Este pequeño prado de Les Linariegues, tal vez sea lo único que no les han podido quitar, de la hermosa vega que disfrutaron haced tiempo, a las buenas y trabajadoras gentes de este lugar.
Primero fué el arrinconar el rio contra la montaña y unas décadas después les quitaron las pequeñas huertas para hacer la autovía del Nalón y el paseo fluvial.
Recuerdo sus huertos bien cuidados y que se caracterizaban por el derecho de paso, para los pescadores del río ó paseantes ocasionales. También por que eran inundados periodicamente por las riadas del Nalón, que de esta manera nutrían las tierras, haciéndolas más fértiles si cabe.
Estas ovejas son el recuerdo de una actividad agrícola y ganadera, que estos mineros amantes de la tierra siempre practicaron.
Paso por el lugar y sólo un chucho casero se atreve a saludarme (guau, guau...). Miro tras la portilla y allí veo a un paisano con paciencia infinita, cabruñando una güadaña.
El está absorto en su trabajo ó en sus pensamientos melancólicos. Sigo atravesando la aldea y tomo el camín del Sutu.
Primero fué el arrinconar el rio contra la montaña y unas décadas después les quitaron las pequeñas huertas para hacer la autovía del Nalón y el paseo fluvial.
Recuerdo sus huertos bien cuidados y que se caracterizaban por el derecho de paso, para los pescadores del río ó paseantes ocasionales. También por que eran inundados periodicamente por las riadas del Nalón, que de esta manera nutrían las tierras, haciéndolas más fértiles si cabe.
Estas ovejas son el recuerdo de una actividad agrícola y ganadera, que estos mineros amantes de la tierra siempre practicaron.
Paso por el lugar y sólo un chucho casero se atreve a saludarme (guau, guau...). Miro tras la portilla y allí veo a un paisano con paciencia infinita, cabruñando una güadaña.
El está absorto en su trabajo ó en sus pensamientos melancólicos. Sigo atravesando la aldea y tomo el camín del Sutu.