentimiento embrutecido por la multitud de los acontecimientos, sabiendo que la verdad era un estado de animo de la existencia, con las horas dando vueltas en circulo sobre aquel jardin embrujado de los aprendizajes, observando el ultraje de la sensatez y el insulto de la inteligencia y la ejecucion de la sabiduria contra el muro de las hortensias, y si al principio de la guerra habia tenido que llevar el coche de los ricos para ponerlo al servicio de la causa de los pobres, al final de la misma tuve que recoger aquel mismo automovil, ahora manchado de sangre, y devolverlo al palacio azul de los ingenieros belgas, y tuve que hacerlo por los senderos de la rebelion, donde el aire a veces revoloteaba y a veces se quedaba inmovil, y senti, al regresar al volante del Buick-409, cierta nostalgia hacia algo que no sabia que era, pero que andaba perdido sin duda en la misma rueda de las horas del jardin, que era la rueda de los deseos y era la rueda de la sabiduria serena del maestro que habia descubierto la magia del mundo de las musas, y vi pasar aquella guerra, pero no dije adios, no dije nada porque un hombre sabio debia contar con todo, estar siempre expuesto, perseguido por sus exigencias vitales y dispuesto a la transformacion paulatina de las cosas externas, igual que un buen jardinero debia advertir el sufrimiento de las plantas y medir con la mirada su crecimiento, igual que un buen camarero siempre debia estar ocupado aunque nada tuviera que hacer y debia anticiparse a las ordenes y advertir los deseos de los señores antes de que se pusieran de manifiesto, asi en la vida habia que actuar para convertirse en sabio, dejar que los sentidos palpitaran ante la sublevacion de todas las cosas, contar con todo, contar con la evidencia, con el sol y la tierra y el mar, con todo cuanto permanecia, y contar tambien con las pasiones que parecian dormidas y con las parabolas equivocadas que poblaban el mundo y con las deficiencias del hombre y sus limitaciones, contar con el dolor y tambien con la alegria antes de que se manifestaran y contar sobre todo con la duda, dejarse desgastar por ella hasta el fondo para descubrir al fin el tesoro del conocimiento.

El mes de noviembre llego como un reguero luminoso y humedo que enloquecia todas las cosas y salpicaba el cielo de nubes blancas. Muchos pueblos habian quedado abandonados a causa del miedo Hubo quienes que se acercaron a los puertos en busca de barcos que los transportaran a otros lugares. Elena tomo la decision de irse a vivir a Paris, a una vivienda que la familia poseia en la Calzada de Antin. Me dijo, desde alli puedo ver la iglesia de La Trinidad y junto al portal hay un cafe donde todos conversan con todos aunque no se conozcan de nada, mi padre se la regalo a mi madre porque ella era una enamorada de todo cuanto acontecia en Paris, pero apenas la usaron. Yo le dije, en Paris tambien llueve con frecuencia, mas ella contesto, pero alli estan los musicos y el arte y la moda, alli esta el principio de muchas cosas, te escribire para contartelo todo. Me lo dijo sin emocion, tampoco mostraba tristeza. Sus ojos no se empañaban nunca. Quise preguntarle por lo nuestro, pero antes de hacerlo adverti que ella ya me habia ofrecido la respuesta. Se llevo con ella a Clarita, que era quien ayudaba a Elvira en la cocina, una adolescente fragil como los juncos, dulce como la saliva y callada como un secreto. Las lleve en el automovil a la estacion y Elena, antes de subir al tren, me beso y me pregunto, seguire siendo tu musa, y le respondi, supongo que cuando alguien se convierte en musa lo hace para siempre, y observe como el tren se alejaba y senti que aquel instante en la estacion le estaba ocurriendo a otro que no era yo y me fui hablando en voz baja conmigo mismo, dejando que las imagenes del pasado transcurrieran tranquilas frente a mi para interrogarme sobre ellas como un fiscal, y me preguntaba a mi mismo y yo mismo me respondia, y encontraba significados diferentes a cosas que me habian pasado y senti que la vida tenia otros sentidos y que aun me quedaba mucho tiempo.

