Cuando llegué a
Caroyas fue el primer lugar donde bajé y toqué el timbre. No tuve suerte. Estaba cerrado porque era muy temprano. De todas maneras golpee la
puerta en una
casa vecina y la señora muy amable, (que por desgracia no recuerdo su nombre), me conectó con una serie de vecinos hasta que encontré a la
familia de mi abuelo.