Ya volvemos con el argumento de que el agua de los ríos se tira al mar. Eso es una interpretación homocéntrica de la realidad geográfica, biológica y ecológica. Los ríos son auténticos viveros de seres vivos, tanto vegetales, como fauna acuática, anfibia o aviar. Desde sus cabeceras hasta sus desembocaduras, lo convierten en un auténtico ser supraviviente. Se puede extraer un mínimo de su caudal para las auténticas necesidades humanas, pero el resto es intocable.