En el último tercio del siglo XIX la Pola no era más que un pequeño núcleo rural y campesino. Capital, eso si del Municipio y del Alto Nalón, desde Tarna hasta Langreo. El Nalón campaba a sus anchas y tomaba todo el
valle a su acomodo. Los
edificios de esta pequeña población se levantaban en la parte alta del valle, al abrigo de cualquier riada. Y los hombres hacendosos labraban la tierra y cuidaban del
ganado.
Todavía las
montañas no habían sido horadadas por profundas galerías en busca del negro y preciado CARBON.