Fue Fredo, aquel nieto de Colino que yo tenia como ayudante, quien llego al palacio con el aviso. Una compañia de la Guardia Civil y otra de Asalto habian tomado el pueblo. Apuntando con sus fusiles y pistolas ametralladoras fueron deteniendo a cuantos venian relacionados en una lista que leia en voz alta el capitan jefe de la columna, que se llamaba Arcidio y tenia los ojos diminutos y apretados y la estatura de un niño. El pregonaba el nombre y los apellidos y luego añadia, acusado de promover el terror y alentar el expolio y el crimen, o bien, acusado de la muerte de doce guardias civiles, o tambien agregaba, acusado de devastacion por medio de la dinamita, o simplemente, acusado de participar activamente en la sangrienta revuelta, y detras de cada enunciado gritaba, viva Cristo Rey, como el orapronobis de aquella letania singular, y si el nombrado aparecia, era detenido al instante, y si no lo hacia, lo que ocurria con frecuencia porque eran muchos los que habian huido, el capitan declaraba publica orden de busqueda y captura y amenazaba con la carcel a cuantos ofrecieran su ayuda al desaparecido. El ruso andaba preparando unos cuchillos en su pequeña fragua cuando fue detenido y acusado de propagandista activo del marxismo sovietico. Alipio y Caparina se preparaban para un viaje a Peñafonte, donde el violinista tenia un tio maestro, con la idea de que este los mantuviera ocultos durante un tiempo, cuando fueron detenidos y acusados ambos de difundir la anarquia y practicar el terrorismo. Llegue al cuartel en compañia de Aida, de Eneka y de Lucia. Nos recivio un sargento calvo que hablaba gritando, cada grito le provocaba burbujas de sangre en la cabeza, y el que estaba a su lado, que oficiaba de escribiente u oficinista, nos conocia a los cuatro porque era sobrino del cura Belio, asi que dijo refiriendose a Aida, ella tambien es revolucionaria, y luego miro a Lucia y dijo, ella esta loca de leer poesias y no guarda los lutos ni aparece por las iglesias, y apuntando hacia mi con el dedo indice decia, el se llama Nalo y el Comite le dio el cargo de organizador de las limpiezas, y por ultimo miro a Eneka y dijo, a este no se le conoce actividad revolucionaria alguna ni comportamientos extraños, salvo el de haberse juntado con una mujer irreverente y loca. Asi que el sargento calvo ordeno que nos detuvieran a todos. Cuando llego el capitan Arcidio solto inmediatamente a Aida al conocer que su ocupacion habia sido la de enfermera y que habia atendido tanto a los de un bando como a los del otro, y tambien solto a Eneka y a Lucia, pero a mi me dejo detenido, y entonces Eneka le dijo, señor capitan, nosotros veniamos a interesarnos por unos prisioneros que son inocentes, y el le contesto, parece usted un buen hombre, asi que no se mezcle con criminales, a veces va uno a la feria vestido de fiesta y vuelve de luto, y sobre la inocencia le dire que en este sumario que nos ocupa nadie hay que sea enteramente inocente, y luego ordeno al sargento que me detuviera por colaboracionismo, y entre en una habitacion sin muebles donde estaban los demas, en total eramos unos quince. Basilio estaba muy triste porque pensaba que ya nunca mas volveria a ver a la niña Angelica. Fuimos pasando uno a uno al cuarto de los interrogatorios. Alipio entro el primero, y estabamos muy aterrados y en silencio porque oiamos quejidos y gritos de dolor, y yo tenia la boca seca y me temblaban los dientes y las rodillas como si estuviera desnudo en un campo de hielo, y, cuando me toco el turno, el ruso me dijo, no dejes que te ocupen la cabeza mas que los recuerdos buenos, y llegue frente al capitan y tambien estaba el sargento y habia otros