Cuentan que estando dos mozas del pueblo bañándose en un caldero en los tiempos que no había agua corriente en las casas comentaban la sorpresa y la verguenza que les causaría que alguien las pudiera estar viendo. A lo que alguien que estaba escondido y regalándose la vista contestó que desde que él permanecía trás la cortina no había visto pasar a nadie. El chillido de las dos y la huida despavoridas fue todo uno.