Una de las características por las que el ser humano se distingue de los demás animales, es el cuidado y respeto que profesamos a nuestros muertos. En este cuidado se manifiestan las emociones y el amor que los supervivienten sienten hacia las personas que han dejado de existir. Le hablamos como si el comprendiera; tanto aquéllos que creen en el pervivir del alma como otros que son adeptos al materialismo. En ambos casos parece ser que en la persona que habla al muerto sin tener plena conciencia de ello, se halla presente la idea de continuidad de vida en el muerto.
Queremos cuidar, bien a los muertos, conservar sus hechos, sus ejemplos y sus descubrimientos perduran la cultura de nuestras generaciones, y ellos mismos siguen viviendo en el recuerdo de nuestra generación. Al morir no se cortan los lazos de unión entre el muerto y los que quedan en vida y con frecuencia se piensa en ellos y siguen formando parte en la sociedad en la que han vivido hasta que el recuerdo se va esfumando y llega un día que tan sólo se conmemoraran, pero ya como muertos anónimos.
Queremos cuidar, bien a los muertos, conservar sus hechos, sus ejemplos y sus descubrimientos perduran la cultura de nuestras generaciones, y ellos mismos siguen viviendo en el recuerdo de nuestra generación. Al morir no se cortan los lazos de unión entre el muerto y los que quedan en vida y con frecuencia se piensa en ellos y siguen formando parte en la sociedad en la que han vivido hasta que el recuerdo se va esfumando y llega un día que tan sólo se conmemoraran, pero ya como muertos anónimos.