cinco o seis guardias mas, y aquel jefe diminuto que tenia la voz de un tiple me pregunto por el comite al que yo pertenecia y me pidio los nombres de todos los miembros de ese Comite, y le respondi que no habia formado parte de ningun comite, y me pregunto que donde estaban escondidos los fusiles, y dije, que fusiles, y el sargento con burbujas de sangre en la cabeza me golpeo con el puño en la cara, y aquel golpe fue como una señal porque todos los guaredias menos el capitan, comenzaron a golpearme, unos con el fusil, otros con el tolete y el sargento con los puños y las rodillas hasta que me tiraron al suelo, y senti que la sangre me salia de la nariz y de la boca porque me habian arrancado varios dientes, y, al ver la sangre, el capitan mando traer agua para detener la emorragia y trajeron un cubo y uno de los guardias me mojo la cabeza y con un trapo me limpio la sangre de la cara, y me ordenaron que me levantara para continuar con el interrogatorio, pero al intentar incorporarme senti un fuerte dolor en la espalda, como si tuviera alguna costilla rota, y fue cuando vi en un extremo de aquel cuarto frio con las paredes de piedra a tres detenidos tirados en el suelo, y uno de ellos era Alipio, que parecia muerto o dormido, y recorde el consejo de Basilio, asi que busque un recuerdo agradable y en unos segundos estaba yo en la casa de los sauces aquel dia que Elena me habia dicho, quiero que seas unicamente mio, y senti sus dientes mordiendome los labios y recorde el olor que tenian sus pechos, que era el olor del polvo de las azucenas, y recorde el olor de su vientre, que era el olor del serrin de la leña verde, y estaba yo besando aquellos petalos de carne que Elena desplegaba para mi cuando un culatazo me arranco la memoria de cuajo, y escuche otra vez la misma pregunta, donde estan escondidos los mil fusiles, y les dije, me habeis arrancado la memoria, y entendieron aquellas palabras como un desprecio hacia ellos me ataron las manos a la espalda con una cuerda y a aquella cuerda ataron otra que pasaron por una de las vigas del techo, y luego tiraron de ella hasta izarme a las alturas, y asi quede, de espaldas al techo y mirando hacia las cabezas de aquellos guardias, y vi como se movian las burbujas de la sangre en la cabeza del sargento cada vez que gritaba, sus venas parecian globos azules que se inflaban y desinflaban, y me preguntaron de nuevo por los nombres de los miembros de los comites, nombres, queremos nombres, y como yo no respondia el capitan diminuto me ordeno que fuera haciendo testamento, y entro un teniente al que llamaban Castillo con otros cuantos guardias, y miro haci mi y percibi el extravio de su mirada y lo veia lejos, muy lejos, como a traves de un cristal empañado o como si mis ojos estuvieran llorando niebla, y el teniente dijo, estos anarquista y masones estan juramentados, a este darle cuanto podais hasta que no quede nada de el, y bajaron la cuerda hasta que quede colgado a un metro del suelo y, como vi que se disponian a pegarme de nuevo, rebusque en la memoria otro recuerdo bueno y traje hasta mi la imagen de mi hermana leyendome poemas y acariciandome la cabeza y llamandome golondrina, pero eran tantos los golpes y tan formidables que me arrancaron el recuerdo de mi hermana y me dejaron otra vez vacia la memoria y la voluntad dolorida, y unos me daban con la culata en los testiculos, otros me golpeaban con las rodillas, y cuando me quejaba y gritaba de dolor me clavaban el cañon del fusil en la boca del estomago hasta dejarme sin respiracion y despues me golpeaban en la espalda y en los riñones hasta que respiraba de nuevo, y con uno de aquellos golpes perdi el conocimiento.

