Hijos míos, quién ha dicho que los villarraseros vivimos acomplejadillos. Me cachis en la mar. He vivido toda mi vida aquí y jamás he sentido eso. Todo lo contrario. Disfruto a diario de su paz, la comodidad y la anchura de sus calles y del cariño de sus gentes. También me encanta La Palma: su Mercadona, sus fiestas, pasear y comprar en sus calles. Allí estudié y me lo pasé de miedo. La Palma siempre es un referente para los villarraseros. Ahí la tenemos para servirnos sin tener que padecer sus ya muchas incomodidades. Aparcar se ha vuelto imposible. El tráfico se tiene cargado a un pueblo tan bonito. Las calles son hileras de coches aparcados. Recuerdo La Palma de hace treinta años, de aceras recien regadas y calles solitarias y frescas de portones abiertos. Por no nombrar su plaza. En la actualidad una verdadera porquería. Recuerdo una preciosa y limpia plaza con chorros de colores en el centro, rodeados de rosales. Desde allí podías alcanzar el cielo, mientras saboreabas un rico napolitano artesano en la umbría de sus acacias, cualquier fresca tarde de verano.
Como veis este villarrasero ama a La Palma, pero para vivir Villarrasa. Calidad de vida.
Como veis este villarrasero ama a La Palma, pero para vivir Villarrasa. Calidad de vida.