BULNES: TODO VERDAD...

TODO VERDAD
Pionera en la hostelería del concejo, con cien años seguía «al pie del cañón» y era una visita obligada en Bulnes | «Siempre tenía la puerta abierta y dio de comer a muchos, aunque no llevasen dinero», señalan, orgullosos, sus hijos José Manuel y Fifi
L. RAMOS / G. POMARADA ARENAS.
Sábado, 22 septiembre 2018, 03:15
Las expediciones al Urriellu ya no serán lo mismo, como tampoco las visitas a Bulnes. Cabrales ha perdido a su matriarca, a una mujer que era historia viva del concejo y de los Picos de Europa. A toda una emprendedora, pionera en la hostelería de la zona y un auténtico torbellino de humor y energía. Las palabras no bastaban ayer a quienes conocieron a Guillermina Mier Campillo para describir a quien fue toda una institución en la montaña oriental y que fallecía en la tarde del jueves a los cien años.

Por el velatorio de Arenas de Cabrales pasaron durante todo el día decenas de personas para mostrar su cariño a los familiares de Guillermina, quienes a pesar del dolor de la pérdida reconocían sentirse muy orgullosos de la mujer y de cómo a lo largo de su vida logró hacerse un hueco en el corazón de tanta gente. «Siempre tenía la puerta abierta para todos y dio de comer a muchos, aunque no llevasen dinero», indicaron sus hijos, José Manuel y Fifi. Su madre, agregaron, «siempre fue encantadora con todo el mundo. Tenía su genio, pero era buenísima y siguió siendo la misma hasta el último día». De hecho, este mismo verano regresó a su Bulnes natal tras pasar el invierno en Arenas, para seguir «al pie del cañón» en el bar que ahora regenta su familia, y por el que raro fue el día en el que no pasó nadie a saludarla.

Pese a su edad, Guillermina siempre hizo gala de una prodigiosa memoria, que sorprendía a quienes conversaban con ella. Efectivamente, Adolfo Campillo, uno de sus tres nietos, recordaba ayer las historias que les contaba. «Imagínate, con la cantidad de gente que pasó por su casa...», señaló, y recordó, con una sonrisa en la cara, el buen humor que caracterizaba a la centenaria. «Estaba todo el día haciendo bromas y riéndose con nosotros», agregó.

A mediados del pasado siglo, Guillermina y su marido, Rafael Martínez, quienes siempre fueron pastores y elaboradores de queso, decidieron abrir un establecimiento hostelero, tras constatar cómo el número de montañeros que pasaban por Bulnes iba en aumento y casi todos llegaban a la pequeña localidad pidiendo algo de comer y beber. Acertaron de pleno y Casa Guillermina se convirtió en una referencia, no solo para los amantes de la montaña, también para todos aquellos que se aventuraron a abrir negocios de hostelería y alojamientos en el concejo. «Fue todo un icono de Cabrales, una mujer emprendedora y trabajadora, se la echará mucho de menos», manifestó el regidor cabraliego, Francisco González, quien también recalcó cómo la visita a Guillermina era «prácticamente obligada» para quienes acudían a Bulnes. «Cualquier montañero que se precie y haya estado aquí tiene una foto con ella», agregó.

Algo en lo que se mostraba de acuerdo Sergio González, uno de los guardas del refugio de Urriellu. «Fue pionera en el alojamiento de montañeros, muy pocos no pasaron por su casa», indicaba ayer, reconociendo que «Bulnes queda un poco huérfano, pero en buenas manos, pues sus hijos y nietos también se dedican a la hostelería con gran éxito». El guarda rememoró también los «grandes ratos» que pasaron él y sus colegas con Guillermina, quien les contaba historias sobre sus abuelos. «Era una persona maravillosa, te daba lo que tuviera. Estaremos eternamente agradecidos por su acogida», aseveró González.

El pasado 11 de enero la cabraliega cumplía cien años y lo celebraba rodeada de los suyos y manifestando su alegría de compartir aniversario con el Parque Nacional de los Picos de Europa. Una institución con la que no siempre estuvo de acuerdo, pues llegó a posicionarse en contra de su ampliación y tampoco se amilanó a la hora de exigir a cuantas autoridades se le pusieran por delante una mejora en el acceso a Bulnes. No en vano, su compañero de vida, Rafael, falleció tras despeñarse en la canal del Texu, la única forma para llegar al pueblo hasta la apertura del funicular en 2001.

El funeral de Guillermina tendrá lugar esta tarde, a las cinco, en la iglesia de San Martín de Bulnes, en cuyo cementerio recibirá sepultura a continuación.