Esta
Huelva bajomedieval del estuario del Tinto y el Odiel, relacionada con las poblaciones vecinas y con
Portugal, y una serie de bases científicas y técnicas desarrolladas en los últimos años del siglo XIV, le harán ser testigo y agente de un hecho trascendental para la
historia de la humanidad: la llegada española a América. Desde el Tratado de Alcazobas de 1479, las costas africanas estaban vedadas a los marineros castellanos y, por lo tanto, a los de las costas onubenses. Pero la fuerte expansión demográfica y económica de Castilla, junto con los nuevos avances y técnicas de navegación, permitieron que estas tierras y sus gentes se convirtieran en los más interesados en realizar las futuras expediciones atlánticas. La llegada de Colón a
La Rábida y el apoyo, junto con la Corona, de diversas
familias de las localidades de
Palos de la Frontera,
Moguer y
San Juan del Puerto hicieron posible una gesta a la que, la entonces pequeña ciudad de Huelva, aportó buen número de marineros. El Tratado de Alcazobas o Paz de Alcazobas o Tratado de Alcazobas-
Toledo fue un acuerdo firmado en la villa portuguesa del mismo nombre, el 4 de septiembre de 1479, entre los representantes de los reyes Isabel y Fernando de Castilla y
Aragón, por un lado, y del rey Alfonso V de Portugal y su hijo Juan por el otro y que fue ratificado por el rey de Portugal el 8 de septiembre de 1479 y por los reyes de Castilla y Aragón, en Toledo, el 6 de marzo de 1480.