BEZANES: SUCESO YEGÜAS DE MARINO VEGA...

SUCESO YEGÜAS DE MARINO VEGA

Lo que ocurrió a finales del mes de noviembre del año de 1.987, en la parroquia Casina de Sobrecastiellu. - encaja perfectamente dentro de las faenas, cotidianas de cada ganadero; y en realidad fue un hecho real, que a veces pasa o puede pasar a cualquiera, con ganados en el monte cuando empieza el invierno. - Fue un caso muy especial, por el acontecer de los hechos y el riesgo que corrieron y se sometieron un montón de gente joven y robusta como a continuación describe el protagonista, Marino Vega Fernández de Bezanes, y propietario de 13 caballerías atrapadas en la Vaga de Pociellu en el 1.987.
En lo que voy a narrar a continuación, son palabras textuales, que dijo al final de la cena que ofreció en agradecimiento, después de que saliera todo con final feliz como un cuento, en lo que le podríamos encuadrar entre los grandes relatos de las grandes historias basadas en hecho s reales, o para el guión de una película de drama y de tensión.

Estando en la cena que ofreció y en la sobremesa en casa Juanin en Pendones, donde invitó a todos los participantes y al sargento de la guardia civil de Caso en el mes de diciembre de 1987. (Se levanta de la mesa con un papel manuscrito por él y empieza………
¡Amigos grandes amigos...!
Me escucháis un momento. - Vamos a hablar de este trágico suceso, para los que aquí estáis presentes es inútil recordar, todos os jugasteis la vida y nunca se va a olvidar. Para que quede recuerdo para los que vengan detrás.
El 23 de Noviembre de 1.987 empezó a nevar, yo di vueltas por el monte y non encontré les yegües, volví a salir al otro día por la mañana temprano, y al llegar a la Ablanosa ya me costó gran trabajo, di la vuelta para el pueblo porque ya me oscurecía y comprobé que no estaban por aquellas cercanías, 25 y 26 no a cesado de nevar ni un momento ni de noche ni de día, hasta llegar a los dos metros. Yo muy atento haber que decían los partes meteorológicos, par tan pronto amainara volver al monte de nuevo.
Para el 27 anunciaba mejorías, nos pusimos de acuerdo para salir al otro día – eran cuatro mozos fuertes, valientes y decididos:
Era Falo el de Jesusa, Fernando, Luis y Ramiro. Seguía nevando fuerte a otro día cuando salimos, - pero salimos adelante porque estaba decidido. Ibamos con ilusión no nos amilanabamos teníamos confianza, porque ya éramos veteranos. Había nevado de noche y la mañana era fea, y fue Luisito a llevarnos con el Lang – Rober, a la Armadillo. Pusimos los barallones y empezamos la faena luchando lo que pudimos y sin parar ni un momento, a las cuatro de la tarde llegamos al Collau Puercu.
Ya estábamos cansados y con desilusión, cuando avistamos les yegües por encima de Busumerón. No sé de donde sacamos las fuerzas, para llegar todavía a darles un poco de sal. Dos ya estaban más abajo, “habían sido valientes”. Pero esataben empozaes y allí encontraron la muerte, estaben con energía acababan de bajar pero no pudimos hacer nada para poderlas salvar.
Dimos la vuelta para abajo, porque estaba oscureciendo, con destino a la Ablanosa, que había muy largo trayecto.
Confiamos en la linterna, para nada nos valió, se había mojado la pila y no alumbró. Dimos muchos tropezones antes de poder llegar. Como iríamos de cansados, ya os podéis figurar. A la mañana siguiente salimos de madrugada, haber que se podía hacer, algo previsto de palas, llagamos asta allá enseguida, había escampado la noche y la mañana estaba tranquila, parecía que iba a hacer buen día.
Empezamos a espalar, y teníamos el proyecto, si las podríamos bajar junto aúna mata de acebos, hubo momentos de angustia, se me acabó la paciencia no sé que me preguntaron y yo contesté con violencia, y húbolu que me llamó sinvergüenza. Ahí acabó la discusión y los dos nos tragamos la lengua. Cumplimos nuestro proyecto de ponemos acercar, les podamos unas cañas de acebos, y no las quisieron probar.
Nada más, podía hacer ya la tarde cayendo nos tiramos para abajo, había que venir al pueblo corriendo a toda prisa, ya estaba mejor la buelga, era ya rato de noche al llegar a la Armadiella, estabamos muy cansados y bastante oscura la noche y nos llegamos a Tarna, que nos bajaran el Lang – Rober. Quedó apalabrado este coche para que bajara al otro día a buscarnos a Bezanes a las ocho de la mañana Salió otra expedición de gente y con brío, con intención de bajarlas por el monte o por el río. Cuando llegamos allá, otra había sido valiente, se apartó de la cuadrilla y también encontró la muerte.
Empezamos a espalar con dirección a un reguero, era tan alta la nieve que no encontrábamos el suelo, cuando llegamos al agua, fue un desengaño tan terrible, a esto se puede llamar el luchar contra lo imposible, todo eran precipicios cañas y nieve mezcladas, y así pudimos llegar asta el alto de la majada de Pociello. Era tan terrible el frío al oscurecer y tan grande la mojadura, que les yegües quedaron entre el agua en el regueru de la Bahuga.
-Tiramos pa la Vega, con intención de calentarnos y dormir como fuera, -esto fue un momento de gran desilusion y peligro, (por correr grave riesgo de conjelaciones en la expedición) no nos podíamos quedar allí, no había ropa para secarnos ni leña para atizar. – este ha sido el peor momento… una cuadrilla de hombres en un desierto tan grande, sin buelga ni barallones, - solamente Manolín el de Anita de La Foz traía unos esquís, tan solo había dos caminos el tirar pa lante o quedarse allí para morir.- Mandamos a Manolín por delante en esquís para que llegar a la Ablanosa, a atizar en les cabañes.
Acometimos al monte con mucha maña y despacio, era ya noche cerrada y había que andar con cuidado, en medio de lo imposible, yo tenia confianza, todos eran jóvenes, muy valientes y gente sana. Yo siempre intente animar porque el ganau era mío, y ellos venían a ayúdame.

