HORNOS DE PEAL: y yoooo

La llegada de los gemelos fue muy comentada en el pueblo y quedó como una anécdota que aún recuerdan los mayores.
Mi madre se puso de parto y llamaron a una vecina que hacía las veces de comadrona para que la atendiera allí mismo, en su habitación. Nada de residencias, nada de médicos ni de monjitas.
Mi padre estaba trabajando en un campo, no muy lejos de la casa, aunque al otro lado del río.
Los vecinos se encargaron de avisarle. El primero que lo vio fue su primo Agustín, el de la venta.
- Francisco, corre, que tu mujer ya ha tenido al niño ¡!
- Que dices, un niño ¡!
- Si hombre ¡! No te entretengas que creo que lo ha pasado muy mal. Dicen que aún tiene dolores y la Paca no sabe de que le vienen.
Mi padre echó a correr – La Paca sabía mucho de partos y si decía que algo no iba bien, era cosa de preocuparse. Atravesó el río y subió como un rayo por las laderas del barranco hasta llegar a la calle mayor del pueblo. Bueno, la mayor y la menor, porque solo hay una. A mitad de la calle lo esperaba María la chata que venia de ayudar a la Paca con mi madre. A pesar de verlo venir con la lengua fuera, no pudo resistir la tentación de espolearlo.
- Francisco, corre hombre, que son dos!
Los últimos metros fueron un “sprint” que de haber habido cronómetros en el pueblo – y de haber sabido lo que eran – habría permitido a mi padre entrar en los anales del atletismo.
Al pobre hombre le parecía que si tardaba más en llegar podrían seguir llegando niños.
- Como está la Censión ¡! Le gritó a la Chata sin mirarla siquiera.
- Deseando pillarte ¡! - Reía la buena mujer, partida en dos.

De cómo nacieron los gemelos en el pueblo y como volvimos a Valencia nunca he oído decir nada. Tampoco el porqué dejó mi padre su casa y su familia para aventurarse solo, con cuatro criaturas, en tierra hostil. Su hermano estaba bien situado, no le hubiera faltado ayuda y mi padre no tenía estudios pero era muy listo. No sé. Pero volvíamos a estar en tierra extraña...

no se quien eres pero si que he reconocido cuando nombras a maría la chata, es la suegra de mi hermano.

Marci, nadie de los que entrais en el foro sabe quien soy. Parezco un fantasma pero yo me siento Hornera como el que más. María la chata si que me conoce. Espero que esté bien. Me he reido mucho con ella. Es fantástica. Dile a tu cuñada que le dé un abrazo de parte de la hija de Francisco Tiscar, el que está en Francia.
Por cierto, lo de los gemelos es verdad, aunque le haya puesto un poco de literatura...

aquí todos nos sentimos hornero, aunque estemos fuera de esa tierra que tanto queremos. maría la chata esta bien ahora esta con su hija en lerida. mi abuelo o abuela no me acuerdo cual de los dos también tenia tiscar de apellido

y yoooo


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