MONDRON: San Fernando, o más propiamente Fernando III el Santo...

San Fernando, o más propiamente Fernando III el Santo es con mucho el mejor representante de este nombre tanto en el orden de la ejemplaridad de su conducta, como en el orden político. Se podría decir de él que le persiguió la suerte, que por supuesto mereció cumplidamente; de lo contrario no le hubiese acompañado durante toda su vida. Él conquistó a los moros en 30 años lo que no consiguieron en 300 años los reyes que le precedieron. Su finísima inteligencia, unida a su espíritu emprendedor, hizo que no desperdiciase la menor oportunidad que se le presentó, y que manejase con suma maestría el momento de desintegración de los almohades. Dejó en manos de su madre doña Berenguela el gobierno de Castilla, mientras él se dedicó a acrecentar el reino a costa de los moros. Se apoderó del reino de Murcia, de parte de Extremadura y de toda Andalucía, menos el reino de Granada. La conquista de Sevilla fue un gran revulsivo tanto para los reinos cristianos, como para los musulmanes. Para darle a la reconquista el empujón decisivo, supo combinar hábilmente las gestiones diplomáticas e incluso las alianzas con reyes moros (entre ellos el de Granada), con felices acciones bélicas, aprovechando las discordias entre los reinos de taifas y sus excelentes relaciones con los reinos cristianos. Ensanchó Castilla hasta alcanzar el mar por el sur y puso los cimientos del poder naval de Castilla. Inició la construcción de las catedrales de Burgos y de León. Entre los reyes canonizados, es San Fernando uno de los que más cumplidamente merecieron el honor de los altares. Se distinguió por la suma clemencia que usó con los vencidos. Y en sus conquistas siempre procuró dar a la población las máximas facilidades para que marcharan libremente con todos sus bienes, o para quedarse en las mismas condiciones que los demás súbditos del reino, si esa era su voluntad. Murió el santo en Sevilla, en 1252. Su fiesta es el 30 de mayo, día en que celebran los Fernandos su onomástica.