Cerca de la Vega, avistamos a la Armadiella, y vimos que con les luces de un coche nos hacían señales, - eran: Aurelio el de Anita e Ignacio el de Covadonga los dos de la Foz, que venían a encontrarnos, pero estabamos tan lejos que no pudimos comunicarnos… – Estos eran conscientes del peligro que estabamos corriendo en aquellas latitudes, con 2m. 50 cm. De nieve - éstos se volvieron para el pueblo para prepararse con ropa adecuada pues, son grandes conocedores de estos acontecéres y veteranos en la nieve – eran las nueve de la noche del domingo día 29 de noviembre-
-Nosotros los del monte- íbamos muy poco a poco, la gente iba muy cansados, pero al irnos acercando cada vez más animada, al ver que ya salía humo en la mallada. Por fin pudimos calar, y ya estabamos contentos de llegar a la Ablanosa, con alguna cabaña encendida y salir de aquel infierno.
Éramos ocho en total, de Bezanes cinco: Mino, Tomas, Ángel Prado, Yo y Vicente el de Norino; de la Foz, los otros tres: Gracianin, con Manolín el de Anita y el otru José Manuel.
Ya estábamos más tranquilos, intentando descansar cuando sentimos voces, en la mallada, eren les doce la noche, era gente que nos venia a buscar, eren cuatro, los que per la tardi nos fecin señes con les luces del coche. Son valientes veteranos, que los voy a nombrar: Aurelio el de Anita, el otru Ignacio el de Covadonga, kilo Barrial con Josein el de Primo. – (En la mallada de la Ablanosa había un metro, veinte cm. de nieve.)