TURON: El dia de la reunion de aquellos señores importantes...

El otoño dejo por los suelos menos hojas que otros años y apenas trajo novedades, salvo que mi hermana volvio a pintar la fachada de su casa, esta vez del color de la carne cocida del salmon, y que el ruso Basilio le pidio al señor Patricio la mano de su hija Angelica, la cual le fue energicamente denegada, aludiendo el padre a la inmadurez de la niña y a la condicion imprecisa del pretendiente, hombre sin patria estable ni oficio establecido y con ideas extremadas y equivocas.

Luego llego el invierno, lo hizo durante la noche y en forma de nieve, y con el los rumores de que la dictadura se estaba tambaleando. Fue un dia de ese invierno cuando se acerco el mayordomo Felix hasta la caseta de jardineria para decirme, ven conmigo, y le segui y me llevo hasta el comedor principal del palacio. Habia uma mesa grande de madera brillante, rodeada de sillas tapizadas de terciopelo verde, el suelo estaba cubierto de alfombras rojas y azules, en las paredes habia cuadros enormes con escenas campestres y habia cabezas disecadas de venados, de rebecos y de jabalies, y tambien habia en las paredes muchos espejos que reflejaban la hermosura de aquel ambito, multiplicandola, habia jarrones floridos y candelabros que brillaban como si fueran de oro y un reloj enorme encajado en bronce con los numeros romanos, habia una gran chimenea en una de las paredes con la leña preparada para ser encendida y, sobre ella, el retrato de un hombre barbudo vestido de frac.

Quien es, le pregunte a Felix, y me dijo, Antoon van Balen, padre de los ingenieros, y luego añadio, fijate bien en esa mesa, en ella va a ocurrir dentro de unos dias un acontecimiento importante en la historia de esta casa y tambien en la nuestra, vendran ilustres personalidades a comer en esa mesa y nosotros vamos a servirles, y pregunte, como a servirles, pues yo era ayudante de jardinero y nada sabia de servir mesas a señores importantes, y Felix me aclaro, las señoras Sakia y Geertghe quieren que tu, debido a que te consideran un joven muy apuesto, aprendas a servir la mesa, y yo no salia de mi asombro, que dices, ni siquiera se comer con los cubiertos, siempre lo hago con la navaja que me regalo mi abuelo, estas mal de la cabeza.

Y Felix sonriendo me paso a un cuarto contiguo donde habia un armario lleno de trajes.

Descolgo uno, negro y rojo, y me pidio que me lo probara, y pregunte, aqui, y dijo, si, aqui, y asi lo hice, pero me quedaba estrecho, y me fue dando a probar varios trajes mas, hasta que al fin vesti uno que se ajustaba a la hechura de mi cuerpo, y Felix sonrio, orgulloso y satisfecho, y dijo, con unos areglos te quedara perfecto, y me coloco una pachera blanca y me puso unos guantes tambien blancos y me dijo, mirate en ese espejo, y me mire y parecia un actor de teatro, un caballero de frac, y pensaba yo que mi aspecto no encajaba tan mal en aquel mundo de lujo y espejos y colgantes de cristal tallado, pero tenia dudas sobre si mis maneras bruscas y mis ignorantes pensamientos serian los adecuados para aquel subito e inesperado oficio, por eso le dije a Felix, no basta con un traje, y el me dijo, no te apures, te enseñare cuanto necesites saber.

Me dijo Felix que un buen camarero, como cualquier buen sirviente, nunca debe ver ni oir nada, pero debe de saberlo todo de sus amos y debe de estar atento siempre a sus gestos, al movimiento de sus cejas, y pensaba yo como podria no oir y sin embargo entenderlo todo, como podria no ver y averiguar cuanto sucediera a mi alrededor.

