LUARCA: José Ramón Muñiz Álvarez...

José Ramón Muñiz Álvarez

“DE LA FUENTE CON EL CÁNTARO”
O “MOZUELAS DE LUARCA

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ROMANCE CON ESTRIBILLO

De la fuente con el cántaro
la vieron, siempre lozana,
las escaleras subiendo
(que, otrora, acaso las baja),
para, sin ningún apuro,
llevar el agua a su casa
(agua fresca de la fuente,
porque más fresca da el agua),
cuando, yendo de camino,
con qué placer la miraba,
con qué gusto, con qué dicha,
admirando tanta gracia,
el hijo de la vecina
que, llegado desde Tapia,
quiere decirle, y no puede,
que la quiere y se declara.
¿Quién dijo que no son bellas
las muchachuelas de Luarca,
si, con mirar, sus espejos
se hacen ladrones del alma?.
El cántaro en la cadera,
la ve pasar y se calla,
que a decirlo no se atreve,
viéndola divinizada,
sabiéndola casta diosa,
reina que, llena de gala,
por su piel hermosa y fina,
hace la villa más blanca:
blanca como lo es la fuente,
blanca como lo es el agua,
cuando transparente brota
y del caño se derrama,
para que las mozas bellas
vayan a buscar el agua
y los mozos temerosos
no les sepan decir nada.
¿Quién dijo que no son bellas
las muchachuelas de Luarca,
si, con mirar, sus destellos
hacen del pecho mudanza?.
Y, mientras esto sucede,
mientras los nervios le arranca
sin saberlo la inocente,
gira en la esquina y se marcha,
como quien tiene prisa,
como quien ya no alcanza,
porque tiempo no le queda
a ir con los otros en lancha,
y se queda arrepentido
de no haberle dicho nada
a la muchacha más bella,
a la más dulce zagala,
no lejos del río negro,
que el azabache en sus aguas
lleva para que lo noten
al cruzar la villa blanca.
¿Quién dijo que no son bellas
las muchachuelas de Luarca,
si, con mirar con sus ojos,
borran en el cielo el alba?.
Y como suele ocurrirles
en tan extrañas andanzas
a las mozuelas más locas
y a los mozos que se encantan,
como un ángel, un hechizo
llenó la calle callada,
llenándola de más luz
que puede el alba temprana,
porque dicen del amor
que es Cupido y que con plata
hace la punta a las flechas
que luego atrevido lanza,
no siempre por hacer daño,
pues que de herir no se trata,
pero sí de hacer favores
a los necios que se callan.
¿Quién dijo que no son bellas
las muchachuelas de Luarca,
si, con pasar no muy lejos,
todos los mozos se encantan?.
Y, como nada se dicen,
puesto que nunca se hablan,
dan lugar a mas comentos
y a rumorosas palabras,
porque si siempre pregunta
sobre la misma muchacha,
si su nombre saber quiere,
si no deja de nombrarla,
todos saben, sin denuncia,
lo que a su pecho le pasa,
sin que su pecho lo sepa:
que pretende enamorarla,
que la quiere entre sus brazos,
que sueña con desposarla,
que, si el amor es sincero,
no puede frenar sus alas.
¿Quién dijo que no son bellas
las muchachuelas de Luarca,
si, con pasar por las calles,
tantos afectos levantan?.

2010 © José Ramón Muñiz Álvarez
Todos los derechos reservados por el autor.