LA ARENA: Los mineros de Asturias y otros, sin saberlo, descubrieron...

Los mineros de Asturias y otros, sin saberlo, descubrieron LA PIEDRA FILOSOFAL, pues las piedras de carbòn que ellos arrancaban se transformaban en ORO para hacer aun màs ricos a los ricos. En aquellos tiempos los mètodos para la obtenciòn y lavado del carbòn eran muy poco tècnicos. Asi es que en los lavaderos del carbón se perdia bastante producto que las aguas de los rios arrastraban hasta que el Nalòn lo vertia en el mar. El mar no lo retenia y lo dejaba en las playas cercanas, principalmente en la de La Arena.
En aquella època de estrchez econòmica, nada se perdìa. (Mi abuelo decia que los tiempus "taben moy jodius". Por ello, las bravas mujeres de La Arena, metidas en el agua hasta casi la cintura, con sus sedazos iban recogiendo el fino carbòn y lo ponian en la arena lejos del agua. Aquel carbòn, que en su origen se convertia en ORO, ahora el resto se convertia en PAN y calor para los hogares de aquellas mujeres. Los verdaderos QUEBRANTOS se cebaban en ellas con catarros, fiebres, reumatismos y otros: posiblemente que algunas vidas se terminaran prematuramente.
Tambièn habia otra categoria de trabajadoras explotadas en las fabricas de conservas. Ellas decian que trabajaban en condiciones infrahumanas. Tambèn eran, al igual que los mineros, consideradas como objetos productores de riqueza para los ricos. (Albo, Dolores...).
Los hombres de La Arena, se puede decir nacidos en la mar, trabajaban en ella siempre expuestos a todos los peligros que ello conlleba. Degraciadamente, la mar se cobrò y sigue cobrando muchas vidas humanas, dejando hogares llenos de desolaciòn: dejando viudas, huerfanos, madres y hermanos, todos ellos con heridas para siempre. Estos hombres, para ganarse la vida, lo hacen con el peligro de perderla sobre sus hombros. No olvidemos las noches tristes, frias y algunas veces infructosas de los pescadores de angula a la rellumbrera.
Pensemos tambièn, en las mujeres que con las paxas de varas de avellano sobre la cabeza llevaban el pescado cubierto con fueyes de folecho para venderlo por los pueblos. Una de ellas, llamada Soledad, llegaba hasta valboniel y El Castro, unos trece Km. Para llegar a estos lugares, cerca de Piedras Blancas, tenia qu pasar por Ranòn, Santiago del Monte, la Lloba, Vegarrozadas, Valboniel y El Castro, siempre con la paxa sobre la cabeza. Mi abuela y Soledad se entendian muy bièn: siempre le compraba algo, algunas veces hacian trueque. Tomaban juntas una taza de aquella pòcima que mi abuela llamaba "agua chirla"; se fumaban un pito de una droga que mi abuela preparaba con hojas de tabaco verde de entre el maìz mezclado con hojas de arto, que secaba sobre la cocina bilbaina. Verdadero compuesto cubano de Vuelta Abajo. Soledad, desde aquella casa se volvia. Gritaba:! Andai muyeres que tan vives, que me salten de la paxa y non pueu aguantales. Cuando volvia a La Arena habia recorrido sus 25 Km. y seguramente sin comer.! Hoy se hartan de comer porqueria, engordan, y caminan con el deseo de estar en forma y guardar la lìnea! mundo imbècil.! mondo cane!.
Vaya pueblo ejemplar de hombres y mujeres volcados al trabajo!.
Por mi parte, hace muchos años que resido en el extranjero. Algunas veces voy a Asturias. En una ocasiòn pasè hasta la playa de los QuEBRANTOS: Gentes tumbadas en la arana para broncear (y luego desprecian a las gentes de color), buenes meriendas, lleno de coches, varios chiringuitos llenos de gente. Con los ojos cerrados estaba viendo aquellas mujeres recogiendo carbòn en aquel mismo lugar como lo habia visto siendo niño, pues tenia familia en La Arena.! Suerte perra!.! Que fragil es la memoria para algunas cosas.
Todo lo grande sale de lo pequeño, ejemplo: la grana y el àrbol. La Arena actual se fuè formando sobre la de antaño, sin aquella no seria lo que es actualmente y lo que sera todavia. En otros tiempos era pueblo pequeño, sin riquezas materiales, pero sì con la riqueza de una GRANDEZA basada en la laboriosidad y la humanidad, algo dificil, sino imposible de encontrar actualmente en este ÀTOMO DE ESTIERCOL en el que vivimos.

Saludos afectuosos, Y NO OLVIDEMOS. EL MADREÑERO.