Leyenda Cristo Cuatro Clavos, UBEDA

Úbeda se presta con mucha facilidad a ser cuna de Leyendas e Historias de lo más sorprendentes, hoy en nuestro post te contamos unas de las leyendas más populares de la ciudad y de la que estamos seguros, no te dejará indiferente.

Cristo Cuatro Clavos
Imagen: vbedarecatada-santamaraubeda. blogspot. com

Al entrar a la Iglesia de Santa María de los Reales Alcázares ¿Te has preguntado alguna vez por qué el Cristo que preside el Altar Mayor está torcido?

El origen de tan singular postura en este crucificado tiene su razón de ser en un milagro.

Criado entre agujas y telas, Paco siguió la tradición familiar y ejerció como sastre en nuestra ciudad. Una vez se casa con Juana se hizo cargo del negocio, al principio con más penurias que bondades pero conforme crece se gana la confianza de la clase acomodada de la ciudad que acudían a su taller para la confección de sus trajes.

Esto hizo que su taller se desbordara ante la negativa de tener ningún aprendiz bajo su tutela que le ayudara.

Juana era la única que le ayudaba y, a la muerte de Paco, ella decidió continuar con el oficio para demostrar a todos que ella podía valérselas sola manteniendo a su familia y que ella era la encargada de tal predilección de los nobles por su taller.

En su lecho de muerte, Paco hizo jurar a Juana que no volvería a casarse jamás. Dicho juramento no suponía para Juana un gran problema, pues su máxima prioridad era mantener a sus hijos, aunque fuera en viudedad.

Su cuñado Miguel, que anteriormente había cortejado a Juana, volvió para el sepelio de su hermano tras una larga temporada fuera. Que sus padres concertaran el matrimonio de Paco con Juana no le sentó nada bien, pero él no perdió la esperanza y volvió una vez su hermano murió para tratar de conquistar a su cuñada. Ella se negó en rotundo y Miguel dejó esto pasar, pero pronto llegaron los rumores de que realmente estaban juntos por lo que los clientes dejaron de acudir a la sastrería.

Sumida en la precariedad, Juana seguía asediada por Miguel, pues no paraba de mandarles chocolates que ella rechazaba.

En su desesperación Juana pensó que lo mejor era vender la casa e irse a vivir con su madre por el bien de sus hijos. Pero cuando fue a buscar las escrituras de la casa, éstas no aparecían. Puso la casa patas arriba y nada. Pensando que su cuñado Miguel se las había quitado fue a buscarlo a la pensión en la que se hospedaba. Ella estaba dispuesta a estar con Miguel, pero a cambio de las escrituras. Ante la negativa de éste, que decía no tenerlas ella entró en cólera y movida por su enfado acabó en Santa María delante del Cristo de los Cuatro Clavos, del que era muy devota.

Suplicando a los pies del Cristo su muerte a cambio de sustento de sus hijos se obró el milagro. El Cristo torció su cuerpo y dejaba caer un legajo de papeles que su tronco sujetaba contra el madero… ¡eran las escrituras!

Juana, sin aliento las recogió del suelo, sumida en el más profundo sosiego mientras su madre se aproximaba a ella, feliz de encontrarla y con buenas noticias: en sus manos portaba una bolsa con monedas de plata y una carta de despedida de Miguel, quien comprendió que finalmente Juana no era para él.

¿Conocías esta leyenda?

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