CORNELLANA

Habitantes: 916  Altitud: 540 m. 
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Historia:

LA NUEVA ESPAÑA

EDITORIAL PRENSA ASTURIANA Director: Isidoro Nicieza

31-01-2204

OPINION

Hospedería en CornellanaLUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES

SERVICIOS



Si hay un edificio en Asturias destinado a un permanente estado de obras, ése es el monasterio de San Salvador de Cornellana. En los últimos años, tal imperativo se está cumpliendo. Desconocemos el estado final de este último proyecto, si bien LA NUEVA ESPAÑA informó en días recientes que entre los objetivos previstos se encuentra una hospedería, objetivo que sólo merece parabienes. Se diría que ése y no otro es el desenlace esperado por su geografía. Irreversiblemente, Cornellana tiene una inequívoca vocación de parada y fonda, y, para ello, nada mejor que su vetusto monasterio. En el entorno del monasterio, dando prestancia al Nonaya, hay un roble centenario cuya edad convendría precisar, pero que, en todo caso, es más antiguo que el renombrado y extinto carbayón vetustense. También el Narcea está muy cerca. Así las cosas, invocando licencia para lo hiperbólico, habría que admitir que Cornellana puede ser la Mesopotamia de la comarca donde comienza el interior del Occidente astur. La historia del monasterio de San Salvador es tan feraz que, así como las raíces de un viejo árbol, se desparraman bajo tierra y emergen más allá de su emplazamiento, el Crucero que lo mira y que embellece su entorno, da muestras de una vocación histórica irrenunciable. Por otro lado, sin ánimo alguno de obscenidades macabras, se diría que lo acontecido en los últimos años, al ser descubiertos como consecuencia de las obras, restos centenarios de monjes que lo habitaron, es una manifestación más de que la historia tiene un imparable empeño es exhibirse aquí. Cornellana está en el Camino de Santiago, en la vieja historia continental del periplo centenario que hacían los peregrinos desde diversos lugares de Europa y de España. Más allá del carácter hospitalario de sus gentes, más allá de ser acaso uno de los lugares donde más centímetros de barra de bar corresponden por habitante, esta villa tiene en su hondón la voluntad de albergar a todo aquel que tenga a bien visitarla. Para ello, nada más apropiado que una parte del monasterio se dedique a hospedería. Cuando a últimos de los ochenta se inició la fiebre turística en Asturias, me costaba entender que no se hubiera apostado en serio por explotar las posibilidades que en tal sentido ofrece el monasterio de Cornellana, llevando a cabo la empresa con el respeto debido que se merece la historia de este lugar y con el culto obligado a su ambiciosa estética. Sobre la historia del monasterio, la bibliografía, si no muy extensa, sí es al menos precisa. En este sentido, un vistazo a los trabajos del profesor Floriano sería muy recomendable para informarse, más allá de erudiciones que nunca están de más, de lo que podía ser el día a día en la vida de este monasterio. Una hospedería respetuosa con la magnitud estética del lugar constituiría no sólo un fuerte avance en la recuperación de la comarca, sino que también sería el homenaje ineludible que tenemos con la historia más cercana. Cornellana no puede entenderse sin los tres factores que la definen, que no son otros que el río, el monasterio y la mejora en sus comunicaciones. El estado de cosas en que se encuentran dista mucho de ser óptimo. El río Narcea ya no es un vivero de truchas y salmones como vino ocurriendo hasta hace unas décadas. El estado del monasterio necesita una mejora profunda. En cuanto a las comunicaciones, la autovía a la Espina, ya iniciada, se nos sigue antojando lejana por la lentitud con que marchan las obras y por estar construyéndose sólo primeros tramos. Cuando la autovía esté finalizada en su totalidad y el monasterio debidamente restaurado, será el momento en que la localidad de Cornellana cuente con sus mejores bazas para llevar a cabo ese destino de parada y fonda del que venimos hablando. Los estropicios urbanísticos ya parecen irreversibles. Aún así, el clamor de la historia no cesa en Cornellana. La hospedería, a no dudarlo, sería un alivio a ese clamor, si se construye con el amor y el empeño que las circunstancias demandan. Por una vez, habrá que creer que las cosas bien hechas acabarán compareciendo ante nuestros ojos. Cornellana, insisto, parada y fonda.



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