A mi siempre me gustaron los
trenes. El otro día me sorpendió una sobrinina de tresw años, cuyo deseo mayor era: ir a ver pasar el
tren.
Y aquí nos tienes a toda la
familia con los niños sentados en la
estación.
Llega el tren, se para, abre las
puertas; pero no sube nadie. (el maquinista quedaría sorprendido). El tren arranca y los niños empiezan a aplaudir...
La magia del tren continúa...