Estamos llegando a la época más hermosa del año, El campo se halla para mí, en el periodo que mas gusta, las margaritinas han abierto sus pétalos blancos con sus botones de oro, entre peñas nacen pequeños manantiales de agua cristalina que corren en monótonos rizos, dejando á su paso en confusa masa hifinidad de hierbas y ojarasca que cubren el pequeño cauce.
Allá a lo lejos y sobre nuestro cielo azul señalan sus linias quebradas nuestros Puertos y Sierras presumiendo de sus orgullosos picachos cubiertos de nieve. ¡Que gran tesoro tenemos sobre esas rocas Vengan, vengan a Ponga y veran cómo se deslizan en grandes cascadas de plata de un abismo á otro, lanzando al espacio una lluvia de perlas que, unidas en mostruoso torbellino, buscan el escabroso cauce que las conduce atravesando los montes los prados!
Por una parte deja tras de sí imensos halledos, acebos, nebrinos y andrinos, praderias y huertas salpicando sus margenes de rusticos y abandonados molinos, blancos como la nieve que en dias ya lejanos alimentaban sus turbinas moliendo el trigo de oro.
Por otra va dejando infinidas de pueblinos algunos ya abandonados y riachuelos que se apiñan á su paso, como manadas de ovejas, bebiendo sus aguas que les da la vida... y sigue, sigue siempre corriendo, unas veces furiosa y otras serena, formando hermosos lagos que en las noches de luna arrancan del poeta la más sublime poesía.
Allá a lo lejos y sobre nuestro cielo azul señalan sus linias quebradas nuestros Puertos y Sierras presumiendo de sus orgullosos picachos cubiertos de nieve. ¡Que gran tesoro tenemos sobre esas rocas Vengan, vengan a Ponga y veran cómo se deslizan en grandes cascadas de plata de un abismo á otro, lanzando al espacio una lluvia de perlas que, unidas en mostruoso torbellino, buscan el escabroso cauce que las conduce atravesando los montes los prados!
Por una parte deja tras de sí imensos halledos, acebos, nebrinos y andrinos, praderias y huertas salpicando sus margenes de rusticos y abandonados molinos, blancos como la nieve que en dias ya lejanos alimentaban sus turbinas moliendo el trigo de oro.
Por otra va dejando infinidas de pueblinos algunos ya abandonados y riachuelos que se apiñan á su paso, como manadas de ovejas, bebiendo sus aguas que les da la vida... y sigue, sigue siempre corriendo, unas veces furiosa y otras serena, formando hermosos lagos que en las noches de luna arrancan del poeta la más sublime poesía.
Hola Amparo: tus palabras me han llevado a recorrer un poquito lo que es el Consejo de Ponga, aunque no conozo, pronto estaré por allá. Saludos cariñosos