Vaya, vaya, vaya, no me esperaba yo encontrar por aquí al amigo Pedro, me alegro de leerte por aquí hombre, ya que también me gusta que me visiten en mi pueblo, lo que te agradezco de veras.
La lección de minería no es por experiencia propia amigo Pedro, sino por lo encontrado por estas vías.
PINITHARSIS junior, a ver si este verano tengo la oportunidad de ver todo esto en vivo, que falta me hace pasearme por el pueblo a recordar mis años de niñez, de lo que hace ya muchooooo, tiempo.
Desde donde empieza en escalón, en la acera, hasta la ventana que hay después de la primera puerta tras el mismo, eso era mi casa, la acera actual no existía, como tampoco rejas en las ventanas, pues por ellas, a primero de Julio, de cada año, a la hora de la siesta, nos escapábamos mis hermanos y yo para ver como montaban los "cacharritos" o "cunitas" de la feria, así que la siesta nos la perdíamos, ahora lo tendría más difícil.
La tranquilidad, amiga Charo, puede que ahora la haya, pero en mis años de niñez no había tanta, sobre todo en las casas más cercanas a la mima, pues a veces caían piedras en algún que otro tejado, en mi casa nunca, ya que entonces estaba bastante apartada de la mina.
Gracias por los calificativos amiga Charo, simplemente persona, con sus momentos de genio también; bueno, paso para Areños a ver si podemos ayudar al amigo Pedro.
Abrazos pa tos y toas, El Emigrao
La lección de minería no es por experiencia propia amigo Pedro, sino por lo encontrado por estas vías.
PINITHARSIS junior, a ver si este verano tengo la oportunidad de ver todo esto en vivo, que falta me hace pasearme por el pueblo a recordar mis años de niñez, de lo que hace ya muchooooo, tiempo.
Desde donde empieza en escalón, en la acera, hasta la ventana que hay después de la primera puerta tras el mismo, eso era mi casa, la acera actual no existía, como tampoco rejas en las ventanas, pues por ellas, a primero de Julio, de cada año, a la hora de la siesta, nos escapábamos mis hermanos y yo para ver como montaban los "cacharritos" o "cunitas" de la feria, así que la siesta nos la perdíamos, ahora lo tendría más difícil.
La tranquilidad, amiga Charo, puede que ahora la haya, pero en mis años de niñez no había tanta, sobre todo en las casas más cercanas a la mima, pues a veces caían piedras en algún que otro tejado, en mi casa nunca, ya que entonces estaba bastante apartada de la mina.
Gracias por los calificativos amiga Charo, simplemente persona, con sus momentos de genio también; bueno, paso para Areños a ver si podemos ayudar al amigo Pedro.
Abrazos pa tos y toas, El Emigrao