Durante los dias siguientes deje de trabajar con Eneka, y Felix me enseño a envolver los cubiertos en la servilleta, a limpiar los ceniceros, a coger el pan con las pinzas de plata, a conocer los diferentes vasos para cada tipo de bebida, los panzudos, los que tenian facetas poliedricas, los diminutos, las copas de cuello largo, los decorados, las jarras de loza esmaltadas con las iniciales de las empresas de los ingenieros, y me resulto divertida la triquiñuela de mirar los vasos a contraluz para comprobar su limpieza, y me explico que copas eran las de agua, cuales las de vino de Burdeos o de Borgoña o cuales las de Oporto o de Jerez, y saco de una vitrina un ejemplar de cada especie, estas son las del champaña, me dijo, y le pregunte, que sabor tiene el champaña, y me contesto, sabe mal, pero a ellos les gusta porque es un vino excitante y lleva burbujas con aire frances, y me mostro unas copas diminutas y labradas donde habrian de servirse los licores.

Luego paso a mostrarme Felix como se ayudaba a los señores y a las señoras a quitarse el abrigo y el sombrero y los guantes y como se sostenia todo con una mano y un brazo haciendo a la vez una reverencia.

El jardinero Eneka, cuando se topaba conmigo me decia, Nalo, ahora eres un empleado plurivalente, y soltaba una de sus blandas carcajadas, y le preguntaba porque me designaba con aquella palabra larga y diferente, y me decia, porque ahora estas laboralmente dotado de varias eficacias.

El mayordomo Felix se esmeraba mucho conmigo, lo mismo que habia hecho antes Eneka para enseñarme el oficio de jardinero, y me sentia bien por aquella nueva circustancia de atencion y de aprecio, y por eso, aunque seguia sintiendo panico al imaginarme vestido de frac sirviendo a señores importantes, me dejaba indtruir y me dejaba querer por aquel ser diminuto, de rostro oscuro y rugoso y cuya voz nerviosa me recordaba el sonido de las sierras de la fabrica cortando las chapas de hierro colado.

Me decia, recuerda que los camareros, aunque no haya nada que hacer, siempre deben de estar haciendo algo, y entonces me sugeria infinidad de cosas que se podian hacer cuando no hubiera nada que hacer, como doblar de nuevo las servilletas, alinear los cubiertos en la mesa, descubrir arrugas en los manteles o volver a mirar los vasos a contraluz, sobre todo los de cristal de Bohemia, que eran tan delicados como el ala de una mariposa.

Y paso Felix a enseñarme las diferentes clses de floreros y la disposicion de los mismos en la mesa, y me mostro los bucaros, que eran de barro y se colocaban con una sola flor a la derecha del cubierto, y me enseño los ramilleteros, que se ponian dispersos por la mesa con claveles y margaritaas, y lo jarrones de ceramica china para las rosas, y tambien me mostro unos canastillos de minbre a los que llamaba canéforas y que servian para llenarlos de flores diversas, y entonces, escuchando las explicaciones de Felix, pense que todos los oficios tienen entre si algo que ver, y le dije al mayordomo que podriamos hacer algo especial en aquella comida tan importante que iba a suceder, y el se quedo serio y me hizo la pregunta mas metalica que el solia hacer, algo como que, y le explique que podriamos poner un bucaro por cada comensal y en cada bucaro una flor diferente, porque yo sabia que en el invernadero de nuestro jardin habia especies de flores suficientes para llenar todos los bucaros, y Felix se quedo mirandome muy serio y me dijo, Nalo, en este asunto no tienen cabida los juegos y en este oficio que estas aprendiendo sobran los experimentos, y me quede muy triste con aquellas palabreas de mi nuevo maestro, y pense que Eneka a buen seguro que hubiera celebrado mi propuesta, y tambien pense que Felix era un buen hombre, pero que nunca podria tener la sabiduria y la sensibilidad de mi amigo Eneka porque el nunca habia estado casado con una musa, en realidad nunca habia estado casado con nadie.

