El día 25 al termino de la procesión, presencié lo que podría haber sido un escena magnifica de una pelicula de Buñuel, mientras cuatro acólitos del susodicho lo vitoreaban y eran respondidos por no mas de diez seguidores, alguién, (con la gallardía y hombría caracteristica de quien se parapeta tras un pulpito para poder insultar a la gente), se remangaba la sotana y alejaba a toda prisa del lugar calle abajo.