La envidia, siempre producto de la desigualdad, fundamenta la escatología de internet, que es profundamente demócrata.Por eso la red rebosa de opinólogos que desaogan su rencor en forma de acusaciones sobre el objeto de su envidia.
No hay hombre tan desdichado/que no tenga un envidioso, /ni hay hombre tan venturoso/que no tenga un envidiado, sentenciaba Calderón.
No hay hombre tan desdichado/que no tenga un envidioso, /ni hay hombre tan venturoso/que no tenga un envidiado, sentenciaba Calderón.