Cuando le hable a mi hermana Lucia de aquel nuevo oficio, ella se puso contenta y comenzo a danzar en circulo por la sala. y decia, seras el maître del hotel que un dia dirigire, recibiremos alli a los mas afamados poetas y a las actrices de mas renombre, y tendra grandes ventanales frente al mar y lo llamaremos, como lo llamaremos, Nalo, y le dije a Lucia, no se, podemos llamarlo Gran Hotel, sin mas, y ella me dijo, muy emocionada, no, que dices, lo llamaremos Hotel Caliope, eso es, el hotel de las nueve musas, y me abrazo y bailo conmigo, como si acabaran de darle la noticia mas dichosa de su vida, y me senti muy bien con aquella nueva locura de mi hermana.

Le dije, tines el maître y tienes el nombre, ahora te falta el resto, y ella dijo, el resto es coser y cantar. Era como si para ella la existencia fuera todo eso que queda cuando desaparece la realidad, las brasas que perduran cuando se han quemado las costumbres, lo habitual, y recorde lo que un dia me habia dicho Eneka, la gente cree que la realidad de la cebolla son sus capas, pero si las vas quitando hasta quedarte sin nada la cebolla sigue presente y su picor te hace llorar, pues ese efecto perdurable de la cebolla es su autentica realidad, esto me dijo Eneka porque en la enciclopedia que el habia estudiado estaban todos los conocimientos.

Mi hermana Lucia tenia un aspecto irreal porque ella habia exprimido toda la realidad visible para meterla en sus sueños. Le pregunte, que hara Eneka en ese hotel de las musas, y ella me dijo, sin sacar los ojos del sueño, Eneka sera el dios de los jardines de la sabiduria, y dejo escapar una carcajada llena de coraje, la risa de la ciega obstinacion de los borrachos que juran y pelean por aquello que acaban de inventar, y le pregunte, y Aida, que le reservaremos a Aida en ese lugar, y Lucia me respondio, pero Nalo, como me preguntas eso, Aida sera una de las nueve musas. Lucia dio varias vueltas sobre si misma con los brazos levantado sobre la cabeza y luego se dejo caer en el sillon de mimbre donde leia los libros de poemas.

Estaba mojada en sudor. Me arrodille junto a ella y la acaricie y senti su cuerpo humedo y blando, como el de alguien que acabara de ahogarse en el mar, empapado de la maleza gomosa de un sueño del que no se podia zafar, y ella gimio y dije su nombre, Lucia, y mordio aquel nombre suyo dicho por mi, lo mordio hasta un suspiro final y luego cerro los ojos, como si pretendiera quedarse dormida.

A veces la señorita Julia presenciaba los ensayos a los que me sometia el mayordomo Felix. Practicabamos las diferentes formas de sostener la bandeja, los movimientos precisos para servir la comida o la bebida sin rozar siquiera a los comensales, con la servilleta terciada siempre sobre la manga.

Decia Felix, las bandejas se presentaran a cada comensal por la izquierda, la dama que tenga a su derecha a quien presida la mesa sera servida en primer lugar, siguiendo en orden de colocacion las señoras, señoritas y, la ultima la dueña de la casa, y pregunte quien era la dueña, si la señorita Sakia o la señora Geertghe. y el mayordomo respondio, las dos, pero al ser la esposa de Jacob la de mas edad sera ella la ultima en ser servida, y continuo diciendo, y despues se sirve a los caballerod, primero servimos las ostras y la sopa, despues el marisco con los enjuagatorios, y fue relatando Felix la lista y el orden de todos los platos, y tambien me enseño a interpretar el movimiento de sus ojos, los de el, a los que debia mirar siempre que yo estuviera con las manos a la espalda en posicion de descanso.

