Mira que nos gusta escurrir el bulto, es que no sabemos de sobre de quien fue la cabezonería, y nunca mejor empleado que en este caso, de poner caracoles en en unos terrenos en los que ni siquiera se crian tomillos, en los que no había ni una gota de agua, en la que encima se hizo un pozo ilegal que le costó una multa al Ayuntamiento (6000 €), que además quería que este pozo lo pagara todo el pueblo. Pues si todavía no lo conoces pregunta a los de los caracoles que seguramente ellos no lo han olvidado.