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ZUJAR: Leche americana para la escuela: ¡ Cuántos años han...

Leche americana para la escuela: ¡ Cuántos años han transcurrido y llovido sobre los mismos charcos!. Eran inviernos largos y crudos, todos delgados como la misma pena, la mayoría acudían a la escuela con el calor de la cama, con ropa de poco abrigo y pantalón corto, rompiendo aquellas escarchas con aquel calzado débil como el mundo, aquellos chuzos que se hacían durante la noche, con la lluvia y el frío. Colgaban de los aleros en los tejados, a veces jugábamos con ellos. A las diez se abría la escuela, el aula estaba tan fría, que simulábamos fumar, después intentábamos juntar los dedos de la misma, “hacer el huevo” era imposible, todo era frotárselas y al cabo de un rato podías coger el lápiz. La enseñanza era pasiva, copiar de la pizarra. Pasada una hora, dos o tres niños de confianza y un poco responsables, cogían aquellos cubos de cinc y trasponían a los Caños del Cuartel o de la Plaza, con el agua en la clase, de unos recipientes grises acartonados reforzados con aros y con forma cilíndrica, sacaban con cazos aquella leche en polvo, me acuerdo de algunos, en descuidos simulados del maestro se introducían unas pizcas en la boca era difícil tragarla. La removíamos sin parar un largo rato, pero aquella leche quedaba en grumuelos debido a la temperatura del agua. Cundía aquella frase que animaba, “El que la prueba repite y si no, le da la gripe.”
El queso jamás supo el gusto que tuvo, era demasiado lujo para regalarlo a aquellos niños, que no protestaban, por que nuestro mundo mágico era simplemente el juego.
A.R. Recuerdo de la Tercia.