Me dijo el mayordomo que un criado debe de dar la impresion, ante sus amos y los invitados de sus amos, de que es una persona feliz, debe mostrar en sus ojos la ensoñacion, el agradecimiento por estar haciendo aquello que mas le gusta, y le manifeste al maestro mi incomprension sobre aquel asunto y entonces el me dijo que un criado es un actor, si, un actor de teatro, que representa siempre las escenas que los amos necesitan que interprete, y recorde los refranes de la abuela Angustias, aprendiz del mundo, maestro de nada, y muchos oficiios pocos beneficios, y siete oficios, catorce desgtacias, porque acababa de añadir un oficio nuevo, el de actor, a los dos que ya tenia, el de ayudante de jardinero y el de camarero de mesas con señores importantes.

El mayordomo Felix le pidio a Julia que se sentara a la mesa para que yo practicara con ella como comensal los diferentes movimientos del servicio, y luego el se fue a atender a otros asuntos, y nos dejo solos en aquella sala grande llena de cabezas de animales y de espejos.

Tome una botella y la sujete con la mano derecha alargando el dedo indice sobre el gollete, hice como si escanciara el vimo en la copa levantando de subito la botella y efectuando un pequeño giro, para que no goteara, como me habia enseñado el maestro, y desde arriba vi las curvas de unos pechos prominentes y una linea de luz amarillenta entro por la ventana y atraveso la mesa y ascendio entre aquellos pechos que parecian flotar solos en el aire, como sombras movedizas o señales luminosas que me avisaban de la llegada de alguna e insolita circunstancia, y se estrello aquella linea de luz en la botella verde, que se habia quedado quieta sobre la cabeza de la señorita Julia.

Ella dijo, mira que rayo me esta atravesando, y se levanto y me quito la botella y la puso sobre la mesa y luego levanto la mano hasta alcanzarme el pelo y empezo a recorrermelo con los dedos, como si mi cabeza fuera la masa de harina que preparaba la señorita Elvira para las empanadas, y me dijo que yo era un alumno excepcional porque era muy listo y muy obediente y que tanbien ella queria ser mi maestra, y le pregunte, maestra de que, y dejo asomar la punta de la lengua y luego la paso despacio de un lado a otro de su labio superior y mientras eso hacia con su lengua dejo de amasarme el pelo y coloco sus manos debajo de aquellos pechos, que ya no estaban solos flotando y que ya no recibian la linea de luz, alzandolos aun mas de lo que ya esraban, y emitio un sonido, que era como un lloriqueo o como un gemido parecido a los de las gatas de mi abuela cuando estaban en celo, y en sus ojos aparecio un brillo humedo como el de las hojas de los saucos del rio cuando recibian los rayos del sol, y me dijo, puedo enseñarte algunas cosas, camarero de mis avaricias, y supe lo que quiso decirme, lo supe por las manifestaciones evidentes de su cuerpo, que se estiraba babeando y se abria para devorarme.

Las manos se me habian quedado extraviadas colgandome del cuerpo y en ellas y tambien en la piel que rodeaba mi ombligo comenzo un ligero temblor, parecido al que le entraba al abuelo Cosme cuando se servia el primer trago de la mañana, el corazon acelero sus palpitos y mando la sangre al lugar extremo que todo lo recoge, al miembro mas rebelde que se levanta sin pudor ni consideracion, como el estandarte de una batalla librada por su cuenta, un sudor frio comenzo a arroyarme por las asilas hasta la cintura y por detras de las orejas hasta la nuca y un fuego repentino me subio hasta las mejillas, como si en ellas se hubiera concentrado de pronto todos los haces de luz que entraban por la ventana y de aquel salon donde yo habia de servir dias despues a señores muy importes.

