Paco:
En efecto, tú; mis sobrinos, Adela, Salud, Celso y el más pequeño, José; los Farrucos e Isabel Revuelto, también formasteis parte de la calle de Oliva. No os mencioné porque quise centrarme en la parte que se ve en la foto, además, siempre que tengo que escribir un apodo siento cierta resistencia, pues hay familias que llevan mal esto de los apodos.
Veo que te acuerdas de todos los habitantes de la calle, pero cometes algunos errores. Vamos a ello:
1º.- El armero no vivía en la calle de Oliva o , al menos, la puerta principal de su casa no daba a esta celle.
2º.- Después de la Fonda (no recuerdo el nombre de la dueña), en cuya puerta hacíamos cola para pagar la contribución, venía la casa de mi tío Claudio, era la casa número 20, a continuación estaba la casa de tío Victorio que tenía un molino en el callejón de las Cruces y allí teníamos a otros pequeños marochos, sus nietos, que hoy viven en Huelva. En el número 24 vivía yo, luego tío Francisco el Herrador, el padre de Manolo, Tomás y Ramón, tres grandes personas. Seguía el cine de invierno; luego está la casa de mi tía Trinidad, a continuación, la casa de los Vaellos Bentepán. Te habías olvidado de todo esto.
Pero sigamos hasta el final. Despueés de Vaello teníamos el taller de Tapada, que abrió una ventana a la calle, a modo de escaparate, y exponía sus obras. Unas obras que los críos íbamos a ver cuando cerraba el taller porque en la mayor parte de ellas aparecían hombres desnudos. Se les veían las cantimploras y aquello era , como mínimo gracioso. La picardía de los críos.
¡Que gozada poder recordar todo esto!
De aquí en adelante, y siempre refiriéndonos a la acera de los pares, tengo mis dudas. Después de Tapada, venía la casa de los "Chuetos", había alguna casa de por medio que no recuerdo y, al final, las de José María Adrián, casado con Obdulia "Chaqueta negra" y, por último, la de mi tío Demetrio.
Paco, un abrazo y me gusta la idea de reunirnos, aunque considero que va a ser muy dificil para algunos, pues todos tenemos algún rollo que nos limita. Sin embargo, recojo el testigo.
Valonero.
En efecto, tú; mis sobrinos, Adela, Salud, Celso y el más pequeño, José; los Farrucos e Isabel Revuelto, también formasteis parte de la calle de Oliva. No os mencioné porque quise centrarme en la parte que se ve en la foto, además, siempre que tengo que escribir un apodo siento cierta resistencia, pues hay familias que llevan mal esto de los apodos.
Veo que te acuerdas de todos los habitantes de la calle, pero cometes algunos errores. Vamos a ello:
1º.- El armero no vivía en la calle de Oliva o , al menos, la puerta principal de su casa no daba a esta celle.
2º.- Después de la Fonda (no recuerdo el nombre de la dueña), en cuya puerta hacíamos cola para pagar la contribución, venía la casa de mi tío Claudio, era la casa número 20, a continuación estaba la casa de tío Victorio que tenía un molino en el callejón de las Cruces y allí teníamos a otros pequeños marochos, sus nietos, que hoy viven en Huelva. En el número 24 vivía yo, luego tío Francisco el Herrador, el padre de Manolo, Tomás y Ramón, tres grandes personas. Seguía el cine de invierno; luego está la casa de mi tía Trinidad, a continuación, la casa de los Vaellos Bentepán. Te habías olvidado de todo esto.
Pero sigamos hasta el final. Despueés de Vaello teníamos el taller de Tapada, que abrió una ventana a la calle, a modo de escaparate, y exponía sus obras. Unas obras que los críos íbamos a ver cuando cerraba el taller porque en la mayor parte de ellas aparecían hombres desnudos. Se les veían las cantimploras y aquello era , como mínimo gracioso. La picardía de los críos.
¡Que gozada poder recordar todo esto!
De aquí en adelante, y siempre refiriéndonos a la acera de los pares, tengo mis dudas. Después de Tapada, venía la casa de los "Chuetos", había alguna casa de por medio que no recuerdo y, al final, las de José María Adrián, casado con Obdulia "Chaqueta negra" y, por último, la de mi tío Demetrio.
Paco, un abrazo y me gusta la idea de reunirnos, aunque considero que va a ser muy dificil para algunos, pues todos tenemos algún rollo que nos limita. Sin embargo, recojo el testigo.
Valonero.