Precisamente por este mismo lugar una
vaca "retinta" tuvo la osadía de saltar el anillo y marcharse llevando el pavor y el pánico a las gentes que corrían por doquier. No existían entonces las gradas y la vaca, que llegó hasta la
ganadería, fue traida de nuevo en un cajón pero se colocaron unas empalizadas para evitar lo que de nuevo intentó y que no fue otra cosa que volver a escaparse.
A la vaca se le
bautizó con el nombre de la "Saltarina".