Julia me cogio de la mano y me llevo por un pasillo estrecho hasta una entrada diminuta en la que tuve que agacharme para pasar, luego bajamos unas eswcaleras de piedra y llegamos a las dependencias de los criados, donde abrio una de las puertas. Ya dentro, cerro las contraventamas y encendio una pequeña lamparilla que habia en la mesita y tambien habia sobre el marmol de la mesita un frasco de cristal con un ramillete de mimosas secas. Me tumbo en la cama y comenzo a quitarme la ropa, primero la chaqueta del frac, despues la pajarita negra y la pechera y luego los zapatos y los pantalones, y todo lo hiba haciendo con ternura y paciencia, como lo habia hecho siempre mi hermans Lucia cuando yo era niño y mi madre le ordenaba que me vistiera o me desvistiera, y pense que, en aquella situacion nueva o circunstancia de todos modos imprevista, tambien yo deberia hacer algo, si bien como alumno que estaba siendo en lecciones de cosas inverosimiles no me correspondia a mi la iniciativa, (y parecia tonto, esto ye cosa mia, J. M., y asi acudi con cautela hasta las ataduras de su falda y las desprendi suavemente, como quien arranca por puro placer de verlas arrancadas las antenas de un grillo o las alas de una mariposa, y aparecieron sus caderas embutidas en unas medias blancas, igual que poderosas montañas nevadas, pero ella me dijo, tu eres el parvulo, no tienes que hacer nada, y me inundaba la luz rojiza de la sorpresa. Ya desnudos los dos, ella comenzo a tocarme con los dedos donde nadie, salvo mi hermana Lucia, me habia tocado y a lamerme con su lengua dode nadie, ni siquiera mi hermana, me habia lamido, y parecia que ya tenia que ocurrir aquello que yo sabia que era conveniente e ineludible que sucediera, pero todo salia de ella, de aquel cuerpo ductil, condescendiente en sus carnes blandas y blancas, que era mucho mas grande que cuando estaba vestido con el uniforme de aya, y ella llevo mi boca hasta sus pechos para que los mordiera, y asi lo hice, y gimio y abrio las piernas y me indico con gestos desesperados que entrara en ella, y acomode mi sangre revuelta a ella, y me dijo, muevete, muevete fuerte como si estuvieras cavando las fosas para los arboles, y con aquella herranienta versatil y flotante que Dios me habia entregado me esforce en abrir una oquedad discreta, suficiente para enterrar en ella aquella nueva circustancia que era sol y era niebla, que era balsamo y aguijon, y derrame en ella mi lisura aseptica, y ella temblaba de una manera terrible, y gritaba, y yo no sabia si le estaba haciendo daño, y pregunte, te duele, y ella dijo, callate y sigue cavando, y tiritaba y me mordia los hombros, y sentia yo que aquel momento era muchos momentos a la vez. Dejo su cabeza muerta en un llanto de placer o de agradecimiento, y observe su vientre blanco y tenso subiendo y bajando junto a mi rostro, y yo estaba flacido, y me llamo jardinero de sus vicios y me dijo, aun tienes cosas que aprender. Mire hacia el techo lleno de sombras y mire hacia la mesilla y vi las mimosas secas y las cogi y arranque aquellas bolas con el amarillo gastado y las extendi sobre el cuerpo grande y mantecoso de la señorita Julia para completar aquella primera siembra. Comence a vestirme y ella dijo, ven aqui, ven a comer estas mimosas, pero yo no queria escucharla, y abri una de las contraventanas y observe como en el horizonte, por detras de las chimeneas de la fabrica, se estaban formando unas nubes rojas, unas nubes que volaban hacia el cordal, y pense que aquellas nubes de fuego podrian estar anunciando algo, por eso le pregunte a Julia, que ya se ponia las medias blancas, que significaban las nubes rojas, y ella contesto, que anda Dios calentandoles la cabeza a los angeles con algun nuevo misterio, y parecia que aquellas manchas rojas quisieran oprimir el cielo para ocupar la tarde.

