Esto ocurria a las cero horas del 15 de enero de 1966, los tranvías de La Loma y Linares, como dos viejos compañeros, morían envueltos bajo la oscuridad de una helada y triste noche invernal. El desguace del viejo material motor y remolcado junto con el desmantelamiento de la infraestructura e instalaciones no tardaron en llevarse a cabo y si no fuera por el capricho del entoces alcalde de Linares, de. Leonardo Valenzuela, de llevarse el tranvía motor noº 10 y el Furgón automotor JM-25 a su finca de Sierra Morena, hoy preservados en Linares, podríamos decir que no hubiera quedado hoy en dia ninguna pieza que admirar. Los automotores NAVAL, tras permanecer algún tiempo almacenados en las cocheras de Canena, fueron posteriormente repartidos entre el Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama, Amorebieta-Bermeo y, sobre todo, la antigua red de Ferrocarriles Catalanes, entonces explotada por FEVE.