Todavía me acuerdo cuando estaba empedrada la
calle principal de La Pola, al modo de las calzadas
romanas. Pasaban los
carros tirados a
caballo de la Vinotería y almacén de piensos de Lelo, el
carro de la
Panadería La Palma, y tantos otros, en unos tiempos, donde la vida pasaba poco a poco.