LAS
FIESTAS DE LA POLA
Unos dias antes del inicio de las fiestas, llegaban los camiones de los feriantes a la
plaza del
Ayuntamiento. Casi siempre llegaban con las primeras horas de la mañana: la pista de los
coches de choque, las tómbolas, las casetas de tiro, los "caballitos", la
churrería, la cesta, la
noria, el
tren de la bruja y siempre alguna novedad de atracciones, donde los cohetes lunares ó las naves espaciales solían ser de lo más demandado.
A mi me gustaba madrugar estos días; pues el espectáculo del montaje de las atracciones era especialmente atrayente. Siempre, pero siempre... siempre, el primero en madrugar para ver, e incluso ayudar, si se terciaba, era Pepín "el Machote", persona muy querida en toda La Pola y especialmente en Fontoria.
Podias percibir la
felicidad en su rostro al asistir a los trabajos de preparación de las fiestas. Si algún feriante le permitía ayudarle al montaje de algunos tableros ó traslado de algunos enseres, entonces, la felicidad era total.
Yo, también, andaba por allí, estorbando y observando el movimiento de aquellos hombres y mujeres con un oficio hermoso; pues se dedicaban a hacer
felices a los demás, con sus espectáculos y atraciones.
La pista de coches de choque se colocaba en la parte derecha de la Plaza del Ayuntamiento, e incluso algún año en la pista Joaquín Blume.
Los caballitos enfrente de
Casa Labra ó en la plaza Fray Ceferino, las tómbolas y las casetas de tiro en la Avenida, la churrería enfrente del
Colegio de Segunda Enseñanza (actual Casa del
Pueblo) y había, hace mucho tiempo, una pequeñá tómbola, a modo de
quiosco, que la llamábamos "la tómbola de la ratita presumida" y consistía en un tenderete hexagonal, en el cual tenía en el centro, de forma circular un número determinado de celdillas, con un pequeño pasillo a la vista del público, donde se soltaba un ratón blanco; el cual daba varias vueltas y al final se metía en una de las celdillas, que era la ganadora. Cada celdilla tenía pintado un número, que si coincidía con ´la rifa que habías
comprado, pues te tocaba el
premio.
De las tómbolas, recuerdo el famoso cajón sorpresa, que tenían colgado en la parte superior de la caseta y que solían dejar para rifar el último día. También tenía el "Sobre sorpresa·, el cual te ofrecían cambiar, por cualquier de los
premios que te tocaran.
En una ocasión, a mi padre le tocó una plancha eléctrica y el tombolero, erre, que erre, con "Se la cambio por el Sobre sorpresa" y mi padre,,, que no, que me de la plancha. El paisano de la tómbola como si no escuchara, erre que erre con que quería cambiar el premio por el sobre sorpresa. Entonces, mi padre se enfadó y algo cabreado le dijo: ¡Que no, que no quiero el sobre sorpresaaa.! El tombolero le dió rapidamente la plancha.
Aún es el día de hoy y me pregunto que, qué sorpresa habría en el sobre; porque la verdad aquella plancha salió muy mala y a los pocos meses la tuvimos que tirar.