Al recuperarlo, oi a los guardias insultarme y los vi bañados en sudor por el esfuerzo tan grande que hacian, y el teniente Castillo me pedia que gritara viva Cristo Rey y que blasfemara contra la revolucion, contra sus lideres y contra las madres de los lideres, pero mi lengua estaba perdida en un coagulo de sangre y era incapaz de articular una palabra, y tuve la certeza de morir, y no sabia si la voluntad me sujetaba a la vida hasta el limite de lo soportable o me empujaba hacia la muerte forzando a mi cuerpo para que se desprendiera de la vida, y no sabia si tenia conciencia de vida o de muerte porque estaba colgado en el vacio y no tenia latidos y no sentia vida en ninguna parte de mi cuerpo porque nada en mi tenia peso y yo era un pensamiento inutil que habia perdido toda la gravedad. Al fin me descolgaron para colgar a Caparina. El violinista les dijo, mejor que me pegueis un tiro y acabeis de una vez conmigo, pero el capitan le dijo, eso seria demasiada honra para ti, hijo de puta, vas a morir pero lo vas a hacer poco a poco, y comenzaron a hacer con el lo mismo que habian hecho conmigo, y el los insultaba y los llamaba cabrones y fascistas y cosas aun peores, asi que le daban con mas esfuerzo y ensañamiento, y cuando terminaron col el lo tiraron junto a mi y nos quedamos inmoviles, pegados el uno al otro, como dos trapos viejos y usados que alguien hubiera arrojado a la basura, y como Caparina vio que yo estaba llorando, me dijo, no llores, Nalo, que vamos a matar uno a uno a todos estos hijos de puta, y yo le dije, Alipio esta muerto, y el me aseguro que solo se hacia el dormido para que no le pegaran mas, y como nos escucharon hablar, uno de ellos dijo, pero si estos cabrones todavia tienen ganas de conversacion, y nos metieron unos palos entre los dedos, y con una cuerda retorcian y era tanto el dolor que yo tenia por todo el cuerpo que aquella nueva tortura apenas la sentia. Asi fueron pasando por aquel suplicio todos los detenidos, y uno de ellos nos comento que tenian formada a la gente del pueblo frente al cuartel para que escuchara nuestros alaridos y que habian registrado las casas en busca de fusiles y que habian quemado en una hoguera las banderas, los cuadros y los libros que a ellos les parecia que tenian que ver con la revolucion. Al ruso Basilio lo colgaron por los pies y su cabeza iba de golpe en golpe como una pelota, hasta que el capitan dijo, no le pegueis en la cabeza que vais a terminar demasiado pronto con el, dinos los nombres de los espias sovieticos, y fueron tantos los golpes que le dieron que perdio el conocimiento y pensabamos que lo habian matado, pero un guardia, para ver si estaba vivo o muerto, le mordio un dedo con tanta fuerza que le corto la uña y parte de la yema, y el ruso exhalo un bramido sorprendente, una vibracion sobrecogedora que dejo el suelo salpicado de sangre. Caparina me dijo, esta gritando en ruso. Asi nos tuvieron todo aquel dia y toda la noche, subiendonos y bajandonos del trimotor, y ni siquiera nos dieron un poco de agua, y ya el suelo de aquel cuarto era un charco de sangre. Al atardecer del segundo dia nos trasladaron a otra habitacion y nos tiraron unas mantas por encima y habia un guardia muy joven que lloraba al vernos y como se habia compadecido tanto vino a traernos agua cuando sus compañeros no estaban. Asi estuvimos otro dia mas, y apenas teniamos fuerzas para hablar entre nosotros porque teniamos la lengua inflamada y dolorida y contaminados los pensamientos. De vez en cuando llegaba un guardia y nos daba patadas en el estomago y en las costillas y en la cabeza para comprobar que no estabamos muertos. A la noche llego un medico militar y despues de reconocernos le dijo al capitan diminuto que era preciso trasladar a algunos de nosotros de forma urgente a un hospital, y el capitan dijo, como usted ordene mi coronel, y llamo al cabo de guardia para que dispusiera un camion para el traslado, pero cuando el medico desaparecio le dijo al cabo, llevatelos de aqui en ese camion y tiralos al rio o sueltalos donde te parezca porque ya llevan firmada la defuncion. Pero el conductor del camion se compadecio tanto de nosotros que en lugar de llevarnos a las escombreras del carbon, como le habia ordenado el cabo, nos condujo hasta el hospital.

