EL AÑO PASADO EN EL MES DE DICIEMBRE, FALLECIA EN AVILES./fué parroco de Sobrcastuiellu en los años 60.
Don Geniucu, como era popularmente conocido el párroco Eugenio Campandegui, fue ante todo «un cura y un paisano», destacó ayer en Colombres el secretario del jurado del V Premio «Ribadedeva», Javier Puente, durante el acto de entrega del reconocimiento póstumo, al que asistieron un gran número de familiares y vecinos del concejo y de otros municipios cercanos. El fallo del jurado concedió este galardón «por su humanidad, compromiso y dedicación, especialmente con los más pobres».
Campandegui «siempre fue un hombre de pueblo que se ganó el aprecio y el cariño de todos por su carácter alegre y optimista», agregó Puente, quien también recordó parte de la trayectoria del sacerdote, nacido en la localidad de Pimiango en 1937 y fallecido el 26 de diciembre del año pasado. En Avilés, donde estuvo 23 años -desde 1970- como titular de la parroquia de San Juan de Ávila, se le conocía como «el cura del mus» porque siempre organizaba los campeonatos, y en Ribadesella, donde permaneció desde 1993 hasta su muerte, se implicó en importantes tareas de rehabilitación y conservación del patrimonio de la zona.
Pero sus labores iban más allá del sacerdocio y su tierra natal siempre estaba presente, por lo que fue el principal impulsor de las fiestas de Santu Medé, en Pimiango, que en 1990 fueron calificadas de interés municipal. También realizó una importante recopilación del vocabulario de los zapateros de la zona, el mansolea, que quedó registrado en el libro «El mansolea: una jerga gremial de los zapateros ambulantes de Pimiango».
Por su parte, el alcalde de Ribadedeva, el socialista Alejandro Reimóndez, destacó «la determinación, el empuje y la constancia» de Campandegui como un forma de «animar a todos los que estaban a su alrededor». «Era un auténtico repartidor de alegría que siempre que te daba un consejo te contaba también un chiste», añadió el Alcalde.
La madre del párroco, Ángeles García Gutiérrez, recogió muy emocionada el galardón y recibió el aplauso del gran número de vecinos que llenaron el salón principal del Archivo de Indianos para acompañarla en el homenaje. Una prima de Campandegui, Carmen García Vargas, agradeció en nombre de toda la familia el premio y recordó que el galardonado «siempre alardeó de esta tierra allí donde iba».
Estrajo de la prensa escrita este documento de su fallecimiento,
Aurelio
Don Geniucu, como era popularmente conocido el párroco Eugenio Campandegui, fue ante todo «un cura y un paisano», destacó ayer en Colombres el secretario del jurado del V Premio «Ribadedeva», Javier Puente, durante el acto de entrega del reconocimiento póstumo, al que asistieron un gran número de familiares y vecinos del concejo y de otros municipios cercanos. El fallo del jurado concedió este galardón «por su humanidad, compromiso y dedicación, especialmente con los más pobres».
Campandegui «siempre fue un hombre de pueblo que se ganó el aprecio y el cariño de todos por su carácter alegre y optimista», agregó Puente, quien también recordó parte de la trayectoria del sacerdote, nacido en la localidad de Pimiango en 1937 y fallecido el 26 de diciembre del año pasado. En Avilés, donde estuvo 23 años -desde 1970- como titular de la parroquia de San Juan de Ávila, se le conocía como «el cura del mus» porque siempre organizaba los campeonatos, y en Ribadesella, donde permaneció desde 1993 hasta su muerte, se implicó en importantes tareas de rehabilitación y conservación del patrimonio de la zona.
Pero sus labores iban más allá del sacerdocio y su tierra natal siempre estaba presente, por lo que fue el principal impulsor de las fiestas de Santu Medé, en Pimiango, que en 1990 fueron calificadas de interés municipal. También realizó una importante recopilación del vocabulario de los zapateros de la zona, el mansolea, que quedó registrado en el libro «El mansolea: una jerga gremial de los zapateros ambulantes de Pimiango».
Por su parte, el alcalde de Ribadedeva, el socialista Alejandro Reimóndez, destacó «la determinación, el empuje y la constancia» de Campandegui como un forma de «animar a todos los que estaban a su alrededor». «Era un auténtico repartidor de alegría que siempre que te daba un consejo te contaba también un chiste», añadió el Alcalde.
La madre del párroco, Ángeles García Gutiérrez, recogió muy emocionada el galardón y recibió el aplauso del gran número de vecinos que llenaron el salón principal del Archivo de Indianos para acompañarla en el homenaje. Una prima de Campandegui, Carmen García Vargas, agradeció en nombre de toda la familia el premio y recordó que el galardonado «siempre alardeó de esta tierra allí donde iba».
Estrajo de la prensa escrita este documento de su fallecimiento,
Aurelio