El dia de la reunion de aquellos señores importantes en el palacio de los belgas, me presente ante el mayordomo Felix a las seis de la mañana, como el me habia ordenado. En cuanto me vio me dijo que la señora Sakia habia visto con buenos ojos aquella idea mia de colocar un bucaro por cada comensal y en cada bucaro una flor diferente y que ya le habia pedido a Eneka que le preparara tantas flores como comensales se iban a sentar a la mesa. Las palabras de Felix, anunciandome la aprobacion de aquella idea mia que yo ya tenia olvidada, me llenaron de satisfaccion y me infundieron mucho animo para comenzar con buen pie aquel dia tan singular para mi y tan lleno de nuevas circunstancias.
A las ocho de la mañana el mayordomo Felix convoco en la sala contigua a las cocinas a todos los sirvientes del interior. Nos pusimos alineados frente a el para que fuera revisando nuestro aspecto y nuestros trajes. Miro los zapatos de todos, las ataduras de los delantales, la perfecta rigidez de las cofias almidonadas, las caras afeitadas, quito pelos invisibles de las solapas de los uniformes, le pidio a la señorita Julia que abrochara el ultimo boton de su bata, ordeno a las planchadoras que volvieran a planchar la camisa de uno de los mozos de cocina y tambien el pañuelo que llevaba en la cabeza la señora Elvira y a mi ne ajusto al cuello la pajarita negra. Luego nos exigio la mayor atencion y dedicacion para aquel acontecimiento singular, nos grito con su voz de alambre que no iba a permitir ningun error, ni el mas leve descuido, que todo habria de funcionar con la misma precision del reloj suizo que habia en el comedor principal, y termino diciendo, nos jugamos mucho en el dia de hoy, y dio dos palmadas con sus manos rugosas y oscuras que sonaron como el chocar de dos cortezas de arbol, y añadio, vamos, todos sabeis lo que teneis que hacer,, asi que cada cual a su faena. Mi mirada se cruzo con la de la señorita Julia, quien parecia muy emocionada, como si estuviera a punto de presenciar el vuelo del primer aeroplano, y me guiño un ojo, pero yo mire hacia otro lado y fui a cumplir con las indicaciones del jefe de los sirvientes.
La noche anterior, Felix y Eneka, me habian permitido compartir su charla debajo del tendejon de las herramientas. Les gustaba fumar y beber aguardiente mientras hablaban de politica. Por ellos supe de algunas circunstancias del momento, narradas de manera diferente a como lo solian hacer el ruso Basilio y mi primo Alipio.
Los ingenieros belgas nunca se habian pronunciado ni a favor ni en contra de la dictadura, ni tampoco habian expresado jamas su opinion sobre la monarquia o sobre el rey, postura esta que les habia sido siempre propicia en medio de aquel farrago politico en el cual nombres importantes de empresarios, diplomaticos, militares y gentes de la cultura iban y venian de unos bandos a otros, se situaban en una u otra tendencia, abrazaban o abandonaban tales o cuales pensamientos, segun se mostrara de inestable el regimen, segun los cargos politicos a repartir en ese momento o de acuerdo con las posibilidades de exito de la ultima conspiracion. Al palacio azul habian acudido en los ultimos años personajes nacionales y extranjeros de las mas diversas condiciones y preferencias, el mayordomo Felix fue nombrando aquella noche a los mas conocidos, y lo hacia con la misma seguridad con la que mi primo Alipio recitaba las alineaciones del Real Sporting, y a cada nombre propio que pronunciaba Felix, le añadia Eneka alguna postilla, bien significando algun detalle de su vida, bien adjetivando positiva o negativamente a la persona referida. Por el palacio habian pasado reconocidos conspiradores que apoyaban el derrocamiento de Primo de Rivera, como el banquero Ignacio Herrero, marques de Aledo por matrimonio con Teresa Garralda, el diputado reformista Melquiades Alvarez, debil trubuno con la conciencia siempre revuelta, apostillaba Eneka, o el periodista