Una mujer va a la iglesia a confesarse para poder tomar la comunión dominical y le dice al sacerdote:
- Padre, esta semana tengo un solo pecadillo sobre mi conciencia, divulgué en el barrio un chisme sobre mi vecina sin saber si es cierto.
- Creo que no estás dándole la importancia que tiene hija. Antes de absolverte deberás realizar esto que te digo. Toma una almohada, sube con ella a la terraza y apuñálala con un cuchillo varias veces, luego vuelve y dime qué ocurrió.
La mujer esa misma tarde hizo lo que le pidió el cura y al otro día estaba en la Iglesia.
- Ya está padre, hice lo que usted me mandó.
- ¿Y qué ha ocurrido? preguntó el sacerdote.
- Las plumas se dispersaron a causa del viento y cayó en la calle una gran lluvia de plumas.
- Bueno ahora ve y recógelas.
- Eso es imposible Padre. Volaron y volaron, no sé hasta dónde pueden llegar.
- Eso mismo ha sucedido con las palabras que irresponsablemente largaste a los vecinos, ya no las puedes controlar. Por eso un chisme es algo inmanejable que puede hacer mucho daño. Piénsalo.
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- Padre, esta semana tengo un solo pecadillo sobre mi conciencia, divulgué en el barrio un chisme sobre mi vecina sin saber si es cierto.
- Creo que no estás dándole la importancia que tiene hija. Antes de absolverte deberás realizar esto que te digo. Toma una almohada, sube con ella a la terraza y apuñálala con un cuchillo varias veces, luego vuelve y dime qué ocurrió.
La mujer esa misma tarde hizo lo que le pidió el cura y al otro día estaba en la Iglesia.
- Ya está padre, hice lo que usted me mandó.
- ¿Y qué ha ocurrido? preguntó el sacerdote.
- Las plumas se dispersaron a causa del viento y cayó en la calle una gran lluvia de plumas.
- Bueno ahora ve y recógelas.
- Eso es imposible Padre. Volaron y volaron, no sé hasta dónde pueden llegar.
- Eso mismo ha sucedido con las palabras que irresponsablemente largaste a los vecinos, ya no las puedes controlar. Por eso un chisme es algo inmanejable que puede hacer mucho daño. Piénsalo.
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