Nací en Cortegana, lo se porque me lo dijeron, fué un día 1 de un frío mes de Enero, Sierra bendita, donde al mundo me trajeron, miré a esa carretera de Almonaster, a sus espaldas Cabezo de Santa Bábara, con sus verdes castaños y algún olivo perdido, vegetación entremezclada, como "capote de paseillo" verde esperanza y gris perla, era bello, tan bonito, que La Piedad lo desea como manto béndito, allí que cantaba la perdíz, tambien canta el grillo, la chicharra que no para y no molesta al chíquillo.
La Piedad, es mi patrona, mi patrón El Salvador, a los que rezo lo que se aúnque lejos yo esté.
El ecuador de mi vida, se lo he pasado ya, por eso le pido a mi Virgen, que cuando tenga que descansar, me tenga junto a ella, mi Virgen de la Piedad.
Santa Bárbara es tránquila, no le molesta nada, ni el cante de la perdíz, ni la chicharra, ni el grillo, Cortegana es inmortal, inmortal es la Piedad, inmortal es su castillo, yo pobre pecador que un día me alejará la muerte, cuando ya no pueda, ni llorar, ni mirarte, ni besarte.
Cuando ya no pueda oir a la perdíz, ni la chicharra, ni al grillo, quiero estar ahí, en ese valle flórido, junto aguarzos, al madroño y la jara de hermosa flór blanca, mis cénizas descansando, mi Virgen por mí vélando, y yo eternamente en tus laderas, junto a mi pueblo béndito, sonaran tristes las campanas, llorará la Piedad, también llorará el castillo.
Así como fueron felices cuando yo era un zagalillo.
El Poeta.
Montse, tengo tu correo (paciencia que hay muchas gente que no puedo contactar en esta época).
La Piedad, es mi patrona, mi patrón El Salvador, a los que rezo lo que se aúnque lejos yo esté.
El ecuador de mi vida, se lo he pasado ya, por eso le pido a mi Virgen, que cuando tenga que descansar, me tenga junto a ella, mi Virgen de la Piedad.
Santa Bárbara es tránquila, no le molesta nada, ni el cante de la perdíz, ni la chicharra, ni el grillo, Cortegana es inmortal, inmortal es la Piedad, inmortal es su castillo, yo pobre pecador que un día me alejará la muerte, cuando ya no pueda, ni llorar, ni mirarte, ni besarte.
Cuando ya no pueda oir a la perdíz, ni la chicharra, ni al grillo, quiero estar ahí, en ese valle flórido, junto aguarzos, al madroño y la jara de hermosa flór blanca, mis cénizas descansando, mi Virgen por mí vélando, y yo eternamente en tus laderas, junto a mi pueblo béndito, sonaran tristes las campanas, llorará la Piedad, también llorará el castillo.
Así como fueron felices cuando yo era un zagalillo.
El Poeta.
Montse, tengo tu correo (paciencia que hay muchas gente que no puedo contactar en esta época).