Alipio fue quien primero se recupero. Estuvo un mes a disposicion de un juez militar, quien termino exonerandolo de cualquier condena al ver que no habia cometido delitos de sangre. El y Aida decidieron tomar un barco que los llevara a Mexico. Una vez alli buscarian la ciudad de Juanacatlan, en el estado de Jalisco, desde donde aun seguian enviando postales mi tia Margarita y su marido, el castellano Mairicio. Se fueron unos dias despues de que Eneka y Lucia inauguraran la libreria Casa de las Musas, A Juan Jacobo Varela Caparina el tribunal rehuso juzgarlo al diagnosticarle los medicos militares una perdida de razon irreversible. Salio del hospital sujetando bajo el brazo un violin que le habia llevado mi hermana. Ella y Eneka se ocuparian de el. El ruso Basilio consiguio la libertad por intermediacion del señor Patricio y se caso con la niña Angelica, y lo hizo en ceremonia catolica para evitar sospechas. A mi me mantuvieron dos semanas en calidad de secuestrado por la Guardia Civil hasta que un auditor me sobreseyo la causa por falta de pruebas.

Anduve como un sonambulo contabilizando la ruina del jardin, reparando los arrietes y la murias y preparando algunas plantas, que habian sobrevivido, para que soportaran los rigores de un invierno que ya se habia instalado en el cordal y habia desconchado las cortezas de los abedules y habia cubierto de nieve los robles mas altos, y habia mucha tristeza en aquel jardin encogido porque apenas quedaban sonidos, los pajaros habian huido arremolinandose en bandadas, y apenas quedaban colores porque los cristales del frio habian torturado los ramajes y habian matado todas las flores, y en el aire del jardin aun flotaba el polvo de la ceniza, y el tiempo fluia con desconcierto porque algunas horas se quedaban quietas hasta que la vida perdia el sentido y otras horas se precipitaban unas sobre otras en el laberinto de las ausencias hasta hacerme perder los mediodias, y la señora Elvira me llamaba y me decia, nunca antes te habias olvidado de comer. Fredo se habia ido a trabajar a la fabrica y Clarita estaba en Paris con Elena, asi que habia muchos vacios en el palacio azul. Fueron pasando las mañanas frias y las tardes diminutas, y la señora Geertghe me pidio que llenara el jardin de faroles para ahuyentar el silencio de aquellas noches prematuras y para que aquel tiempo desarreglado tuviera otras medidas que no fuera la pura oscuridad, y asi lo hice, y aquel salpique de lunas descoloridas parecia desde la ventana de mi cuarto el velatorio de una desgracia, y encendia lumbres inmensas en las chimeneas de la sala, y la señora Geerthe se sentaba en su mecedora con la manta sobre las piernas y contaba historias del abuelo Cosme, y me decia, para mi era como una obsesion porque las obsesiones se fabrican con lo que no tenemos, un buen dia sientes que la urgencia de los deseos se ha convertido en desvelo y necesidad y es como si tu cuerpo hubiera sido ocupado por otra persona. Su voz era un espiritu bueno que habia madurado en la soledad de los dias sin rumbo y las noches de insonio, y a mi me gustaba escuchar esa voz porque me difuminaba los presentimientos, que en aquellos dias eran vientos que en la memoria confundian las desgracias sucedidas con aquellas otras que podrian suceder, y a veces le decia a la belga, cuenteme otra vez lo del viaje por las ciudades del Duero, y ella me lo contaba, añadiendo siempre alguna anecdota nueva rescatada en el ultimo momento del naufragio de la memoria, y le preguntaba, como es que no huyeron juntos, y me respondia, a punto estuvimos de hacerlo en un viaje a Lisboa, pero nos asustamos y hay un momento en que ya no es posible retornar. La señora Elvira habia envejecido mucho con aquella revolucion y sufria fuertes dolores en las articulaciones y con frecuencia se quedaba dormida en el sillon, y cuando no se quedaba dormida hacia chocolate y juntabamos las tazas