Los palermos hubieron, por una cuestión de supervivencia, de desobedecer lo pactado por sus Reyes y
Portugal. Sus incursiones a Guinea, antaño alabadas, fueron entonces delictivas y objeto de castigo. Por una de estas incursiones fueron los palermos condenados a servir a la Corona durante dos meses, con dos carabelas aparejadas a su costa, Pinta y Niña.