Las pinturas del techo, las cuatro
bóvedas y el
ábside, junto con las inscripciones del intradós de los
arcos, decorados con volúmenes florales, siguen una progresión doctrinal, responden a un programa religioso con intención doctrinal y catequética. Expresan el
camino de salvación del cristiano en el seno de la
Iglesia a través del ejercicio de las virtudes y la práctica de los sacramentos, en especial Eucaristía, que culmina en el triunfo final: la resurrección de los justos. Las cuatro bóvedas también simbolizan cada una de las cuatro partes en que, de ordinario, están distribuidos los catecismos católicos.