humeantes y sonreiamos y los tres permaneciamos unidos junta al fuego, mientras afuera los hielos encadenaban las ramas de los arboles y la escarcha inmovilizaba todas las cosas, y yo me sentia prisionero de aquellas noches indelebles que temblaban sobre nosotros como temblaban en el jardin las lunas de los faroles al congelarse y nos dejaban a los tres colgados entre la nostalgia y el miedo, y yo decia, esta ocurriendo algo que no tiene nombre, y la señora Elvira decia, es la paz engañosa del invierno, y aquellos momentos en compañia de las dos ancianas no conseguian desdoblarse para mi en otros momentos, como si en si mismos tuvieran su principio y su fin. En las fiestas navideñas, mi tio Urbano, su espos Matilde y mi prima Sabina vinieron a buscar a la abuela Angustias en un Renault Monaquatre para llevarsela a vivir con ellos a la capital. Ella no queria, pero cada dia estaba mas enferma y necesitaba cuidados medicos especiales, asi que la engañaron diciendole que la llevaban al monasterio de San Pelayo a visitar a su hija Lea. A menudo me acercaba hasta la libreria para conversar con Eneka o escuchar los delirios de mi hermana, cuya hermosura iba en aumento, como si el tiempo no hubiera terminado de esculpir su cara, a pesar de que sus gestos se volvian cada dia mas disparatados a consecuencia del progreso de su sordera. Ella me explicaba las noticias de las revistas y lo mismo me hablaba del Consejo de Guerra celebrado en la Diputacion contra el cabecilla revolucionario Jesus Argüelles, que me contaba el argumento de la ultima pelicula de King Vidor, lo mismo me hablaba de la exposicion del arquitecto Fernandez Shaw, del cortijo al rascacielos, que me leia los pronosticos de la pitonisa Madame Gena, contemplando el planeta Sirio y al carro de la Osa Mayor puedo vaticinar que este año sera prospero para nuestro pais, en el que se operara una mudanza casi completa, lo de la prosperidad me lo dice Sirio y lo de la mudanza el carro, habra en politica una lucha de elementos extremos que dara al traste con el centro, habra una revolucion en arte, surgira como suprema innovacion el poeta en octosilabos que llamara lirios a las manos y perlas a las lagrimas, vendra el pintor que no pintara la hierba roja ni los arboles azules y brillara el critico sin la amargura de su propio fracaso. Yo le leia a mi hermana las cartas que recibia de Elena y me hacia repetirle varias veces los parrafos en los que describia Paris. Yo sentia a Elena a traves de aquellas cartas, asombrada y libre, viviendo aquel destino alejada de todo lo pasado como una forma de rebelion. Me contaba que desayunaba chocolate con brioches en los cafes de St.-Jacques, que almorzaba salchichas de cerdo o cenaba espinacas hervidas en Rue des Rosiers, compraba flores para arrojarlas al agua desde Pont au Double, de camino al Barrio Latino, adquiria partituras en una tienda de la Rue Valette donde vendian todas las partituras del mundo y visitaba museos y asistia a las funciones de El Odeon, El Vaudeville o La Opera, y lo hacia con frecuencia en compañia de una amiga que se llamaba Ginette y era diseñadora y tambien dibujaba retratos y vivia en Marais, y me explicaba que se habia tomado la libertad de hablarle de mi a aquella amiga de Paris y que ella le habia conseguido unas alumnas a quienes enseñaba piano y solfeo todas las tardes. Mi hermana acariciaba aquellas cartas y las olia y exclamaba, asi debe de oler el aire de Paris y luego me miraba fijamente y me decia, golondrina, deberias volar hasta Paris, y yo reia y le contestaba, lo hare y te traere abrigos de nutria y gorros de armiño, y los ultimos libros de los poetas franceses y el agua del Sena en una botella, y entonces Lucia me besaba y se quedaba seria y, ahuecando la voz, me decia, debes pensar en la forma de escapar de ese palacio azul donde no hay mas que viejas, y yo callaba y me iba a hablar con el maestro Eneka.

