HUESA: Pues por aquí andamos, Martinico, pensando en qué habría...

Pues por aquí andamos, Martinico, pensando en qué habría sido de tu vida que no decías ni pío. Yo ya estaba pensando en reclamar para el JR, que no para mí, la parte de la herencia que le correspondería, siempre que no fuera en especies animales. Ya estaba yo indagando dónde tendría que ir para este propósito.

En serio, sí que da pena ver las calles tan solitarias. Corres la calle de una punta a la otra y si ves una o dos personas... Yo tengo el recuerdo de cuando era niña y vivía en la calle de la Iglesia, donde nací. De cada casa salían chiquillos a la calle a mansalva, porque era raro que no hubiera tres, cuatro, cinco, o más, críos en cada casa. Al atardecer, cuando hacía buen tiempo, la calle era un hormiguero, mientras los críos jugaban, los mayores se sentaban en la puerta a tomar el fresco y a entretenerse con la conversación y el jaleo. Hasta que no nos íbamos a la cama todos estábamos en la calle. Las casas eran poco confortables, es verdad, y se estaba mejor en la calle que dentro. El invierno era otra cosa.

Besitos.


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