Oliveros, director de El Noroeste, pero tambien frecuentaban el palacio hombres que habian manifestado su entudiasmo con el dictador, como el industrial Tartiere, conde de Santa Barbara de Lugones, de quien decia el jardinero que tenia la enfermedad de los negocios porque soñaba con barcos, saltos de agua, trenes, polvora y chimeneas. A las comidas y cenas de los industriales belgas acudian republicanos reconocidos como Indalecio Prieto o Teodomiro Menendez, alcaldes como Fernandez Ladreda o Manuel Prendes, socialistas como Llaneza o Gonzalez Peña, sindicalistas catolicos como Vicente Madera Peña, primo del anterior y de quien Eneka dijo que era un hombre equivocado en sus ideas, pero fiel a sus compañeros mineros pues nunca habia abandonado su oficio de picador. La casa de los belgas fue visitada por ministros reaccionarios, por medicos ilustres, por catedraticos, por escritores y por militares. Sobre todo acudian con frecuencia al palacio azul hombres de la industria y la economia, como Lucio Villegas, ingeniero y director de Duro Felguera, o como Pedro Masaveu, a quien siempre la señora Geertghe convencia para que interpretara alguna pieza clasica al piano. La mayoria de aquellos nombres a mi no me decian nada, si acaso sabia de algunos de ellos por los improperios que solia dedicarles mi abuelo Cosme cuando leia los periodicos o por las referencias de mi primo Alipio. Las veladas del palacio azul eran famosas en todo el pais y algunas habian sido portadas de periodicos nacionales y de revistas, como aquella en la que el señor Jacob y el señor Hendrik habian conseguido sentar en la misma mesa al anciano Policarpo Herrero con las cruces de la Beneficiencia y de Carlos III colgadas de su pechera, al socialista Belarmino Tomas, al arqueologo Howard Carter, que habia descubierto la tumba de Tut-ankh-Amen, un egipcio que se habia hecho enterrar con muchos y muy valiosos abalorios, al filantropo noruego Magnus Blikstad, al pintor belga de moda en Paris, Van-Dongen, de quien los ingenieros poseian algunos lienzos, al ovispo de Oviedo, que segun el mayordomo Felix se llamaba Juan, al siempre presente en todas las celebraciones importantes del palacio, Aniceto Sela y Sampil, y, por ultimo, a Tina de Yzarduy, la perturbadora cingara de la pelicula Miguel Strogoff, que llevaba el apellido de su marido y era hermana de otra actriz, Raquel Meller, a quien admiraba mucho mi hermana Lucia. Aquella cena fue amenizada por una orquesta de violines llegada de Madrid, y en ella se sirvieron dos rebecos asados rellenos de patos, faisanes, huevos cocidos y almendras, y, al termino de la misma, el cuarteto Los Cuatro Ases interpreto canciones de la tierra y Obdulia Alvarez, a quien apodaban La Busdonga, canto Los corales que me diste, que era una cancion que la señorita Julia entonaba siempre cuando les sacaba brillo a los zapatos de charol de las señoritas, cancion que al pintor Van-Dongen le gusto tanto que alli mismo le hizo un retrato a carboncillo a la cantante. Le dije al mayordomo Felix que debia apuntarme en un papel aquellos nombres de personajes importantes con todos sus meritos, cargos y galardones, para que yo pudiera memoralizarlos y recitarlos y completar asi ni formacion de sirviente. El me dijo, Nalo, son siempre los mismos, esto es mas facil que aprender la lista de los hijos de Jacob, y los tres nos echamos a reir.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Al medio dia todo quedo dispuesto. Hacia frio y el cielo estaba tiznado de neblinoso, deslavazado por el humo negro de las fabricas, pero no parecia que fuera a llover. En la chimenea de la gran sala ardian desde hacia varias horas los troncos de roble y el ambiente se apreciaba caldeado. Cuando la señora Sakia entro en la sala, yo recorria la mesa comprobando la correcta distribucion de las diferentes copas, tal como me habia ordenado el mayordomo Felix. Ella llevaba un vestido blanco sujeto a la ... (ver texto completo)