El siempre estaba ordenando libros, y me explicaba, hay una cosa que se llama ausencia y es como un bicho que camina y camina dentro de ti, y me hacia aquella confesion porque aun no habia recibido carta de Mexico, y le decia, mi abuela aseguraba que Mexico estaba mas lejos que la luna, y el se reia y me leia lo que venia en la enciclopedia sobre el Estado de Jalisco, el Volcan de Nieve, los saltos del rio Santiago o la laguna de Chapala, y me contaba la historia de las tribus de los tecualmas y los mayaritas y de como el conquistador Nuño de Guzman habia terminado con ellos. El mundo daba vueltas a mi alrededor y todas las fuerzas que ese mundo tenia estaban en marcha y hacian que me tambalera y saliera de la orbita y pensara en otros lugares y en otras vidas, y unas veces deseaba dejarme llevar por la voragine de aquel mundo que giraba velozmente ante mi, pero otras veces me agarraba a las columnas de aquel palacio azul de los ingenieros belgas y deseaba convertir mi vida en algo estatico, en algo tambien contemplativo y estetico, como el horizonte de los cordales, como las escenas de los cuadros de los pintores flamencos, como los alamos del cementerio, y entre el cataclismo de las decisiones drasticas y el eclipse total andaba mi vida, y buscaba a tientas en los libros de la biblioteca una respuesta a la pregunta que ni siquiera me habia atrevido a formular, leia novelas, poemas y obras de teatro, leia libros de historia, de ingenieria o de derecho, tratados de filosofia o relatos de viaje, y cada palabra dudosa o cada lugar desconocido me llevaban a la enciclopedia universal, y sobre ella desplegaba avidamente mi espiritu para hacer que cada palabra se convirtiera en mil palabras y cada insignificante lugar en un sorprendente universo y cada momento de aquella ilustracion frenetica en innumerables momentos, pero cuanto mas leia, mas separacion existia entre lo que rebullia en mi interior y lo que ocurria en el exterior, y no sabia donde estaba la verdad e inventaba explicaciones absurdas para continuar al dia siguiente haciendo lo mismo, y en mi memoria ocurrian descabelladas asociaciones y cada vez era mas complejo el laberinto de las ensoñaciones, pero cada noche terminaba juntando mi taza de chocolate humeante con las tazas de la señora Elvira y de la señora Geertghe. Una de aquellas noches la belga me dijo, Nalo, te gustan mucho los libros y deberias pensar en encauzar tus conocimientos y tus facultades en alguna direccion, y le pregunte, que me quiere usted decir, y ella preciso, la universidad podria ser un lugar bueno para ti, no tendrias dificultades en las pruebas de acceso y yo me ocuparia de los gastos. Me levante y observe como dormia en el sillon la señora Elvira, tenia la boca abierta y parecia esperar que algo le cayera del cielo. Vi las lunas congeladas de los faroles. Cada una de aquellas luces palidas se convertia en un pensamiento. La señora Geertghe, con aquella voz suya de espiritu bueno, me volvio a preguntar, cual es la materia que mas te agrada. Me volvi hacia ella y le dije, no me disgustaria llegar a ser arquitecto de jardines, como aquel Andre de Nôtre de las Tullerias, y se rio mucho, tanto que desperto a la señora Elvira, y repetia, eso esta bien, Nalo, eso esta muy bien, y nos pidio que dispusieramos unas copas y la botella de marrasquino para celebrarlo.

Al dia siguiente fue cuando llego la señorita Julia. Yo estaba sentado en las escaleras principales meditando sobre el suceso de la noche anterior. Ella venia sosteniendo las mismas maletas con las que se habia despedido del palacio hacia poco mas de un año. Vestida de luto parecia mas delgada. La barca de su marido habia naufragado con el primer temporal del invierno. Me explico, me duro poco el credito, aunque si te soy sincera, tampoco era para tanto, pero un marido es un marido y me quede sin el. Las facultades fisicas de Elvira no parecia que fueran a mejorar, asi que resulto facil convencer a la señora Geertghe de que volviera a contratar a Julia. Aquella misma noche la puse al corriente de todo cuanto nos habia acontecido, incluido la ultima ocurrencia de la belga sobre mis estudios. Cuando Elvira y Geertghe se retiraron, nosotros seguimos conversando junto al fuego. Ella dijo, cambio este palacio, ahora parece mas reducido. Ella tambien habia cambiado. Sin duda habia adelgazado, sus rasgos se habian afilado y sus ojos habian