BLIMEA: Se dice en los mentideros que un gran escándalo salpica...

Se dice en los mentideros que un gran escándalo salpica a la figura del Conde Duque de Olivares debido a la oreja indiscreta de su cochero, el cual desde el pescante oyó lo que no debía y contó de lo que se había enterado a malas gentes. Desde entonces es política entre los nobles que el cochero vaya montado en la primera mula del tiro y no en el pescante, para evitar tentaciones sobre lo que no deben oir.

Muerto por aguas negras

Se dice en los mentideros que la falta de retretes en las casas, no es cosa baladí ya que ha causado la muerte de un pobre fraile que ayudaba a bien morir una noche a un caballero portugués. Apremiado por una necesidad urgente de evacuar, tuvo que salir a la calle, y el novio de la criada de la casa que, celoso, estaba al acecho de varón que entrase y saliese de ella lo tomó por un rival, matándole de una estocada.

El timo de la capa

Se dice en los mentideros que sucedió el 19 de julio de 1646 un caso de timo bastante perspicaz en la villa de Madrid, o así lo denunció un sastre en cuya tienda apareció de mañana un joven con el encargo de tomar medidas a unos pajes de la casona en la que servía. Acompañado por el joven, el sastre acudió a la casa, donde efectivamente les esperaban dos jóvenes de la misma. El sastre inicia su labor y comienza a tomar medidas, cuando el joven que acudió a su tienda le pide intercambiar sus capas, ya que debe hacer un recado y no quiere que lo reconozcan. El sastre viendo que la capa del joven era aún mejor que la suya propia, no tuvo inconveniente. Lo que no se imaginaba el sastre es que el joven iría a su propia tienda, allí el pícaro le dijo a la mujer del sastre que su marido estaba en un apuro y que necesitaba 400 reales, y como prueba le enseñó la capa que la mujer reconoció como de su marido. Sin más, el pícaro obtuvo el dinero y regresó devolviendo diligente la capa al sastre, desconocedor de lo que sucedía. Cuando después del trabajo regresó a su casa, descubrió el engaño, pero ya fue tarde pues al regresar el pícaro se había esfumado y en la casona nadie lo conocía.

La dama del balcón

Se dice en los mentideros que andaba cierta noche por las calles de la villa y corte uno de sus máximos ingenios, Don Francisco de Quevedo, cuando se encontró con que una bella mujer le regalaba hermosas palabras asomada desde un balcón. El intercambio de agasajos y galanteos impulsó a Quevedo a trepar hacia la dama, por medio de una cuerda que había colgada y sin saber que en la habitación se encontraban sus amigos, bastante bromistas, que habían organizado y todo y que se encargaban de izar la cuerda. A medio camino de la ascensión, los amigos desistieron de tirar, dejando colgado al ilusionado poeta, comenzando con las bromas y las burlas hacia su persona. Tal revuelo se armó, que la gente se paraba a mirar la grotesca situación. Al fin llegó la ronda nocturna a poner orden y al contemplar el panorama preguntaron:

- ¿Quién vive?

A lo que el poeta, con su naturaleza ingeniosa, respondió sin inmutarse.

-Soy Quevedo, que ni sube, ni baja, ni está quedo.



El timo de la dueña



Se dice en los mentideros que sucedió un timo muy curioso el 20 de febrero del año 1646 protagonizado por una anciana dueña. Ésta pidió a un joven mozo que le pusiera en un papel su nombre con la idea, dijo, de copiarlo y así aprender a escribir; pero lo que realmente hizo la astuta dueña, que sabía de sobra escribir, fue rellenar el papel con un compromiso de matrimonio e ir a reclamarlo a la justicia. Según cuentan las crónicas y por suerte para el joven mozo, la muchacha a desposar, era rica.