Querido Valonero:
Pepe Chito, no te permito que me quites mi calle, te sitúas solo en lo que se ve en la foto, olvidando lo que había de ahí para atrás, en esa preciosa calle Oliva, que empezaba en la esquina de tía Salud y Alfonso Cortegano.
En ella en ella estábamos, Adeli, Salud, Celso, en el numero dos, estábamos mis hermanos Manolo, Jesús, hermana Mary y este servidor tuyo, en el número 4, tío Juan 33, todas sus hijas e hijo Juan, en número 6, Angeliza, Rosario, Isabel, Diego y Luis Fernandez -los Farrucos-, Jesús el del maestro armero, los relojeros, los Revueltos Gregorio y Pedro, -Pedro tenia una hija- pero estaba siempre fuera en el colegio y en la esquina, la panadera, luego la fonda y si no recuerdo mal Baello el electricista.
No obstante acuerdo contigo que eramos todos practicamente familia, y no me negaras que echas de menos el empedrado y la yerba creciendo entre las piedras, pero el maldito hormigon se las ha comido.
Saludos a todos
Paco Rubio.
Pepe Chito, no te permito que me quites mi calle, te sitúas solo en lo que se ve en la foto, olvidando lo que había de ahí para atrás, en esa preciosa calle Oliva, que empezaba en la esquina de tía Salud y Alfonso Cortegano.
En ella en ella estábamos, Adeli, Salud, Celso, en el numero dos, estábamos mis hermanos Manolo, Jesús, hermana Mary y este servidor tuyo, en el número 4, tío Juan 33, todas sus hijas e hijo Juan, en número 6, Angeliza, Rosario, Isabel, Diego y Luis Fernandez -los Farrucos-, Jesús el del maestro armero, los relojeros, los Revueltos Gregorio y Pedro, -Pedro tenia una hija- pero estaba siempre fuera en el colegio y en la esquina, la panadera, luego la fonda y si no recuerdo mal Baello el electricista.
No obstante acuerdo contigo que eramos todos practicamente familia, y no me negaras que echas de menos el empedrado y la yerba creciendo entre las piedras, pero el maldito hormigon se las ha comido.
Saludos a todos
Paco Rubio.