Rey de reyes, majestuoso y quizá ¿milenario?, ¡y quién lo sabe!
Cuantas historias guardara su carcomida estructura, cuantas
tormentas con sus rayos fatales fueron mermaron su aguerrida figura a lo largo de los tiempos.
Y ahí sigue mostrando su vieja grandeza, como un abuelo respetado y digno del mayor
homenaje que la
naturaleza trata de ofrecerle.