crecido para hacerse mas expresivos. Quise ver en ellos su fracaso gris y la aceptacion de un destino adverso. Le dije que estaba muy guapa y sonrio y brillo en sus ojos la brisa lejana de aquel jardin de los mejores tiempos. Me confeso, tengo veintinueve años y ya parezco una vieja, me siento como una habitacion a la que se le van cayendo las capas de pintura. Sentia una desbordante simpatia hacia aquella mujer con quien habia experimentado el encanto de que algunas cosas increibles se hicieran realidad, y era feliz de que ella estuviera alli, y la sala donde unicamente estabamos los dos me parecia tan grande como el mundo, y comprendi que las cosas de aquel mundo nunca ocurrian de una sola vez y de principio a fin de forma absoluta, sino que cada cosa o circunstancia iba ocurriendo a trozos por ser siempre demasiado grande o magnifica para tener cabida en un solo suceso, y cada una de esas pequeñas ocurrencias de una misma cosa dejaba en nosotros manchas de colores e intensidad diferentes, señales de nuestra biografia, aromas o estigmas, huellas o visiones que nos indicaban en cada instante por donde seguir y nos enseñaban como las fracciones aleatorias de cada suceso se alineaban en el tiempo y enhebraban aquel momento partido de la circunstancia total con todos los demas momentos, y aquella era la formula del sentido de la vida, aquel era el hilo que unia los sucesos ordinarios y los alineaba en el tiempo para formar el sortilegio de lo extraordinario, y pense que quizas ese hilo del que colgaban antecedentes y consecuentes fuera la mariposa de la que me hablaba Eneka, pero ese hilo no podia enhebrarlo todo porque habia acontecimientos que quedaban suspendidos o errantes en el aire y sin ninguna referencia por haber ocurrido a destiempo o cuando el tiempo ya habia sido distribuido. Le dije a Julia, te pareces a Evelin Venable, una actriz que trabaja en peliculas americanas, sus fotos estan en una revista que me enseño Lucia. Me pregunto si era guapa esa actriz y le dije que si, que de las mas guapas del mundo, y se rio mucho, se rio del mismo modo que se reia cuando el palacio azul tenia ingenieros belgas y los ingenieros tenian esposas tambien belgas, y me pregunto, recuerdas cuando me pusiste un vestido de mimosas, y le conteste, si que lo recuerdo, y volvio a preguntarme, aun quedan mimosas en los arboles, y le respondi que no, que ya el invierno habia acabado con ellas, y se junto a mi y me cogio las manos y me hizo otra pregunta, y ahora de que puedes vestirme si ya no quedan mimosas, y le dije, algo se me ocurrira para que te sientas bien. El tiempo discurria uniforme, de momento en momento, sin conjeturas ni definiciones, sin que ninguna circunstancia se quedara desamparada y flotando en el aire, y el fuego ardia sin ruido, y solo se escuchaba la respiracion de la señorita Julia.

........ S..... E..... T..... E..... R..... M..... I..... N..... O.

Dentro de unos dias comenzare a poner otro del mismo autor.

Te mereces un aplauso GRANDE, GRANDE. Por mi parte te doy las gracias por el tesón que has tenido de empezar y terminar un trabajo como debe ser... y darnos, por lo menos a mí, el placer de conocer a este escritor y el rico vocabulario de los libros, todos importantes, y de pura raza asturiana....
Y en cuanto a Nalo el pobrecito su vida comienza de nuevo, dice que quiere ser Arquitecto de jardines.....

Nos pondrás ahora que estamos en verano.... ¿A la sombra de los abedules?

Gracias y buenas noches.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Me uno al aplauso de Gaviota, yo tambien desde la lejana Argentina he seguido los avatares del relato, como sigo tambien cada una de las citas que escribis. A pesar de que no entro con frecuencia, los tengo a todos los Turoneses en mi mente y en mi caorazón. Gaviota te cuento que el viernes me someto a una operación en una de mis piernas, la vena safena ya no funciona como debe y hay que sacarla. Te tendré al tento de todo. besos y abrazoz.
A la sombra de los abedules es el ultimo que publico, y es como una continuacion de otro anterior que se titula -los clamores de la tierra-, este no lo tengo disponible en estos momentos, y cuando los ponga quiero ponerlos seguidos.
Pero pondre otro que tambien esta muy bien.
Los clamores de la tierra esta basado en la historia de una parte de Asturias, en su momento ya me diras si identificas los lugares por donde se desarrolla.