AVILES: No podía tener un nombre más acorde. Gracias por recordarme...

El Comercio

«Los inmigrantes que vinieron a Ensidesa en los 50 sufrían rechazo por pobres»

María Luisa Prada presentó ayer su décima novela, en la que se relatan las vivencias de los antiguos campaneros de la planta siderúrgica
GIOVANNA F. BERMÚDEZAVILÉS.
Jueves, 19 diciembre 2019, 01:41
La escritora mierense María Luisa Prada presentó ayer en el Museo de Historia Urbana su última novela 'La insólita historia de Damián Casares', ambientada en el Avilés de los años 50 y protagonizada por un personaje ficticio que, sin embargo, aúna vivencias reales de muchos de los inmigrantes extremeños llegados a la villa para trabajar en la planta de Ensidesa en aquella época.

«La novela cuenta la historia de un señor que sale de Las Hurdes (Cáceres) junto con un montón de personas en su misma situación, llegan aquí y se encuentran con que no son tan bien recibidos como esperaban, sino que existe un rechazo al pobre increíble, instalado en la población local», así resume la autora un libro que ha escrito con informaciones oficiales extraídas de los archivos históricos de Ensidesa, de Asturias y de Casares de Las Hurdes, pero también con los relatos personales que le ofreció la gente de Llaranes, donde presentará la obra en el próximo mes de enero, un acto que según confesó será «muy especial» porque hablará ante «gente que conoció a esas personas y que vivieron de algún modo esta situación».

Según explica la autora, los trabajadores que llegaron en aquellos años a Avilés fueron tratados como los actuales «sin papeles», con la salvedad de que ellos esperaban un buen recibimiento de sus compatriotas, gente acostumbrada a vivir en una ciudad tranquila y que, de repente, se encontró con que se había triplicado la población y con unas condiciones de pobreza que incomodaban.

«Los inmigrantes que llegaban a Ensidesa eran tratados como los actuales sin papeles»

Damián Casares, el protagonista de la décima novela de Prada, llegó a la ciudad para trabajar como 'campanero', un oficio, según explica la escritora, «de los más difíciles que existían, en el que los trabajadores bajaban dentro de unas campanas a más de diez metros de profundidad para perforar». Precisamente, en la presentación que realizó con anterioridad en Gijón, Prada se encontró con médicos que habían atendido a trabajadores reales que realizaban esta labor y que le confirmaron «las condiciones infrahumanas en las que trabajaban estas personas».

La historia de Damián Casares pretende ser un reflejo de lo que vivió toda esa población que a día de hoy forma parte de la historia avilesina y también ayudar a que todo ese patrimonio histórico de la villa no se pierda en el tiempo. «Siempre tenemos la costumbre de informarnos de lo lejano, pero primero debemos saber que fue lo que paso aquí hace relativamente poco y cómo se realizó una obra de esas dimensiones», señaló la escritora.

María Luisa Prada presentó su novela, editada por KRK en una sala que había completado su aforo, un éxito que espera repetir en la próxima presentación que tendrá lugar en La Casa del Libro de Gijón el próximo 26 de diciembre y, sobre todo, en la charla que ofrecerá en enero en el barrio de Llaranes.

Coreanos entre otras lindezas.

Yo emigré junto a mis padres desde un pueblecito del sur de Salamanca. Llegué a Avilés en 1956 con solo 7 años. Primero residí en Entrevías, cuando aún bajábamos al riachuelo a jugar antes que todo ese entorno lo anegara el pantano (en un piso compartido con los propietarios). Luego al aumentar la familia tuvimos que buscar imperiosamente otra residencia, una familia de nuestro pueblo se avino a compartir su vivienda (barrio de la Magdalena) hasta encontrar o recibir un piso propio del Ministerio de la Vivienda (nunca llegó). Finalmente mis padres adquirieron una chabola en "Bustiello alto" donde residimos hasta 1962, que emigramos a Francia.
Aunque mi niñez fue feliz en Asturias. Ahora que releo ese pasaje del trato recibido por los emigrantes llegados en esos años a Ensidesa, me viene a la memoria un trato despectivo a los de mi condición (al estilo de los que hacen los de VOX con los emigrantes) que no se me ha olvidado después de más de 60 años... COREANOS!

Veniais a ensidesa.?

Digamos que si, pero no todo el mundo entraba en esa metalúrgica. Digamos que en enpresas de servicio para Ensidesa, en aquellos años era una de las industrias más potente de España, el motor económico de Asturias.

Las contratas

Si! O subcontratas como se estila ahora por parte de grandes empresas y no tan grandes.
Por cierto, con diez años, yo que procedía de un pueblo y no había visto jugar al futbol nunca, en Aviles le cogi el gusto viendo jugar al Real Aviles desde el alto de un muro, fuera del campo, claro! No había medios para pagar la entrada, pero me quedó en la memoria mucho tiempo un nombre, CHELONA.

Yo soy algo mas joven y al querido Chelona le conoci ya con cierta edad, tristemente fallecio en Junio. Yo era mas del Ensidesa. Siempre he vivido en Llaranes de padres coreanos

Yo volví por Avilés muchos años despues (15) y apenas lo conocía, había cambiado muchísimo. Me fui sin que existiera el barrio de la Luz, yo lo había conocido como campos. Ya he dicho en algún comentario anterior que el barrio donde vivía era Bustiello alto. Barrio de coreanos pero cerquita Llaranes, perteneciamos a su parroquia (Santa Barbara) donde por cierto me acuerdo que recibí la confirmación en 1960. Para nosotros, Llaranes y sus viviendas de los trabajadores de Ensidesa era una envidia.
Por cierto, también envidiaba los jugadores de un equipo de futbol que se encontraba al fondo de una pomarada que había detrás de nuestras chabolas. Creo que se llamaba el equipo con el nombre del colegio, AlfonsoX, todo blanquitos. Era normal nosotros no teniamos ni para un balon de cuero y jugabamos al lado en un campo de futbol con cesped echo de escoria, que abundaba. Recuerdos con cariño a pesar de todo.

La Carbonilla se llamaba el campo, duro bastante tiempo. Del equipo de fútbol hay algunas fotos. BUSTIELLO es para mi otro
Trozo de Llaranes. 63 años tiene ya el Barrio.

No podía tener un nombre más acorde. Gracias por recordarme viejos tiempos y lugares muy queridos por mi.
De los tiempos que hablamos yo era un crío que se conocía todos lo praos, huertos y escombreras del contorno (estas últimas por el hierro fundido de la escoria que nos reportaba alguna pesetilla). Efectivamente 63 años atrás nos lleva a la fundación de Llaranes que fueron los años que nosotros vivimos en Bustiello, de 1956 a 1962. Buenos tiempos! Hoy día por lo que he podido ver en Google Maps, sabría moverme pero todo sería nuevo para mi. Gracias otra vez, a ver si logro volver un día por ahí.