CANDAS: “La Fuente de los Ángeles en Candás”...

“La Fuente de los Ángeles en Candás

Soneto I

La roca habrá de hacerse fortaleza,
alzarse cual bastión y, sin reparo,
frenar la guerra frente al desamparo
del viento, la galerna y su vileza.
Diréis que no fue poca la firmeza
de aquella vieja roca y el descaro
que pudo consentir al aire avaro,
al mar, a la presión de su dureza.
El viejo precipicio que, elevado,
contempla la delicia de los mares,
ignora las tragedias de esos días.
La espuma no recuerda su pecado,
no lloran esa sangre en bajamares
las aguas de septiembre, siempre frías.

Soneto II

El alba, en cuyos brillos y bermejos
deshizo lentamente la mañana
su luz y su belleza soberana,
intenta contemplarse en sus reflejos.
Más bella la veréis en mares viejos,
más fuerte y vigorosa, más ufana,
buscando con la brisa más lozana
las olas convertir en sus espejos.
Manchando en su pincel raros colores,
podrá extinguir su fuego de repente,
saludo de las costas más bravías.
Su llama habrán de ver los pescadores,
su brillo y su color resplandeciente,
sus manos blanquecinas, pero frías.

Soneto III

Y canta el ave, al fin, desde esa rama,
que brilla, que se enciende y, a deshora,
contempla el cielo azul que se acalora,
si es cierto su color y lo reclama.
La tierra de Carreño halló la llama
que encienden los colores de la aurora,
del mar, si es que la ven, desde Perlora,
las sendas sobre las que se derrama.
También Candás escucha ese sonido
que llega, prorrumpiendo, en el verano,
llenando las mañanas de alegría.
Y duerme Yavio el sueño del olvido,
la noche de los siglos, tiempo vano,
historia de un ayer, ayer sombría.

2018 © José Ramón Muñiz Álvarez