Aquellos vacies y montes ocres, tras los pequeños pinos de perennes alegrías, con techo de color azul añil y de tardes de nubes teñidas de rojo, atardeceres de tristezas y pena, tras rejas y cristales de grandes ventanales, con la franja de verdes hierbas que delimitaban la libertad del claustro, la tristezas de las alegrías, que por suerte, viví por poco tiempo por desgracia para mi ya que mi cultura es ínfima, y de alegría porque aprendí a ser rebelde e intentar de ser libre de las presiones y de las dictatoriales imposiciones, tanto de las de antes, como las que me imponen hoy.
---un sotieleño---.
---un sotieleño---.